Fognini abruma a un Nadal desconocido
El número dos, irreconocible por momentos, se rinde ante el recital del italiano: 6-4 y 6-2, en 1h 36m. El italiano disputará su primera final de un M-1000 contra Lajovic, ganador frente a Medvedev (7-5 y 6-1)
Asistió Montecarlo a una circunstancia extraña y anómala, a una tarde rarísima en el tenis. El ronroneo de un avión que sobrevuela el cielo coincide con la frustración de Rafael Nadal, rendido y derrotado (6-4 y 6-2, en 1h 36m) en las semifinales del Principado, uno de sus dominios predilectos. Sorprende la derrota, pero todavía más el cómo, la forma. La tarde describe a vencedor en éxtasis y desatado, Fabio Fognini, y a un rey de la tierra irreconocible y decaído. No hay rastro de Nadal, del Nadal de toda la vida. Esta vez, noticia en toda regla: no hay épica ni revuelta, ni atisbo alguno de contestación. El campeón de la mente granítica baja los brazos y se entrega al festival del italiano, desatado e incontenible hasta que cierra una victoria perfecta.
Ocurre todo en el día gris de Montecarlo, donde Fognini propuso todo aquello que tiene y que todo tenista querría: tiene golpes, tiene ingenio y tiene personalidad, tanta de esta última que se hablaría de otro tipo de carrera si fuese capaz de controlar a ese demonio interior que tantas veces le traiciona. Solo alguien como él, descaro puro, respeto el justo a cualquier tipo de jerarquía, podría hacer algo similar a lo que hizo. Tumbó a Nadal en un torneo que el español ha celebrado 11 veces y en el que enlazaba 18 triunfos seguidos, 25 sets, desde que Novak Djokovic le derrotase en las semifinales de 2015.
“Vengo de un momento bajo en términos de lesiones, y en lo mental no ha sido fácil aceptar todas las cosas que han ido ocurriendo. Ha sido uno de esos días en los que todo te sale mal”, declaró el número dos, que se aleja de Nole en el ranking al perder 640 puntos, los descontados tras haber ganado el torneo el año pasado. “He jugado uno de mis peores partidos en tierra en 14 años...”, se reprochó. “La visión es clara: jugué muy mal contra un buen jugador, merecí perder. Podríamos hablar de técnica o táctica, pero es sobre todo un día en el que las sensaciones no están”, zanjó.
Durante la semana, Nadal había ofrecido un rendimiento lineal, sin excesivos brillos pero con la autoridad de siempre sobre la arcilla. Guido Pella le había hecho cosquillas el día anterior, aunque la cosa no fue a mayores. Sin embargo, contra Fognini fue apagándose hasta ofrecer una imagen inusual, desbordado y aceptando el destino al que tantísimas veces le ha llevado la contraria. Esta vez no hubo respuesta, ni resiliencia, ni la sobada terminología asociada a las grandes gestas del mallorquín. En el segundo parcial, Nadal sufrió una desconexión. Y Fognini, soberbio, fue trazando líneas y encontrando huecos con esa aceleración tan característica.
‘Il Bello’, un azote sobre arcilla
Muy poquito necesita el italiano (31 años, 18 del mundo) para inventarse puntos inverosímiles. De la nada saca un todo, y de bolas aparentemente muertas puede idear aguijonazos. Produjo 21 golpes ganadores y descosió el servicio de Nadal (44% de productividad con primeros y 39% con segundos) con un revés plano y meteórico, y una derecha picassiana. Y eso que todo comenzó de una forma muy diferente. Nadal le rompió el saque y marcó distancia al principio (3-1), pero luego llegó el giro. El italiano le cercó, lo acorraló y lo abrumó. Fognini, con la fina barba renacentista que recorre su mandíbula, empezó a repartir brochazos y derribó por cuarta vez al de Manacor, la tercera en arcilla; antes lo había hecho en Río de Janeiro, Barcelona y Nueva York, todas ellas en 2015.
Pocos rivales tan incómodos para Nadal (25 errores no forzados y solo 10 winners) como el de San Remo, una de sus némesis en tierra batida. Solo Djokovic le ha superado más veces (7) que él en este terreno, e iguala con Dominic Thiem y el argentino Gastón Gaudio (3). Por detrás figuran Roger Federer, Andy Murray y David Ferrer, con 2, y luego vienen, entre otros, jugadores como Verdasco, Almagro, Zeballos, Cuevas, Soderling o Wawrinka (1).
Artista como pocos, tan bueno como quebradizo, Il Bello parece irremediable porque su deseo no es proporcional a su talento. El aficionado le demanda, pero él no atiende. Juega cuando quiere, va y viene desde hace tiempo, de arriba abajo porque no encuentra atractivo al día a día del tenista, y sí a los retos superiores como el de batir al español allí donde es prácticamente invencible. Sin ningún título de envergadura –posee ocho, pero sin romper la barrera de un 500–, afronta ahora (14.30, #Vamos) su primera gran final.
Caso idéntico al de Dusan Lajovic, moldeado por el catalán José Perlas, en su día preparador del propio Fognini. El serbio, de 28 años y 48 de la ATP, batió por 7-5 y 6-1 a Daniil Medvedev, verdugo de Djokovic un día antes.
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