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Una Vuelta a España moderna para ciclistas antiguos

Etapas cortas, poca contrarreloj, ocho finales en alto y dos días durísimos en Asturias, con el Acebo y la Cubilla, claves de la ronda española de 2019

Carlos Arribas

El maillot rojo cumple solo 10 años, aunque parezca que lleva toda la vida vistiendo al ganador de la Vuelta. Tiene ya un valor como histórico, un síntoma del misterio de la carrera española, de su hallazgo de un nuevo clasicismo del ciclismo, que profundiza el recorrido de la Vuelta de 2019, presentado este miércoles en Alicante. Es su forma de encajar el ciclismo, un deporte antiguo, de sudor y sufrimiento, en los tiempos posmodernos, de apariencias.

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Es un recorrido de los llamados modernos, de etapas cortas, intensas, presuntamente espectaculares, tan televisivas, dibujadas para ciclistas antiguos, puro escaladores, que desprecia a los ciclistas más completos, los hombres de todos los terrenos, de todos los vatios, a los que, como el Tour, deja ayunos de su alimento favorito, las contrarrelojes. Frente a tres puertos hors catégorie y 15 de primera, y ocho finales en alto (en 21 etapas), los kilómetros de contrarreloj individual se reducen a 36 (entre Jurançon y sus viñedos y Pau, la ciudad más hispánica en los Pirineos franceses), y a 18 los recorridos en equipos, el primer día de Vuelta, 24 de agosto, en las Salinas de Torrevieja, donde las habaneras. Un recorrido de toda la vida, como el maillot rojo, y desequilibrado, como siempre, que encandilará al ganador saliente, Simon Yates, y a todos los escaladores que crecen, pero, al menos, menos desequilibrado que el del Tour, que ha aterrado a los ciclistas grandes con sus solo 26 kilómetros de contrarreloj en la misma Pau.

Geográficamente, la Vuelta del 19, olvida Andalucía y Galicia, escenarios intensos en el 18, y se articula en cuatro grandes núcleos: costa mediterránea, Pirineos andorrano-franceses-navarros; costa cantábrica de Bilbao a Asturias, y montañas de los alrededores de Madrid, sierras de Guadarrama y Gredos. Ninguna etapa alcanza los 200 kilómetros.

Se comenzará en la quebrada costa mediterránea entre Alicante y Barcelona, con incursiones ya bien tempranas (de la quinta a la octava etapa) en territorios escarpados. Se subirá hasta el telescopio del observatorio del Javalambre, ascensión hasta casi 2.000 metros de altura, en el Teruel fronterizo con el Maestrazgo, comarca que tendrá las dos etapas siguientes, con subidas finales en Mas de la Costa y Ares del Maestrat. Serán el prólogo de la etapa quizás más simbólica, la octava, la que homenajeando los viejos recorridos de la Setmana Catalana y la Volta, irá de Valls, en Tarragona, hasta Igualada, ciudades con alcalde del PDeCAT, pasando por la subida al Monasterio de Montserrat, santuario sentimental del nacionalismo catalán. Será el 31 de agosto, sábado. La Guardia Civil dejará a los Mossos d’Esquadra el cortejo en moto del pelotón, y el ciclismo volverá a demostrar su valor integrador de los pueblos, como el de todo el deporte, por encima de las fronteras que se quieran erigir.

Después del show de los Machucos, en Cantabria y su vaca pasiega y sus sobaos, las etapas decisivas se disputarán, como casi siempre, en Asturias, que no ofrecerá el 19 ni el Angliru ni los Lagos, sus dos montañas consagradas, sino una versión salvaje e inédita del Alto del Acebo, la subida clásica de la Vuelta a Asturias por su vertiente más desconocida, precedido por los duros Connio y Pozo de las Mujeres Muertas, de nombre aterrador. Si esta no es la etapa reina, quizás lo sea la del día siguiente, la 16ª, lunes 9 de septiembre, en que los profesionales conocerán el gigante asturiano de la Cubilla, hasta más de 1.600 metros tras 20 kilómetros de interminable ascensión, como los grandes cols alpinos, y precedido de los duros Marabio y Cobertoria.

La traca final estallará entre Gredos, con la Peña Negra y ascenso final a su Plataforma, y la habitual sierra madrileña, con Navacerrada, Cotos y Morcuera, y final en Becerril, al estilo de la etapa en la que Aru destrozó a Dumoulin el penúltimo día de la Vuelta de 2015.

El domingo 15 de septiembre, en la tradicional meta de Cibeles, en Madrid, terminará la Vuelta del 19. Habrá bonificaciones de 10s, 6s y 4s a los tres primeros de cada etapa y los maillots distintivos serán cuatro: el rojo de ganador de la general, el verde de los puntos, los lunares azules del rey de la montaña y el blanco, que dejará de premiar la curiosa combinada para pasar a distinguir al mejor joven, menor de 25 años (nacidos a partir del 1 de enero de 1994).

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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