Ramos y tres más
La retirada de Piqué, las lesiones, y la experimentación, llevan a Luis Enrique a reestructurar la defensa de España en cada partido con el capitán como única constante
Luis Enrique presentará su cuarta reestructuración de la defensa de España este jueves, en Zagreb, en el cuarto partido oficial que dirige como seleccionador, y el más decisivo. El último encuentro de la fase de Grupos de la Liga de Naciones determinará la clasificación para la final a cuatro. La máxima exigencia, sin embargo, contrasta con la falta de acoplamiento de la línea más sensible, sometida a las lesiones, la regeneración y la experimentación inherente al espíritu aventurero del entrenador. La derrota ante Inglaterra en la última fecha arroja incertidumbre sobre los cimientos del equipo sin que De Gea pudiera hacer una sola parada. Le tiraron tres y le metieron tres (2-3).
Descartado Nacho como pareja de Ramos por primera vez desde septiembre, ahora Luis Enrique aborda el extraño deber de desvelar la nueva pareja del capitán, el lateral izquierdo y también el derecho. Menos Ramos, convertido contra los pronósticos en gran cómplice del seleccionador, el resto son meritorios. Todo un síntoma de inestabilidad en una línea cuya eficiencia depende de la compenetración.
Los descartes de Marcos Alonso, Nacho, Bartra, y Carvajal por lesión, abren el abanico a dos potenciales debutantes, los centrales Mario Hermoso y Diego Llorente. La impactante temporada que completa Hermoso en el Espanyol, con solo 23 años, y la solvencia de Llorente en la Real con 25, animan a Luis Enrique a comenzar a probarlos pensando en la Eurocopa de 2020.
“Hay jóvenes que aparecen”, dice el técnico, “y tengo ganas de verlos competir con la selección. A ver por dónde van los tiros”.
El técnico recela de la idea de sobrecargar la lista con jugadores que ronden los 30 años. Entiende que las probabilidades de los treintañeros de llegar a 2020 en plenitud física se reducirán y prefiere minimizar riesgos. Este es uno de los argumentos que le han llevado a buscar alternativas a Jordi Alba, que, si bien es el lateral zurdo más cualificado de los disponibles, cumplirá 30 en marzo.
Luis Enrique lleva empleados diez defensas en los cinco partidos que ha dirigido, solo dos menos que Julen Lopetegui en los dos años precedentes, y cuatro más que Vicente del Bosque en el ciclo que fue del Mundial de Brasil a la Eurocopa de 2016. Con una diferencia capital: la renuncia de Gerard Piqué a la selección ha dejado un vacío imposible de cubrir a corto plazo.
El paso del tiempo desmontó la que para muchos directores deportivos ha sido la línea de cuatro más completa que existía para llevar la iniciativa y defender en campo contrario. El Mundial de Rusia representó la última ocasión de explotar una de las maravillas más singulares que ha producido el fútbol español. Después de un lustro de estabilidad, cuando la retaguardia de La Roja se recitaba de memoria en todo el mundo —Carvajal, Piqué, Ramos y Alba— el técnico asturiano ha emprendido un proceso de experimentación y regeneración. La lesión de Dani Carvajal, roto desde hace un mes y fuera de dos convocatorias, ha contribuido a la búsqueda.
Al cabo de tres partidos oficiales y uno amistoso las apuestas de Luis Enrique comienzan a perfilarse. Su portero es De Gea, su primer defensa es Ramos; sus volantes son Busquets, Thiago y Saúl; y sus atacantes son Aspas y Rodrigo. De todas las líneas la menos definida es la defensa. De todos los jugadores, el más fijo parece Ramos. Paradójicamente, el hombre del que se dijo que Luis Rubiales, el presidente de la federación, había señalado para relevar cuando fichó a Luis Enrique.
Hoy la defensa de España es una obra en construcción con Ramos al frente de los andamios. Para mandar atrás, para cabecear los balones parados, para lanzar las faltas y los penaltis. Ramos, con tres goles, es el goleador del ciclo de Luis Enrique.
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