El Madrid ataja con Benzema
Los blancos, locos porque acabe una temporada que se les hace eterna, caminan hacia el futuro enganchados al galo, autor de tres goles goles ante un flojo Athletic
Tan latoso y eterno se le hace este curso, que el Madrid ha decidido acortar su engorrosa temporada de forma insólita. Ataja hacia el futuro mientras enfoca cada partido solo a medias. Los primeros tiempos los reduce a un muermo, los despeja de mala manera como un conjunto que se siente apolillado. Solo se concede alguna chispa tras los intermedios. Ocurrió de nuevo ante un envarado Athletic, que nada dijo al inicio ni al final. Lo contrario que su adversario, que a hombros de Benzema espabiló en el segundo acto. Suficiente para fundir a un conjunto vasco muy chato. Llegaba lanzado rumbo a Europa, pero en Chamartín descarriló.
En un clásico de LaLiga, en estos tiempos de incordio para los madridistas nada fue más clásico que el excitante Benzema que ha resurgido en el año I después de CR. En una época de tanto chasco, nadie se ha rebelado como el francés. Así de desconcertante es este Madrid de entretiempo. Nadie se ha remangado como quien era tachado por el más pusilánime de la caseta (con permiso de Bale). Hoy es el mejor sonajero. Baliza para todos y clínico ante el gol. Frente al cuadro de Garitano, Benzema valió por tres. El fútbol tiene guiños de lo más imprevistos: el melancólico Karim sonríe más que nadie en tiempos borrascosos. Si antes anotaba de vez en cuando —casi en la intimidad—, hoy no para de brindar: 21 goles en LaLiga, ocho en los últimos cinco choques. Si antes era el hercúleo CR quien llevaba a los rivales de cabeza, hoy Benzema vuela más que nadie. Hasta en dos ocasiones golpeó al Athletic con dos cabezazos. Y cerró la sobremesa penalizando el segundo error de Herrerín.
Nadie fue Benzema durante un primer tiempo que ni los masocas rebobinarán. Como mucho, Vallejo, el último en ser examinado por Zidane, que mandó al exilio de la grada a Ceballos y Marcos Llorente. En medio de un partido lleno de nudos, con imprecisiones infinitas, con dos equipos planos, choca que choca unos y otros, con la pelota pide que pide clemencia, de entrada solo Vallejo no dio la nota. El chico, tan azotado por las lesiones, aprobó como centinela de Williams, que llegó al Bernabéu tan expansivo como este Athletic aupado por Garitano. Vallejo apenas dejó girarse a Williams para medirse en carrera y su equipo pagó con creces la desconexión con su jugador bandera. Sin pista para acelerar, Williams no es lo mismo como delantero boya. Así que con los madridistas en plan peñazo y los leones afeitados por Vallejo, se llegó al descanso entre bostezos y un solo remate a puerta: un cabezazo de fogueo de Raúl García a manos de Keylor.
En el retorno de una tregua que ninguno mereció, Benzema tocó la corneta y el partido ya tuvo un pase. Al menos por parte local, por más que fuera el Athletic quien hiciera de despertador. Vallejo se cruzó como un titán para abortar una contra visitante que pretendía cerrar Williams en los morros de Keylor. La jugada derivó a campo del Athletic, que tuvo una marcha atrás muy parsimoniosa, y Asensio, sobre la marcha asistió a Benzema con precisión de cirujano. El galo estampó la pelota en la red entre Yeray e Íñigo Martínez, tan mal colocado uno como el otro. Con Benzema de guía se animaron algunos como Asensio, Kroos y Marcelo. En la otra orilla, a Carvajal y Lucas arrojo nunca les falta. Garitano alteró el sistema, con Muniain de enlace con Williams y Raúl García como volante por la derecha. Sin consecuencias para el devenir de un duelo en el que por fin ya había apuntes. Todos blancos: un sombrero de Benzema a Yeray, ¡un asombroso despeje con el hombro de Marcelo!, un regate de Brahim, una ruleta exquisita de Asensio a lo Nureyev... El potencial del mallorquín aún solo se traduce en un goteo infrecuente. A Asensio le falta fútbol protesta. De talento va sobrado.
Frente a un Athletic laxo, inconsistente en las áreas y poco fluido en el medio, el Madrid, sin deslumbrar, al menos ya no fue un equipo momificado. A su mejor puesta en escena también contribuyó su contrario. Al despiste de los centrales en el primer gol se añadió Herrerín, que se fue de parranda en un córner ejecutado por Modric y permitió el cabezazo de Benzema con la portería abierta de par en par. Jugaba Benzema, la gente silbaba a Bale y el partido no tenía remedio para el Athletic —no tuvo una ocasión clara hasta el último minuto— cuando llegó el tercero. De Benzema, por supuesto. En quien el Madrid ha encontrado el mejor redentor posible en este suplicio que le resta hasta el final de campaña. Y nadie ataja como Benzema.
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