“Te sigo echando de menos, Roberto”
El presidente del Sevilla, José Castro, recuerda la figura del fallecido presidente Alés, máximo dirigente del club entre 2000 y 2002
No había una hora estimada. Podía ser la primera llamada del día, podría ser la que interrumpiera una reunión -porque a él siempre había que cogérselo-, podría ser la que recibiera nada más sentarme en el despacho… El cuándo era lo de menos, porque la llamada siempre llegaba.
Pero desde hace 32 días no llega. Y la echo de menos. Todavía hoy miro el teléfono esperando ver el 4003 en la pantalla, ese número corporativo del club que tanto bien me ha hecho durante mi presidencia. Contar todas las mañanas con su mensaje de aliento, con sus sabias palabras de ánimo y de confianza, estuviera como estuviera, en sus días buenos y malos… Eso es algo que no se puede explicar, algo, como se suele decir, que no tiene precio. Algo, en definitiva, que me hizo sentir especial e inmensamente afortunado.
A Roberto no lo olvidará jamás el sevillismo por su crucial actuación en una de las épocas más turbulentas de nuestra historia. Y a Roberto, desde luego, no lo olvidará jamás este presidente porque casi todo lo que he logrado en el mundo del fútbol se lo debo a él. Ser su vicepresidente, poder aprender de su mesura, de su saber estar, de su elegancia y categoría, de su sensatez… Ése sin duda fue el mejor curso que pude hacer para muchos años después dirigir al Sevilla FC y continuar con la etapa de éxitos que se inició bajo la presidencia de José María del Nido Benavente, después de que Roberto salvara a la entidad y la afianzara en Primera División.
Recuerdo, y recordaré por siempre, que cuanto más duro y crítico era el momento para mí, más apoyo recibía de él. Aquel “estoy a muerte con Pepe Castro” que pronunció en noviembre de 2015 el mismo día de una Junta de Accionistas, es sólo una minúscula muestra del colosal respaldo recibido por su parte.
¡Cómo admiraba, y admiro, esa templanza a la hora de manejar una crisis, esa frialdad para tomar decisiones en medio de una tormenta! Es casi imposible que los que lo conocíamos nos preguntemos qué podría haber hecho Roberto con un Sevilla FC saneado y en un marco de expansión económica como el actual.
Siempre he dicho que mi mejor momento como sevillista fue el de la final de Eindhoven, porque fue el principio de una nueva era. Pero como presidente nunca podré olvidar cuando ganamos la final ante el Benfica en el Juventus Stadium. Justo al concluir el partido fuimos a buscar a Roberto a su asiento para llevarlo, literalmente en volandas, a la primera fila del palco para que pudiera presenciar a pocos metros el paso de nuestros campeones. Recuerdo como Ángel María Villar, en ese momento presidente de la Federación, se levantó y le cedió su sitio. Recuerdo la satisfacción que me produjo ver a Roberto junto a mí volviendo a ser campeones de Europa. Lo recuerdo a él, emocionado, disfrutando un momento único. A mí ese instante de felicidad no me lo quitará nadie jamás.
Y cómo no recordar también cuando El Arrebato le cantó su himno, cambiándole la letra en su honor, en el homenaje que le organizamos apenas un mes después de aquella final. Y sus lágrimas. Y las lágrimas de sus seres queridos.
La realidad es que recuerdo a Roberto constantemente, sobre todo en esas mañanas en las que no llega la llamada del 4003… Y me angustia tener la constancia de que esas llamadas nunca llegarán. Pero, más allá de eso, cuando lo recuerdo me siento orgulloso por los muchos momentos vividos junto a él, por lo mucho que aprendí a su lado y, sobre todo, por haber sido su amigo hasta el final.
Allá donde estés, Roberto, tu presidente, tu vicepresidente y tu amigo, sobre todo tu amigo, te echa de menos.
Te quiero, Roberto.
¡Viva el Sevilla FC!
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