El Rayo frena la escalada del Valencia
“Solo reconocí a uno o dos de mis jugadores”, dijo Marcelino, muy molesto por el penalti fallado por Parejo en el arranque de un partido que agrandó la figura del portero Alberto García
Los caminos del Valencia y el Rayo se cruzaron en la tarde intempestiva de Vallecas. Soplaba el viento y la lluvia racheada mojaba las tribunas en un clima de astenia primaveral entre los hinchas. “¡En Segunda B, allá donde estés, yo te seguiré!”, cantaban los Bucaneros. Si el Valencia venía a coronar tres meses de escalada —doce partidos invicto— con una victoria que le habría metido en Champions, el Rayo venía de cosechar un punto en nueve partidos. Las señales del descenso inminente se multiplicaban, incluso entre los que no dejaban de cantar. No solo por la penúltima posición en la tabla. El Rayo parecía moralmente abatido cuando comenzó el partido.
Mario Suárez, eje del Rayo de Paco, no conseguía conectar con sus volantes y las combinaciones se desmontaban con sencillez frente al área de Neto. Al Valencia le bastaba con plantarse ordenadamente en el campo para dar una impresión de equipo cuajado. Kondogbia y Parejo parecían serenos haciendo girar la rueda, y a poco que lo hacían la defensa rival crujía. En una jugada aparentemente irrelevante, Gálvez rozó a Rodrigo y el juez pitó penalti. Corría el minuto 25. Parejo midió los pasos, abrió el pie, y Alberto García le paró el tiro centrado.
El fallo no deformó al Valencia pero elevó la fe del Rayo, que comenzó a elaborar y a presionar con más coordinación. Mario Suárez, Pozo y Embarba desencajaron a sus rivales en una de estas asociaciones. Embarba desbordó por la derecha a Diakhaby y su pase raso dejó perplejos a Neto y Paulista. Se les anticipó Raúl de Tomás para meter el primero. El 1-0 fue la catapulta del Rayo. La hinchada se enloqueció y el Valencia comenzó a ponerse nervioso y a incurrir en imprecisiones. La entrada de Guedes abrió el abanico de soliciones a los visitantes, pero con demasiadas intermitencias. Alberto García, designado portero titular después de ser suplente con Míchel, tuvo ocasión de destacarse otra vez salvando un mano a mano ante Parejo. El capitán valencianista se le presentó solo en el área después de tirar una pared con Guedes. La hinchada rayista se sumió en el desenfreno: "¡Sí se puede! ¡Sí se puede!", coreaba la gente, puesta en pie, presa de la ansiedad, contando los minutos.
Cumplido el tiempo reglamentario, Mario Suárez metió el 2-0 a la salida de un córner. Cuando el árbitro señaló el final, Abdoulaye Ba y el rubio Alberto García corrieron a abrazarse y se arrodillaron sobre la hierba mojada. El Rayo sumaba nueve partidos encajando goles. El cero en el marcador propio auguraba el final de un largo periodo de sufrimiento.
“Estoy bastante decepcionado con el partido que hemos hecho”, dijo Marcelino, que dio descanso a Soler, Guedes y Garay. “Hemos sido muy poco contundentes en las áreas. Antes del 1-0 fallamos dos mano a mano y un penalti. En el 1-0 cometimos un error grave en defensa. Reconocí a uno o dos de mis jugadores, el resto estuvieron por debajo de su nivel. Si todos hubieran jugado tan bien como Kondogbia esto no habría sucedido”.
El rostro descarnado de Marcelino armonizaba con su desventura. Pálido después de horas de estrés y una velada desagradable bajo continuas ráfagas de insultos por parte de la afición local, el entrenador visitante se mostró más contrariado que nunca en esta temporada. El Rayo no ganaba desde el 28 de enero, cuando se impuso 0-1 al Alavés. El Valencia no perdía desde el 5 de enero, también ante el Alavés 2-1. En Mendizorroza se abrió el círculo para los dos. En Vallecas se cerró. Para exaltación de Paco Jémez: "Hoy le hemos ganado a uno de los mejores equipos de Europa. Hemos hecho una auténtica barbaridad. Esta victoria debe convencernos de que podemos competir con los mejores".
La derrota expone al Valencia a perder la quinta plaza a manos del Sevilla. Ahora están empatados, con el Getafe con un punto más y un partido menos, el de este domingo ante el Athletic en el Coliseum. La victoria no saca al Rayo del penúltimo puesto pero lo deja a tres puntos de la salvación
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