Holanda zarandea a Francia (2-0) y manda a Alemania a la Liga B
El equipo dirigido por Ronald Koeman precisa ahora un empate en terreno germano para apear a la campeona del mundo de la Liga de las Naciones
Holanda está de vuelta. Le falta ese par de superclases que en otros períodos de su fecunda historia futbolística le hicieron marcar diferencias, de Cruyff a Robben pasando por Rensenbrink, Van Basten, Kluivert, Van Nistelrooy o Van Persie. No tienen nadie que se acerque a Keizer, Rep, Gullit, Bergkamp, Seedorf o ni siquiera a Sneijder, pero tiene algo. Lo primero de todo alma. Y luego todo lo demás, lo que aporta una interesante mezcla de veteranos y noveles que cocina desde la pizarra Ronald Koeman, un digno depositario de la esencia pelotera del país. Con cuatro menores de 22 años en el once inicial derrotó a Francia (2-0), mantiene vivas sus opciones para llegar a la final four de la Liga de las Naciones, mandó a Alemania a la Liga B y deja a los teutones en riesgo de quedarse fuera del bombo de los diez cabezas de serie en el sorteo de la clasificación a la Eurocopa del próximo día 2 en Dublín.
Se muestra Holanda de nuevo entre los mejores. Ahí estuvo no hace tanto. En 2010 fue segunda del mundo, en 2014 tercera, dos años después ya se había derrumbado. Ausente de la última Eurocopa y del pasado Mundial, laminó al campeón del pasado verano en Rusia, que sigue siendo un hueso. Francia madura los partidos, busca el error del rival y lo explota, pero Holanda no le dejó, intensa, profunda y codiciosa le sometió a un zarandeo como hace tiempo no recordaba la vigente campeona del mundo, que quebró una racha de quince partidos sin perder.
Holanda empezó como un avión y no dejó de despegar, empujada por el electrizante ambiente de Rotterdam y su bañera, el estadio del Feyenoord, un coliseo con una sonoridad especial. El equipo engancha y la gente le sigue, se hace fuerte porque quiere crecer con el balón. Esa fue a Holanda y ya se sabe que a Francia tampoco le importa quedarse sin la pelota. No la precisó para llegar al área pese a que hasta verse en desventaja pudiese parecer dominada. Griezmann primero y Pavard después pudieron marcar. No tocó mucho la pelota el delantero del Atlético, tampoco lo hizo Mbappé. Se confió Francia en su oficio y fortaleza y se encontró con un gol justo antes de irse al descanso. Un error de Nzonzi, que disfrutó de la titularidad por la ausencia del lesionado Pogba. Marcó Wijnaldum, magnífico toda la noche, y premió el bullicio de su delantera, donde Depay ejerció de falso nueve y retiró cualquier referencia a Varane y Kimpembe, que siempre parecieron incómodos.
El resto ya lo tenía Holanda, con De Jong de metrónomo, con toneladas de criterio. Los chicos de Koeman coleccionaron pases en ataque y siempre estuvieron juntos para tratar de recuperar la posesión si la perdían. Francia perdió los caminos hacia sus delanteros. No los encontró ni al inicio de la segunda parte, cuando se suponían renovados los planes ante el nuevo escenario que abrió el gol naranja. Deschamps maniobró en principio sin hacer cambios, renunció al tridente inicial y centró la posición de Griezmann tras Giroud mientras pasaba un calvario. Porque Holanda se desbocó, llegó a Lloris por tierra y aire. Salió Dembelé con casi media hora por delante para armar un 4-4-2 con Mbappé y Griezmann como amenazas. Pero la sinfonía naranja no dejó de sonar, vibrante.
Debió resolver Holanda antes de la rúbrica de Depay con un penalti a lo Panenka sobre la hora. Le inquietó no hacerlo porque el fútbol siempre escribe bastantes renglones con inmerecidos fiascos. Apenas en el último cuarto de hora fue quien de subir líneas Francia, pero ni cosquillas le hizo a Cillesen. Los galos mantienen la ventaja para ganar el grupo, pero ahora dependen de Holanda, que si empata el lunes en feudo alemán habrá culminado su obra. Y los teutones ya son, suena fuerte, un equipo de la B.
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