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El Giro de verdad comienza el domingo ascendiendo a San Marino

Sprint victorioso de Ewan la víspera de la complicada contrarreloj con subida a la capital de la república incrustada en la península

Ewan celebra la victoria en la octava etapa del Giro.
Ewan celebra la victoria en la octava etapa del Giro.giro de italia
Carlos Arribas

Para el ciclista, el presente es un tiempo imaginario que Pello Bilbao descubre mientras, sentado a la mesa del desayuno, un masajista del Astana de aires soviéticos y aspecto bruto le masajea suave la espalda y el cuello y deja que le invada el placer mientras, quizás, el mar cercano le canta un bolero de soledad, como canta Natalia. Cuando emerge del nirvana, el ciclista que ganó la etapa de L'Aquila, ya sabe que el pasado no es nada, que el futuro le acosa en forma de contrarreloj el domingo, el día que comenzará otro Giro. Antes, ya que pasa por Pesaro, donde los viejos pasean en bicicleta sujetando un paraguas bajo la lluvia por el paseo marítimo, cenará caneloni. Dicen que la vida es así.

Dicen que no es así la vida de Primoz Roglic, el líder real de una carrera que guiada aún de rosa por el sustituto Valerio Conti, que pasó sin problemas el día de transición a tutta hacia el norte a lo largo de la larga costa del Adriático revoltoso. Final nervioso de clásica frenética. Sprint de un pelotón despedazado que corona a Caleb Ewan y premia el trabajo excesivo de su equipo, el Lotto.

El ciclista esloveno que aterrorizó a todos en el prólogo de San Luca se reconoce solo en el presente y en su presente vive. Como ha demostrado toda la temporada, con victorias en la general del Tour de los Emiratos, Tirreno-Adriático y Tour de Romandía trufadas con numerosos triunfos de etapa, el pensamiento estratégico no forma parte de las preocupaciones de Roglic, lejos de él la posibilidad de pensar que la renuncia de hoy puede ser el tesoro de mañana. Roglic es un corredor de instinto que si ve una oportunidad de victoria va a por ella, aunque a largo plazo no le rente. Por eso muchos de los técnicos rivales pudieron un interrogante junto a su nombre el día de Frascati, cuando no intentó ganar la etapa en el repecho de Carapaz. Algo falla ahí, pensaron. Roglic no es así. Roglic debería haber intentado ganar y, si hubiera estado bien, habría ganado.

Por eso, aunque por la boca digan lo contrario, no todos le temen en la contrarreloj de hoy, un curioso trazado mixto que no es ni cronoescalada ni contrarreloj llana: 22 kilómetros más o menos salpicados hacia arriba y un puerto de irregulares subes y bajas de 12 kilómetros al 4,5% hasta los 648 metros de altura de la capital de la República de San Marino, el único trazado del Giro 19 más allá de las fronteras de Italia. “La contrarreloj será para nosotros un ejercicio puramente defensivo”, dice Beppe Martinelli, el responsable del Astana de Superman López, plan A, y Pello Bilbao, plan B, y representa a todos los rivales de Roglic, que, retirado Dumoulin, comparten el mismo perfil escalador: Nibali, Yates, Landa, Carapaz. “Es un recorrido que no me recuerda a ninguno en todos los Giros que llevo. Hace 40 años, en 1979, ya hubo una contrarreloj Rimini-San Marino que ganó Saronni, pero se subía por otra carretera, más tendida”. No cree necesario Martinelli, un veterano técnico italiano que guio al mejor Pantani a sus triunfos, y estuvo junto a él en su hundimiento, y luego llevó a Aru y Nibali, y a Landa, que los ciclistas deban cambiar de bicicleta para subir mejor los últimos kilómetros. “La cabra también ayudará en la subida”, dice. “Hay zonas de descenso en las que vendrá bien la rueda lenticular”.

Martinelli vive en el futuro y en el cálculo y concluye que todos los favoritos, que se encuentran ahora en un arco de entre 35s (Yates) y 1m 49s (Landa) de Roglic, cederán más o menos un minuto (2s por kilómetro) respecto al esloveno, y con esa desventaja iniciarán el jueves, en el Piamonte, la remontada de los escaladores.

Unzue, el director de Landa, vive más bien en el día siguiente al futuro y no habla de tiempo —"es muy desagradable calcular pérdidas", dice el director que llevó a Indurain, el monstruo que sí que hacía calcular a todos sus derrotas— sino de rearme moral. “No miro el cronómetro, solo espero que le salga bien, que se sienta bien, que sea, de una vez, el Mikel que aún no hemos podido ver”, dice Unzue. “Y Carapaz la hará muy similar. No son especialistas como tampoco lo son Yates, Nibali y Superman, que serán las referencias con las que deberemos medirnos”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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