El Valencia-Real Madrid más dramático
Un gol de Tendillo privó del título de 1983 a los madridistas y salvó a los locales
Era el 1 de mayo de 1983 y el Madrid visitaba Mestalla. El Madrid era primero y el Valencia, último. El Madrid sería campeón de Liga solo con empatar, y podría serlo aun perdiendo. El Valencia descendería seguro si no ganaba, y aun ganando podría descender, según lo que sucediera en otros cuatro campos. Jamás había bajado. Solo hubo un gol y lo marcó un central, Tendillo, El Valencia se salvó y el Madrid se quedó sin título. Fue la temporada en la que, con Di Stéfano en el banquillo, quedó segundo en cinco competiciones: Supercopa (ganó la Real), Liga (Athletic), Copa (Barça), Copa de la Liga (Barça) y Recopa (Aberdeen).
La situación era así: el Madrid tenía un punto sobre el Athletic de Clemente, más el goal average. Por eso le bastaba empatar. Venía de tres victorias seguidas. El Valencia era último, algo increíble, pues había empezado la temporada como uno de los favoritos. Era el curso que siguió al Mundial de España y había recuperado a Kempes, devuelto por el River, que no pudo pagarlo. Pero todo salió mal. La penúltima jornada perdió en Balaídos, 2-1, y una tarjeta a Kempes provocó la acumulación que le impedía jugar este último partido.
Había cinco implicados en las tres plazas de descenso: Las Palmas, Racing, Celta y Osasuna, aparte del Valencia, el que peor lo tenía. Las vísperas, Justo García publicó un estudio en El País, del que resultaba que el Valencia solo se salvaba en un 4,1 % de las combinaciones (1-x-2) en los cinco partidos. Necesitaba ganar al Madrid, que Las Palmas perdiera con el Athletic, que el Atlético le ganara al Racing, que el Valladolid le ganara al Celta y que Osasuna y Barça no empataran. En cada partido cito delante al que jugaba en casa.
La mañana del partido, Luis Casanova, hijo del que fuera presidente mítico del Valencia, visitó a De Carlos, presidente del Madrid. Con el tiempo me contó que le asombró lo que le dijo: “Hoy perdemos. He visto a Di Stéfano y a los chicos salir de la reunión y algo anda mal”. Y es que Di Stéfano quería salir a empatar y varios de sus jugadores, sobre todo Juanito, reclamaron más audacia.
El partido comenzó a las cinco, en horario común con el resto de la jornada. El Valencia saltó al campo entre los sones del pasodoble del maestro Padilla, lo que anima al público, que aplaude. Saca el Madrid y no mueve el balón durante cinco minutos, sin que los jugadores del Valencia acosen. Estábamos en tiempos de las reivindicaciones de la AFE. El árbitro, Jiménez Madrid, no adopta ninguna actitud. En el descanso no descontará ese tiempo
Por fin empieza el juego y es un tostón. El Madrid espera, el Valencia no se atreve. El primer tiempo es un engrudo insoportable, sin más alteración que un tiro de falta de Metgod al larguero y, ya en el 44’, el gol de Tendillo. Un córner que bota Pablo al primer palo, el austriaco Weltzl peina hacia atrás y Tendillo aparece en el segundo para ganarle a Del Bosque y cabecear a placer.
Así nos vamos al descanso. En el vestuario del Madrid hay reproches, malas caras, Juanito lleva la voz cantante y se sale con otro espíritu: hay que atacar. Y, en efecto, el segundo tiempo es de una sola dirección, con el Valencia metido atrás y el Madrid atacando, cada vez con más ardor, más desordenadamente. En el 75’, Di Stéfano mete a Isidro por San José y a Pineda por Juanito, que se marcha molesto. Del apretón final surgen sendos remates al palo de Metgod y Santillana. Y el pitido final.
En el recuento de la jornada, el Valencia se ha salvado porque todo ha coincidido con sus intereses. En el último minuto, con 1-0 en Pamplona, Quini estrelló un tiro en el palo. Si ese gol entra, el 1-1 hubiera condenado al Valencia.
En Mestalla hay euforia entre los valencianistas, que aún celebran mientras Di Stéfano, abajo, no encuentra explicación: “Los jugadores han salido agarrotados”, se queja. Juanito responderá que salir a empatar es apuntarse a perder. De aquel partido salieron Di Stéfano y Del Bosque enemistados para siempre. Di Stéfano pensó que se calló, para jugar (por entonces había caído en la suplencia, salió por ausencia forzosa de Stielike) con un dolor en la planta del pie que le impidió saltar en el gol de Tendillo.
Tres años más tarde, Tendillo fichó por el Madrid y tuvo que contar en infinidad de entrevistas cómo fue aquello. Siempre dijo lo mismo: “Yo no le quité nada al Madrid, salvé al Valencia”.
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