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¿Atacará el Movistar? Enric Mas cree que sí

La primera etapa de montaña dispara la expectación entre los españoles

Carlos Arribas
Enric Mas, en la vuelta a Suiza.
Enric Mas, en la vuelta a Suiza.ALEXANDRA WEY (EFE)

Con Guillaume Martin, que es filósofo, autor teatral y novelista, y ciclista del Tour, escalador ligero, habla de la etapa de este jueves Pedro Horrillo, exciclista, columnista y filósofo. Filosofan, por supuesto, y lo hacen disparándose chistes malos, del tipo “el menú del Tour consiste en ciclistas a la plancha muy hechos, jeje”.

Reflexionan sobre la triste condición del ciclista, obligado al martirio para ganarse la admiración de todos, y, de paso, recuerdan que toca montaña, el ascenso a la bien llamada Planche des Belles Filles, 7 kilómetros al 8,7% con una rampa final, la plancha de verdad, de 400 metros al 24% en los Vosgos soleados, y que el Tour sufrirá una resaca tremenda el viernes. Y a sus espaldas, oyen a Enric Mas, ciclista muy bueno, el español mejor situado en la general (octavo a 46s), anunciar como quien pide dos huevos duros: “Y el Movistar va a atacar”.

“Jeje”, repite Eusebio Unzue, el jefe del Movistar, cuando se la pregunta si es verdad lo que dice Mas, que corre en otro equipo, Deceuninck. “¿Cómo habla de atacar con lo que queda de Tour? Estamos en la sexta etapa. Además, por supuesto, si fuera a atacar no lo iría anunciando el día anterior para que se enteraran todos”.

No es tan extraña la predicción de Mas porque hace nada, un par de meses, el Movistar ganó el Giro atacando desde la quinta etapa. Como en el Tour ocurre con Nairo y Landa, los líderes del equipo en el Giro, Carapaz y Landa, fueron de los más perjudicados en las pruebas contrarreloj. Si querían ganar, y ganaron, necesitaban atacar, y atacaron a la orden de Max Sciandri y Txente García Acosta, que gritaba “¡Dracarys!” y todo era llama y fuego, y sus ciclistas, dragones que sembraban la desolación entre los rivales. Los équipiers se pegaban por entrar en la fuga previa para contribuir más que nadie en los ataques finales de sus jefes. Imanol Erviti, el más veterano del equipo, que no estuvo allí, desea participar en uno de esos aquelarres, y organizarlo aquí, en el Tour, el mejor escenario.

Unzue, el prudente, solo admite que enviará a dos de los suyos en la fuga de los avanzados que seguramente se formará en el Markstein, el primero de los tres puertos de primeras que incluye los 160 kilómetros de la travesía de los Vosgos, a veces tenebrosos, este verano, soleados. Después quedan el Balón de Alsacia venerable, donde Ocaña se partió la boca y Eddy Merckx se vistió de amarillo por primera vez en su vida, y la Planche final. Después verá si contribuyen al ataque o a la defensa de sus líderes, que tienen ya hormigas en las piernas. Nairo, el eficiente, sin embargo, advierte: "Un tiro al aire, un tiro menos".

Mas mientras tanto, disfruta del placer de tener a Alaphilippe, compañero de equipo, líder del Tour, lo que le permite, bien resguardadito, recibir lecciones gratis y cercanas de cómo vestir con dignidad el maillot amarillo y obliga a descubrirse a los equipos rivales. “Es una situación ideal”, dice Contador, que está de visita por el Tour y apuesta también por Landa. “Mas solo debe aparecer en la última semana, hasta entonces no dará una pedalada de más. Y entonces el Ineos y el Movistar harán la carrera por él”, dice el estratega de su Deceuninck, Patrick Lefévère, mientras el debutante mallorquín afirma, con la humildad que tanto le ayudó también en la última Vuelta: “Claro que no pienso en coger el amarillo en La Planche. Bastante tendré con no descolgarme…”

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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