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RUGBY

La cima de Johnny Sexton, el apertura todoterreno

El 10 irlandés se lleva el premio a mejor jugador del año y rompe la hegemonía neozelandesa en las seis últimas ediciones

Sexton, con el premio.
Sexton, con el premio.YANN COATSALIOU (AFP)

A Jonathan Sexton le ha sentado bien la madurez. Las circunstancias del apertura irlandés nunca fueron sencillas. Bajo sus espaldas recayó la enorme tarea de suceder a Ronan O'Gara como emblemático 10 del XV del Trébol. Y él mismo se pidió más, buscando una complicada aventura en París. El resultado era una figura a la que siempre parecían atormentar sus fantasmas, alguien que no lograba materializar sus infinitas virtudes en la dominación que tantos vaticinaban. Y que le llega a los 33 años. Premiado este domingo en Montecarlo como Jugador del Año -estaba afónico y su discurso lo leyó un compañero- rompe una la hegemonía neozelandesa en el galardón durante los últimos seis años y se lo arrebata a su homónimo Beauden Barrett.

En una progresión constante, Sexton ha superado en los últimos meses cualquier examen y es el apertura más completo del mundo: estratega, notable pateador y pasador, capaz de poner su cuerpo en riesgo y de responder a la presión. Incluso su carrera -en una rueda de prensa reciente bromeó con un periodista porque sugirió que era lento- es aceptable para alguien de su envergadura. El irlandés, el único europeo de los nominados, supera a Barrett, su compatriota Rieko Ioane y los sudafricanos Faf de Klerk y Malcom Marx. En el panel de jueces estaban otro grande del rugby irlandés como Brian O'Driscoll o el neozelandés Richie McCaw. Una vez designados los nominados, los jugadores y jugadoras han decidido los galardones.

Sexton ha liderado este año a los irlandeses al tercer Grand Slam -ganar todos los partidos- del Seis Naciones y ha vencido todos los partidos que ha iniciado con el XV del Trébol, incluyendo la primera victoria en unas series ante Australia en 39 años y el primer triunfo ante los All Blacks en Dublín. Con su club, los dublineses de Leinster, ganó la liga doméstica Guinnesss Pro14 -ante clubes escoceses, galeses o italianos- y se proclamó campeón de Europa en San Mamés, un título que les permite ocupar lo más alto del palmarés continental con cuatro entorchados.

París, su cuenta pendiente, también ha sido subsanada. En la capital francesa fracasó su multimillonario proyecto con Racing -al que derrotó en la final de San Mamés- y sufrió las embestidas de la prensa gala. Su rendimiento se notó con Irlanda, con fallos impropios de un pateador de su altura y cierta falta de consistencia. Por eso su lejana patada desde 45 metros con el tiempo cumplido que valió en febrero la victoria en Saint-Denis fue terapéutica.

Con los entrenadores rivales -especialmente el seleccionador inglés Eddie Jones- expresamente deseosos de castigarle en cada placaje, su longevidad resulta meritoria. Máxime cuando atravesó una etapa con varias conmociones cerebrales, circunstancia que ha lastrado las carreras de grandes proyectos como el galés George North. La experiencia también le ha permitido perfeccionar su precisión con el juego al pie, suerte con la que condiciona la estrategia de cada partido. Lo entrena con Dave Alred, el que fuera gurú de Jonnhy Wilkinson, último apertura europeo en llevarse el galardón (2003).

El 10 representa quizás la gran amenaza a Nueva Zelanda de cara al Mundial del año que viene. En sus últimos siete partidos ante los All Blacks suma tres victorias, tres derrotas y un empate. Cualquiera lo firmaría ante un equipo que vence el 90% de sus encuentros. Sus demonios parecen haber despejado el horizonte. Padre de tres hijos -Sophie, la más pequeña, nació en agosto- ha encontrado la paz al convertirse en el jugador que estaba destinado a ser.

El rugby, contra la homofobia

El rugby internacional ha respondido con agilidad a la agresión homófoba sufrida por el excapitán galés Gareth Thomas a manos de un adolescente de 16 años. El polivalente jugador compitió con el XV del Dragón entre 1995 y 2007 y salió del armario dos años después, confesando desde entonces el infierno que pasó por su identidad sexual en la presión que supone el deporte profesional. Él mismo denunció por redes sociales su agresión y provocó un gesto planetario como que los All Blacks llevaran los cordones de sus zapatillas con la bandera arcoíris en Italia.

No fueron los únicos. Era casi natural que Gales apoyase la iniciativa, que también secundaron otros gigantes del rugby como Francia. Fue una respuesta contundente en un deporte que vivió este verano una seria polémica después de que Israel Folau, una de las estrellas de Australia, dijera que la homosexualidad era un pecado. En el partido que enfrentaba a su selección con Inglaterra, el seleccionador Michael Cheika dejó en manos de cada jugador si querían vestir los cordones, un grupo en el que milita otra figura planetaria como David Pocock, un activista en favor de instaurar en Australia el matrimonio homosexual. Los ingleses hicieron lo mismo, pero hubo dos casos disidentes. Sam Underhill, que subrayó su apoyo a la causa LGTB, decidió no llevarlos argumentando que no eran cómodos; mientras, Ben Te'o dijo que no le habían llegado.

La gira otoñal de los grandes del sur por el hemisferio norte ha concluido este sábado con la gesta de Fiyi, logrando en París su primera victoria ante Francia (14-21) y sembrando nuevas dudas sobre el deseando renacer del XV del Gallo. Inglaterra, que solo ha cedido ante los All Blacks, venció a Australia (38-17) y Gales cerró un noviembre inmaculado con un triunfo ante Sudáfrica (20-11). Decepcionó Argentina, derrotada en Dublín, París y Edimburgo.

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