El Huesca no se rinde
El colista de la máxima categoría golea al Valladolid (4-0) y renueva su ilusión para apuntarse a la batalla por la permanencia
No hay que dar por liquidado al Huesca, que ha encontrado un hilo de esperanza del que tirar hacia la permanencia porque encadena, por primera vez en la temporada, dos partidos sin perder y sin encajar gol. Ahora el colista está a ocho puntos de los puestos de permanencia, con aliento renovado. Venía de empatar en casa de la Real Sociedad y en esta jornada superó con solvencia (4-0) al Valladolid, que parecía haberse levantado de una mala racha con un buen triunfo ante el Celta, pero que volvió a las andadas. Y con un batacazo inesperado, por juego, escenario y contundencia.
HUESCA, 4 - VALLADOLID, 0
Huesca: Santamaría; Etxeita, Insua, Pulido; Miramón, Herrera (Musto, m. 71), Rivera, Moi Gómez, Javi Galán; Enric Gallego (Ferreiro, m. 88) y Cucho Hernández (Chimy Ávila, m. 76). No utilizados: Jovanovic, Akapo, Aguilera y Gallar.
Valladolid: Masip; Antoñito, Kiko Olivas (Anuar, m. 82), Calero, Nacho; Keko (Hervías, m. 63), Alcaraz, Borja, Toni Villa (Enes Ünal, m. 54); Óscar Plano y Guardiola. No utilizados: Yoel, Joaquín, Moyano y Verde.
Árbitro: Munuera Montero. Amonestó a Cucho Hernández, Insua, Pulido, Javi Galán, Moi Gómez, Musto, Calero y Anuar. VAR: Iglesias Villanueva.
Goles: 1-0. M. 18. Enric Gallego; 2-0. M. 49, Pulido; 3-0. M. 52, Moi Gómez; 4-0. M. 77, Chimy Ávila.
El Alcoraz. 6.052 espectadores.
El equipo que prepara Sergio González suele mostrarse acorchado, complicado de hundir. En lo que va de campeonato apenas en tres ocasiones había permitido más de dos goles a sus rivales y se cimenta sobre una pareja de excelentes centrales. Nada de eso ocurrió en El Alcoraz. Fue un Valladolid rebajado, dañado por un partido que se presentó inusualmente abierto, desordenado y sin tregua hasta que se decantó. Pudo llevarlo a su lado el equipo castellano, que partió mandón y codicioso. El triunfo le suponía la golosa recompensa no solo de recorrer una nueva estación hacia la permanencia sino de instalarse en la zona media de la tabla. Al menos cabe reconocerle que tuvo voluntad por lograrlo y que igual todo hubiera sido diferente si al segundo minuto el meta local no frustra la estrategia que le brindó un testarazo en ventaja a Alcaraz.
Ese inicio obtuvo respuesta. Masip también debió estirarse para frenar a Enric Gallego en un inicio que parecía un final, un ameno entretenimiento, quizás uno de esos litigios que no le acaban de gustar a los entrenadores, siempre afectos a llevar las riendas bien cogidas.
Pero el planteamiento viró en cuanto el Valladolid esbozó que atrás tenía un inesperado agujero. Lo encontró Pulido con un pelotazo que sirvió para que Cucho Hernández y Enric Gallego le ganasen la baza a Kiko Olivas y Calero. Y lo hicieron además tras cambiarse los papeles que se les suponen porque fue el liviano el que saltó a prolongar y el tanque el que buscó la segunda jugada. Y ahí Enric Gallego no falló para estrenarse, con 32 años, como goleador en Primera División.
Todo continuó sin sujeción, pero el Valladolid perdió la pauta, se quedó sin llegada porque tampoco apareció su talento, por ejemplo el de Toni Villa o Keko. El equipo se desconectó de sus puntas, las bandas no produjeron y Sergio fue de lo primero que retocó para tratar de revirar la situación. Pero cuando lo intentó ya era tarde. El Huesca ganó el partido en el inicio de la segunda parte con dos goles consecutivos, uno tras saque de esquina de Pulido, excelente en las dos áreas, y otro de Moi Gómez en plena hecatombe defensiva de los blanquivioletas.
Nada le salió al Valladolid y lo poco que podía salir bien fue a peor y le castigó. A un cuarto de hora del final creyó recortar distancias y encontrar una ilusión con un gol de Óscar Plano, pero el videoarbitraje observó fuera de juego. Cuando el balón volvió a rodar acabó de ejecutarles Chimy Ávila, que acababa de pisar el césped. Descosido y frustrado no le quedó más al equipo de Sergio que bajar la cabeza ante un rival y una afición que disfrutó y festejó para avisar de que no están descendidos.
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