España - Alemania, la revancha
Los finalistas de 2017 repiten duelo en esta edición bajo signos parecidos. Ceballos vuelve a abanderar a la selección favorita frente a un adversario experto en castigar el exceso de confianza
La Eurocopa sub-21 de 2017 concluyó como suelen acabar todas las finales: ganó Alemania (1-0). El mazazo de Cracovia puso término a la fe de la generación de Asensio, Llorente, Saúl y Ceballos, aunque a Ceballos, por su juventud, el destino le reservó una segunda oportunidad. La Eurocopa sub-21 vuelve a desembocar en una final entre España y Alemania. El guión es el mismo solo que se acentúan los perfiles. Se juega en Údine (20:45, Cuatro), al pie de los Alpes, bajo una inaudita ola de calor, y los participantes son equipos que redoblan el nivel de sus predecesores.
Ceballos y Oyarzabal, veteranos de la última edición, advierten de que han venido a por la revancha. Ambos lideran un equipo asombroso. No puede calificarse de otro modo el ejercicio de demolición (5-0) al que sometieron a la mejor generación de Polonia en mucho tiempo, ni es normal la solvencia con la que destrozaron a una sólida Francia remontándole un gol en contra para humillarla camino de la goleada (1-4). Los enviados de los principales clubes de Europa al torneo italiano advierten de que estamos ante un grupo de jugadores absolutamente extraordinario. España exhibe más recursos que nadie a partir de sus centrocampistas, circunstancia que evoca a la edad de oro, aquella que encabezaron Xavi e Iniesta hace una década.
El sentimiento de confianza en la expedición es palpable, desde el veterano Ceballos al prudente Fornals, pasando por el preclaro Roca y el bravo Fabián. Cuesta más calibrar si los muchachos serán capaces de canalizar el optimismo y la energía hacia un estado mental de alerta competitiva. Si no lo hacen podrían correr la suerte de sus antecesores en Cracovia en 2017. Porque no se medirán a cualquier adversario. Les espera un equipo con rasgos de las mejores selecciones alemanas: es una apisonadora.
El peligro de Alemania es patente en unas cuantas circunstancias. Están prevenidos de que enfrentan a una selección táctica y técnicamente superior y plantearán el partido desde ese sentimiento de resistencia. “España es favorito”, proclamó ayer Stefan Kuntz, su entrenador. La historia del fútbol recuerda que no hay mayor roca que un equipo alemán alarmado. Esta selección, además, posee muy buenos jugadores en todas las líneas. Dahoud, Waldschmidt, Mittelstädt o Eggestein conocen el oficio a la perfección. Encarnan las virtudes de la nueva escuela germánica, saben administrar la pelota con ingenio, y además saben cómo plantear un partido cerrado y corrosivo.
La piedra de toque para esta magnífica reunión de jugadores españoles resulta intimidante. Ceballos y sus compañeros solo se impondrán si no dejan que la euforia empuje su juego hacia la frivolidad. Los recreos contra Alemania siempre se han pagado muy caros.
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