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CARTAS DEPORTIVAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pepu Hernández vuelve a la plaza

Uno no es capaz de meterse en el cerebro del entrenador Sánchez como responsable del fichaje del jugador Hernández (cómo ha cambiado el cuento) para saber su lógica

Pepu Hernández, en la final del Mundial de 2006
Pepu Hernández, en la final del Mundial de 2006ap

Estaba tranquilamente en casa el pasado martes, eran las diez y media de la noche y, como tenemos la absurda costumbre de no desconectar los dichosos móviles, me encontré leyendo una provocadora pregunta con la guardia baja; “Oye, ¿me quieres explicar esta nueva afición de Pepu?”. Los que hemos convivido con él sabemos que siempre ha sido aficionado al tabaco negro, lo que asociado a su barba de toda la vida, a sus habituales gafas de sol y a lo que, en definitiva, el maestro Antoñete hubiera identificado como su probada capacidad de sentarse en entrenador (“jamás olvidaré esa orden del veterano aficionado en la Plaza de Las Ventas —contaba el maestro—, frente a la absurda protesta de un recién llegado; ¡si quiere usted opinar aquí, aprenda primero a sentarse en torero”), en definitiva, decía, le han procurado una de las biografías más reconocidas en nuestro baloncesto. ¿En qué andaría esta vez nuestro campeón del mundo? A los diez minutos del primer mensaje, varios conocidos ya querían meterme de lleno en el partido, pese a lo alejado de las reglas del juego verdaderamente deportivo que uno intuye en la política.

Por eso me llegó mucho un divertido aviso de Anabel Díez, periodista experta en este tablero político desde hace varias décadas; “en estos próximos días temo una avalancha de metáforas deportivas algo forzadas en las páginas de nacional —la escuché decir en una tertulia de radio la mañana siguiente—, pero espero que rápidamente, al menos en mi cabecera, se nos exija un respeto al libro de estilo y se recupere el análisis político”.

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Estaba precisamente revisando un breve y provocador artículo de Harvard Business Review (Why Sports are a terrible metaphor for business, de Bill Taylor), y no se me han ido de la cabeza estas frases. “La lógica de la competición y el éxito (en el deporte y en los negocios), es totalmente diferente (…) Lo que hace verdaderamente estimulante el deporte profesional es que al final solamente gana un equipo y los demás acaban desalentando a sus aficionados. Para que gane un equipo deben perder los demás. La lógica de la competición en los negocios no es esa. Las empresas más exitosas, las que acaban generando más valor, no se preocupan tanto por aplastar en la competición como por deleitar a sus clientes.

Uno no es capaz de meterse en el cerebro del entrenador Sánchez como responsable del fichaje del jugador Hernández (cómo ha cambiado el cuento), para saber si lo ha hecho más con la lógica deportiva o empresarial que plantea el artículo de Harvard, pero lo sorprendente de la decisión me ha recordado a un fichaje que Estudiantes llevó a cabo en 1993, tratando de renovar la plantilla para buscar un nuevo impulso.

Guennadi Ouspenski era un alero ucraniano desconocido para los aficionados del equipo del Ramiro de Maeztu, pero con grandísimas cualidades físicas (casi 2,10m. de estatura) y técnicas (tiraba de 3 puntos con una facilidad pasmosa) que los entrenadores (Miguel Ángel Martín y José Vicente Hernández) habían analizado de forma exhaustiva. En cada entrenamiento de pretemporada, Ouspenski nos dejaba sin habla con acciones de otra dimensión. Pero Guennadi no hablaba nada de español ni de inglés, y su integración diaria dependía de un traductor simultaneo al que prohijamos en el equipo como uno más de la plantilla. La pretemporada pasó volando, y sin tiempo material para que Ouspenski pudiera aprender el idioma, en los primeros partidos de la verdadera competición no hubo manera de sacar el jugo a su baloncesto. Y llegó un día en que nuestra afición, con ese toque diferente que a veces distinguía a La Demencia, intervino para quitar hierro al asunto, aconsejando una solución alternativa a Miguel Ángel Martín: “¡Cura, por favor, saca al traductor!”. ¿Acabará Pepu sentándose en político en breve? Terminadas las sorpresas y las metáforas, eso es lo que verdaderamente acabarán exigiendo los aficionados a una plaza de primera como es el Ayuntamiento de Madrid. Qué salgan los toreros.

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