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Rafa Nadal ya viste de verde

Once años después de la histórica final de 2008 en la hierba de Londres, el balear desafía a Federer en una superficie que ahora domina con unos porcentajes de servicio muy similares a los del gigante suizo

Alejandro Ciriza
Nadal, durante el partido de cuartos contra Querrey en Londres.
Nadal, durante el partido de cuartos contra Querrey en Londres.Carl Recine (REUTERS)

– Rafa, ¿cómo ha ido el entreno?

– Bien, bien. Y si no [dice a la salida del entrenamiento Rafael Maymò, el fisio de Nadal], pregúntaselo a Tomeu…

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Y un par de metros por detrás camina Salvá, uno de los mejores amigos del campeón de 18 grandes e integrado en el equipo a partir de esta temporada, chorreando sudor y cogiendo aire después de una hora y media de sesión en la que Nadal le exprimió como a una naranja de zumo. No escatima el balear una sola pizca de esfuerzo en la rutina del día a día, ni siquiera aunque delante tenga este viernes —tras el Bautista-Djokovic, este partido a las 14.00, #Vamos y Movistar Deportes– un desafío tan inmenso como endiabladamente atractivo: Roger Federer, hierba, La Catedral.

Se reencuentran los dos once años después en el marco de aquella final inolvidable que ganó el español en 2008, entonces siendo un jovencito melenudo y contestatario que engarzó su primer título de Wimbledon con un compendio de descargas eléctricas que terminaron por consumir al rey de la hierba, hoy día muy cerca de los 38 años. Con 33 asistirá Nadal a la semifinal de este viernes, después de un apasionante viaje de ambos, obligados uno y otro a renovarse para seguir llevando las riendas de un deporte que se resiste a desprenderse de ellos, porque hay muy pocos acontecimientos deportivos comparables a la rivalidad Nadal-Federer.

Los dos han evolucionado, especialmente el de Manacor en un terreno que pese a haberlo conquistado dos veces (2008 y 2010) se le hacía extraño, siendo como es el mandamás de los mandamases sobre arcilla y un reputado competidor en superficies sintéticas. Ganó entonces Nadal, pero aquel chico poco tiene que ver con el tenista de ahora, que no solo domina la mecánica que exige el césped sino que la disfruta. Se desempeña a estas alturas ya como un ilustre miembro del club de los espadachines, vestido elegantemente de verde, pudiendo sacar pecho y decir que es el octavo jugador con más triunfos (53) en la historia del major británico. Por encima, incluso, del mismísimo Björn Borg (51).

En las dos ediciones previas, Nadal ya exhibió una versión magnífica que chocó contra un desafortunado desenlace frente al especialista Gilles Müller y la maestría de Novak Djokovic en otra resolución a cara o cruz. Y esta edición, de nuevo sin haber tenido más preparación que la que llevó a cabo en Mallorca, ha vuelto a impresionar. “¿Si este es el mejor Rafa en hierba?, sí”, responde rotundo el técnico Francis Roig. “No quiere decir que el Rafa de hoy día le ganara al de 2008, pero para estar aquí necesitaba hacer un cambio y no basarse en el desgaste del rival. Hoy día es mucho mejor jugador. Sabe hacer muchas más cosas y tiene más dominio en diferentes zonas de la pista”, agrega el preparador catalán, que incide en una reconversión reflejada en la determinación en los puntos a tres o cuatro tiros y el dominio de un maletín de herramientas que hace unos años era demasiado pesado para Nadal.

“Rafa saca mejor, resta mejor, tiene un revés mucho más variado, mejor slice… Posiblemente no tenga el desplazamiento de entonces, pero se encuentra muy bien de piernas”, prolonga Roig. “Aquí se trata de jugar muy bien al tenis, lo demás… Así como en tierra se puede especular más y aplicar más tácticas, aquí hay que tocar bien la pelota y ser agresivo. Hay que buscar soluciones a través del buen juego, no de la especulación ni de pensar de qué manera puedo ganar”, añade Nadal, que durante estas dos semanas ha sacado como los ángeles, en una sensación reforzada por las cifras.

El saque, la volea, el ‘slice’...

Nadal celebra un punto durante los cuartos.
Nadal celebra un punto durante los cuartos.Laurence Griffiths (Getty)

Los cinco partidos previos señalan que el mallorquín ha estado a la altura de Federer. Suma más aces que el suizo (47-42), un mayor porcentaje con primeros (83/82%) y uno muy similar con los segundos (64/67%); y ha obtenido, además, un registro prácticamente calcado en lo que a juegos ganados con el saque se refiere (95/96%).

Ha crecido Nadal sobre el verde como la espuma, y así lo sabe y lo reconoce su adversario de hoy. “Está jugando de una forma muy diferente a como solía hacerlo. Está sacando de una forma distinta y termina los puntos muy rápido”, admitía hace un par de días Federer. “Ahora corro menos, así que debo servir mejor”, observa el español; “golpeo mejor de revés, y quizá voleo y corto mejor. A pesar de todo esto, no sé si mi nivel actual podría supera el de 2008. En términos de readaptación, tanto Roger como yo hemos ido encontrando cosas para seguir estando entre los mejores del mundo”.

De esta forma, el gran clásico moderno del tenis propone ahora su episodio 40, con una estadística global (24-15) favorable a Nadal. Será la cuarta vez que ambos se midan en la central de Wimbledon, con un pronóstico mucho más abierto de lo que tal vez se podía esperar. “Lo veo difícil, de la misma manera que Federer lo verá difícil”, dice Roig; “es el partido por excelencia, en una superficie que a priori puede favorecerle un poco más a él, pero Rafa ha demostrado que se ha habituado muy bien. Está disfrutando y jugando bien. Va a ser igualado, yo creo que se va a decidir en pequeñas diferencias”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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