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Gales, Irlanda y su huella neozelandesa en el desenlace del Seis Naciones

Ambas selecciones, definidas por sus técnicos oceánicos, se citan en Cardiff con el torneo en juego e Inglaterra a la espera

Imagen del choque del Seis Naciones disputado el 9 de marzo entre Escocia y Gales
Imagen del choque del Seis Naciones disputado el 9 de marzo entre Escocia y GalesRussell Cheyne (REUTERS)

Irlanda y Gales, dos selecciones que en los años 90 sumaron ocho cucharas de madera- el castigo por caer en todos los partidos- del entonces Cinco Naciones, han cambiado las tornas. La estadística es clara: se han llevado cinco de los últimos siete entorchados y siete de los últimos 11. Aquellos conjuntos emotivos pero desestructurados son hoy máquinas precisas con el genoma de sus arquitectos nezolendeses. Cuando Gales reciba este sábado a Irlanda (15:45, #Vamos) será el último partido del Seis Naciones para su técnico, Warren Gatland, que buscará su cuarto título y su tercer Grand Slam, el pleno de victorias. Enfrente, Joe Schmidt, que también dejará el puesto tras el Mundial, persigue su cuarto título en seis años. Dos kiwis han cambiado la historia de dos selecciones que se disputan de nuevo el torneo. Inglaterra, a la espera, recibe a las 18:00 a Escocia, que no gana en Twickenham desde 1983.

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Gales encajó 96 puntos ante Sudáfrica en 1998 y no fue casual: Inglaterra les endosó 60 y Francia, 51. Mientras, Irlanda 'perseguía' su tercera cuchara de madera. Desembarcaron entonces dos técnicos neozelandeses que pusieron los cimientos. Graham Henry -ganador del Mundial de 2011 con los All Blacks- vio pronto su autoridad cuestionada en Gales y Warren Gatland aterrizó primero en Irlanda, donde tampoco se ganó el puesto pese a dejar al equipo tercero en 2000 y segundo en 2001.

El proceso encontró restricciones pero se asentó en la base del rugby neozelandés: muchas horas trabajo y una preparación meticulosa. No tuvieron la habilidad de la materia prima en el país oceánico, incentivada desde la más tierna infancia, pero supieron adaptarse a los mimbres disponibles para reducir el aspecto emocional y aplicar consistencia. Gatland se hizo con Gales en 2007 y protagonizó dos gestas históricas del XV del Dragón: arrebatar en 2013 a los ingleses el torneo con un 30-3 en la jornada final y derrotarles en su Mundial —eliminándoles indirectamente en la fase de grupos— pese a una lista enorme de lesiones. Su estilo, tildado a veces de defensivo, le valía para triunfar en el norte pero perecer ante los grandes del sur. El tiempo ha ido matizando esa limitación con un juego más versátil y registra un récord nacional de victorias consecutivas -13- desde que cayera en febrero de 2018. Sus métodos y sus juegos en las ruedas de prensa han dado resultado en un país que veía debilitarse a sus clubes en Europa y perdía jugadores rumbo a Inglaterra o Francia.

Joe Schmidt se hizo cargo de una Irlanda que venía de caer en 2013 ante Italia. Su impacto fue inmediato y el XV del Trébol pasó del quinto puesto a llevarse el torneo de 2014. El triunfo del año pasado fue el tercero en cinco años para un proyecto con visos de tutear a los All Blacks en el Mundial de Japón este otoño. Frente al tono más beligerante de Gatland, Schmidt es un diplomático que aprende del pasado. Cuando Irlanda cayó en cuartos de la última cita mundialista, con bajas en sus hombres clave, se fijó el reto de ampliar la plantilla para campear con los imponderables. Desde entonces, el listado de debutantes es extenso.

Irlanda mantiene su delantera como un eje para dominar como nadie el juego estático. La derrota de los All Blacks en noviembre —su primera en Dublín— habla por sí misma: dejar al gendarme mundial sin ensayar son palabras mayores. La victoria inglesa en la misma plaza en el arranque del Seis Naciones fue un golpe sísmico, pero el técnico al que muchos señalaban para suceder a Steve Hansen en Nueva Zelanda —él asegura un periodo sabático— ha recuperado las bases y sus pupilos defenderán el título hasta el final. Duelo de gigantes en Cardiff.

Solo Gales depende de sí misma

Gales lidera la tabla con 16 puntos. Si gana, será inalcanzable, pues el Grand Slam tiene un bonus de tres puntos para evitar que ningún rival pueda rebasarles. Le valdría un empate o una derrota ante Irlanda con dos puntos bonus -cuatro ensayos y caer por menos de siete puntos- si Inglaterra no gana a Escocia. Mientras, el XV de la Rosa necesita ganar y que Gales no se imponga a Irlanda. Para el XV del Trébol los cálculos son más complejos. Necesita ganar a Gales -sin que los galeses logren amarrar los dos puntos bonus y ellos no anoten cuatro marcas- para rebasarles en la tabla y esperar un tropiezo inglés, ya sea empate o derrota. De poco les serviría ganar con punto bonus y una victoria inglesa sin él, pues aunque igualaran a puntos en la tabla (19), el average inglés está 69 puntos por encima, una barrera ya inalcanzable.

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