Tras los pasos de Contador llega al Tour Enric Mas
El escalador mallorquín, que debuta a los 24 años, dice que correrá para ver hasta dónde llega
El jefe habla de Eddy Merckx y Enric Mas habla de Alberto Contador. Los dos hablan del Tour. El jefe del equipo, Patrick Lefévère, es belga y era un niño que se emocionó como todos los niños belgas, y tienen grabado el momento imborrable en la memoria, cuando Merckx ganó su primer Tour, el del 69, hace 50 años; Mas es mallorquín, es escalador, como Contador, y era un niño de 12 años el día que Contador ganó su primer Tour, hace 12 años también, y lo que hizo Contador le cambió la vida, le hizo hacerse ciclista, y soñar con el Tour, la única carrera que merece la pena dedicarle la existencia, y hasta el Tour ha llegado Mas, por fin, debutante a los 24 años.
Los años terminados en nueve deben de desencadenar una suerte de conjunción astral explosiva que da lugar a cosechas excepcionales que marcan época, como les gustan a los viticultores. El Tour del 19 fue el del primer maillot amarillo; el del 39, el último antes de la guerra, y el último que ganó un belga en 30 años, el del 49 fue el de la maravilla de Coppi y el del 59 el de Bahamontes; en el 69 comenzó la dictadura de Merckx, en el 89 regresó LeMond después de flirtear con la muerte, y en el 99 comenzó la serie de siete, maldita y borrada de Armstrong.
Mas debuta en el de 2019, denominado ya, antes de su comienzo, mañana, en la Place Royale de Bruselas, el Tour más abierto: la ausencia por caída de Chris Froome y sus cuatro Tours, y las dudas sobre el ganador del 18, Geraint Thomas, deja una docena de favoritos igualados y ninguno superior. Entre ellos puede estar Mas, quien se presenta en sociedad en una rueda de prensa en un Lidl del extrarradio de la capital belga y dice: “vengo para aprender, esto es muy complicado”.
No mucho menos ambiguamente se expresó el escalador balear hace apenas un año a comienzos de la Vuelta. Entonces también añadió: “vengo a ver hasta dónde reviento”, y la misma afirmación la repite en Bruselas. “No voy a dejar ningún día de pensar en la clasificación general”, dice, precisando más en qué consistirá su aprendizaje. “No estaría mal terminar entre los 10 primeros. Llego, de todas maneras, mejor que como llegué a la Vuelta”.
Mas ganó espectacularmente en la Vuelta la última gran etapa de montaña y comprobó que había llegado hasta terminar segundo en la general. “Aguanté justo hasta el último día. Reventé en la cena de despedida, donde me puse a vomitar”, recuerda, y también recuerda que despertó tantas expectativas en los demás y en él mismo que no dudó en empeñar todo el año 2019 en la preparación de su debut Tour. En febrero pasó unas semanas en Antioquia, Colombia, probando por primera vez los entrenamientos a más de 2.300m, y en mayo se fue a la altura de Sierra de Nevada. En junio compitió en la altura de la Vuelta a Suiza y en la altura del San Gottardo, cuando salió a probarse en los adoquines del colosal paso alpino, vio cómo le adelantaba por la derecha Egan Bernal, del que todos hablan ya casi como si hablaran del nuevo Merckx. Mas prefirió mirar al barranco insondable de su izquierda antes que al colombiano de las alturas que le adelantó y no sabía si era una moto, un pájaro, qué. “Pero entre aquel día y los Alpes del Tour habrá un mes de diferencia… No será lo mismo”, dice Mas, a quien no asusta que el Tour del 19 incluya siete puertos por encima de los 2.000m (incluidos los descomunales Iseran, Izoard y Val Thorens, más los venerables Tourmalet, que será final de etapa, y Galibier, y Vars y Tignes), a la altura en la que respirar ya es un problema. “No me da miedo la altura”, dice. “Habrá que subir guardando, sin gastar en ataques repetidos”.
Una docena de nombres
De Mas no se habla mucho. Su nombre no lo citan los especialistas que hablan de Egan, Thomas, Nairo, Bardet, Fuglsang, Landa, Pinot, Kruijswijk, Urán, Nibali, Porte o Adam Yates, lo que a él no le disgusta, antes al contrario, como tampoco ve negativo correr el Tour en un equipo belga que solo piensa en ganar etapas con un esprínter italiano, Viviani, y un cazador francés, Alaphilippe. “Me vendrá bien este equipo para la contrarreloj y para las etapas llanas”, dice. “Estas son las que me preocupan de verdad. Y estará bien sentirme tan arropado, pero no me podré despistar, ¿eh?”.
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