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LaLiga Santander jornada 37
Girona
Girona
Stuani 60'
1 2
Finalizado
Levante
Levante
Morales 61'Enis Bardhi 86'

El Girona, con un pie y medio en Segunda

El equipo de Eusebio cae con el Levante, ya salvado, y para no bajar deberá vencer a Alavés a domicilio y que el Celta pierda ante el Rayo, además de salvar una diferencia de siete goles

Jordi Quixano
Los jugadores del Girona lloran una vez consumada la derrota ante el Levante.
Los jugadores del Girona lloran una vez consumada la derrota ante el Levante.TONI FERRAGUT

Atronó la banda sonora de Juego de Tronos al tiempo que arribó a Montilivi el autobús del Levante, envuelto entre abucheos y gritos de “¡Girona, Girona!”. Reclamó Eusebio a su afición que alentara al equipo, que estuviera también a las duras tras un año y medio de luna de miel. No pudo haber mejor replica de la hinchada, que acompañó en masa al equipo en su trayecto al estadio y recibió al autocar con una riada de bengalas y petardos para formar una bruma y estruendo que daba más épica a la bienvenida. Era el día del desgañite porque no quedaba otra, porque las siete derrotas en los últimos ocho encuentros –una losa de difícil digestión- ponían al Girona en la pira de Segunda a no ser que firmara un triunfo y consiguiera una bola extra para depender de sí mismo en la última jornada. Lo necesitaba porque de lo contrario podía darse de bruces con el mayor de los castigos, con el descenso. Pero las cábalas nada tenían que ver con el balón en juego y ahí el Girona dio otro paso de cangrejo. Quizá el penúltimo porque la vida, a falta de una jornada y una quimera, se le agota.

Resulta que el duelo empezó torcido para el Levante, que vio como Toño se lesionaba en la primera jugada tras un topetazo con Portu. Entró Pedro López y Coke cambió de banda pero no de chip porque suya fue la pifia que propició el robo de Portu y la contra de Stuani, que pudo chutar en el área pero Vezo corrigió a tiempo. Calco de lo que ocurrió instantes después, cuando Rober Pier repitió desastre desde la raíz y Stuani logró chutar para que Aitor desviara a córner. Era un arreón en toda regla y Lozano casi emboca el siguiente centro de un testarazo. Pero todo se quedaba en el casi. Como en ese eslalon de Valery que no encontró rematador; ese centro de Lozano que no conectó con Stuani; ese pase interior de Douglas Luiz que no recogió por poco Portu; y esa asistencia de Muniesa por encima de la defensa que Coke se tragó y Portu remató con mala baba pero poca definición.

No acertó el Girona y eso que el Levante tenía el gafe, lesionado también Rober Pier a los 20 minutos, lo que condicionó a su equipo y entrenador, que con más de una hora por delante solo le quedaba un cambio y poco margen de revolución. Eso es lo que intentó Morales, único en ofrecer profundidad por la izquierda, también regate y hasta chut, pero Bono sacó los puños con tino como también hizo con esa falta lateral lanzada por Campaña. No había más del Levante, apocado como estaba ante la electricidad que desprendía el Girona, tan desafinado en el juego colectivo como inmune al desaliento. Entre otras cosas porque se dedicó a buscar a Stuani, siempre con centros laterales o desde la Conchinchina, tarea fácil para las dos líneas del Levante, que se agrupaban en el área para echar balones fuera.

Pretendió el Levante decir la suya con triangulaciones rápidas, siempre con Bardhi como crupier y con Morales como final, pero se perdió en los últimos metros, falto de fútbol e ingenio. Algo similar le sucedió al Girona, que a la que tocó en campo ajeno arrinconó al contrincante, pero sus centros seguían sin surtir efecto, con un remate desviado de Lozano cuando Montilivi ya cantaba gol y otro Valery que se perdió por poco. Pero en una de esas, Lozano se ganó la posición en el área y le pegó raso y fuerte. Despejó Aitor y Stuani, el rey del área, apareció para empujarla a gol. Gloria que duró poco porque Morales, apenas un par de jugadas más tarde, atendió a un centro lateral para poner las tablas. También el nerviosismo porque el Girona tenía poco a ganar y mucho a perder. Sensación que creció con esa jugada en la que Campaña fue expulsado por un teórico penalti a Stuani y que el colegiado debió de revisar en el VAR. Al final, decretó que no, que se había equivocado.

Y entre el disgusto y el enfado, también después de un gol que se le escapó por milímetros a Muniesa, se acabó lo que se daba. Sobre todo porque una pérdida ingenua en la construcción provocó la contra del Levante que concluyó Bardhi en gol. Fue el peor de los mazazos, el castigo que se lleva al Girona a Segunda a no ser que obre un milagro, pues debe ganar al Alavés a domicilio y que el Celta pierda en su casa frente al Rayo, además de recuperar una renta de siete goles. Casi imposible.

Eusebio: “Sólo me queda pedir perdón”

No hizo caso a la primera pregunta que le hicieron, obnubilado como estaba por el descalabro. “Es un momento difícil”, logró articular Eusebio tras más de 10 segundos intentando reprimir las lágrimas, con voz entrecortada; “pero lo primero que quiero hacer es asumir mi responsabilidad. Tengo una gran responsabilidad. Llegué con una ilusión enorme, me sentía fuerte y capacitado. He trabajado con la confianza de que lo íbamos a conseguir, pero no ha sido así. Les he fallado y al club en la confianza que depositó en mí”. No había consuelo para el técnico del Girona ni para el capitán. “Hemos perdido nuestro sueño”, decía Granell a la vez que se le resbalaban las lágrimas; “estoy muy triste. Hemos vivido noches de mucho dolor y deseo que volvamos a soñar con regresar a Primera”.

Daban por hecho todos el descenso del Girona, por más que aún le queda una oportunidad, pues debe ganar al Alavés a domicilio a la vez que el Celta caiga en Balaídos frente al Rayo, además de salvar una diferencia de seis goles. O sea, que necesita siete para seguir de pie en Primera. “No sabía ni que había una opción remota de mantenernos. El único objetivo de esta noche era ganar”, admitió Granell. Y Eusebio siguió con su discurso, lejos de pensar en el milagro. “Lo único que me queda es pedir perdón a la dirección deportiva, a los dueños, a los jugadores y empleados, a la afición y a todos los que queréis al Girona. No he sido capaz de darles lo que esperaban”, señaló.

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