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Champions League - final - jornada 1Así fue
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Dele Alli, el triunfo de la contradicción

Convertido en un ídolo multimillonario desde los 20 años, el centrocampista del Tottenham atravesaba su peor momento futbolístico cuando liquidó al Ajax en semifinales

Diego Torres
Delle Ali, durante el último entrenamiento del Tottenham.
Delle Ali, durante el último entrenamiento del Tottenham.Getty

Es un espectáculo ver a Bamidele Jermaine Alli, alias Dele, comer espaguetis los días de partido. El codo hincado sobre la mesa, el reloj de oro en la muñeca de la mano que sirve de sostén a su mentón, punto de apoyo del cráneo románticamente inclinado hacia un costado en actitud soñadora, mientras la mano derecha, liberada a la creatividad, manipula el tenedor enroscando la pasta antes de conducirla lentamente al umbral entreabierto de una boca que más que tragar parece a punto de emitir un ronquido. Los bocados no alteran la mirada perdida en un lejano recuerdo, quizá en su último viaje a Las Vegas, o en su paso fugaz por las Bahamas, Hollywood o la Polinesia, a bordo del jet privado que cada vez que tiene unos días libres le lleva de gira ociosa por un mundo que ya se le quedó pequeño.

El barullo del comedor de las concentraciones del Tottenham contrasta con el aislamiento de Dele Alli, que tiene 23 años pero se encuentra firmemente instalado en su condición de superestrella del fútbol inglés desde que regresó de la Eurocopa de 2016 y los patrocinadores comenzaron a pagarle 30 millones de euros por temporada por hacer cosas como enrolarse en interminables partidas de Fortnite vía Twitch.

Alli alcanza la final de la Champions en el pico de su popularidad y en lo más bajo de su nivel futbolístico. Viene de jugar media temporada arrastrando los pies. Parecía a punto de desinflarse el 8 de mayo, cuando reapareció en la segunda mitad de la vuelta de la semifinal contra el Ajax para completar dos pases de gol que son un reflejo de las contradicciones de su vida. Dos maravillas de la clarividencia. Dos relámpagos en la oscuridad de una voluntad que parecía apagada. La temporada del Tottenham, como los recovecos psicológicos de Alli, encierra paradojas en todos los rincones.

Atleta esplendoroso, Alli elevó su caché cuando apenas siendo un profesional confirmó su condición de hiperactivo. La Premier 2014-15 le consagró como un centrocampista incansable, tocado por el don de aparecer siempre libre y llegar por sorpresa al área rival. Su valor se relacionó directamente con la capacidad para desplegarse. Se movía tanto que siempre acababa por dar continuidad a las jugadas y eso en el fútbol contemporáneo se cotiza en oro.

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Hasta que se convirtió en reclamo de anunciantes y maniquís no paró. En 2018 comenzó a perder la energía que le distinguió. Sin la imaginación ni la visión pasadora de los mejores interiores, sin potencia para regatear y sin técnica que le distinga, la falta de actividad le aproximó a la vulgaridad. En la ida de la semifinal en Londres parecía un exjugador. Esa tarde, ante un Ajax arrasador, se le vio perdido. Desde la banda, Mauricio Pochettino, el entrenador, le contempló resignado.

¿Qué podía hacer Pochettino si la mermada plantilla del Tottenham no le brinda más alternativas? Maestro en el arte de aplicar el sentido común, no solo mantuvo a Alli en su puesto de indiscutible figura sino que no le perturbó con filípicas ni amenazas. “Da igual que yo haga un discurso motivacional brillante”, dijo ayer el técnico; “cuanto más avanza el tiempo hacia un gran partido menor es nuestra capacidad de intervenir. En situaciones de máximo estrés, como una final, juegas con el piloto automático. La clave es que los jugadores no piensen que los miran millones, que todos estén juntos ayudándose, que exista una buena comunicación, y que disfruten”.

La iluminada gestión de Pochettino ha elevado al Tottenham, y a Dele Alli, muy por encima de sus contradicciones.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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