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El Tour de los 100 años del maillot amarillo se decidirá en los Alpes

Un final en la cima del Tourmalet y el regreso al Iseran por su cara más dura, hitos del Tour 2019, que comienza el 6 de julio homenajeando a Merckx en Bruselas

Recorrido del Tour de Francia de 2019. En vídeo, declaraciones del director del Tour y de su último ganador.Vídeo: STEPHANE DE SAKUTIN (AFP) / REUTERS-QUALITY
Carlos Arribas

Homenajeando a sus símbolos, a sus montañas, a sus campeones, el Tour es un permanente homenaje a sí mismo y en 2019 tendrá como temas los 100 años del maillot amarillo, un invento de 1919 que estrenó Eugene Christophe, cuando ya habían pasado 16 años del primer Tour; los 50 años de la primera de las cinco victorias de Eddy Merckx, el ciclista que más etapas ha vestido de amarillo (111 días; Hinault, 79, Indurain, 60) y, siempre, el Tourmalet, la montaña que significa Tour y que tendrá un final en su cima.

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Y para añadir más nombres con eco, en el escenario de París donde se presentó la próxima edición, que saldrá de Bruselas, la cuna de Merckx (6 a 28 de julio de 2019), también se oyeron sonoros Ballon d’Alsace, el primer puerto que se ascendió nunca (1905) y el viejo gigante Iseran (2.770 metros), que no se ascendía por su vertiente más dura desde 1963, cuando por su cima pasó el primero Fernando Manzaneque y Bahamontes se vistió de amarillo. Más de medio siglo después, los nombres de las esperanzas españolas serán el interminable Valverde, el joven Enric Mas, el deseado Mikel Landa. Todos ellos tendrán terreno de expresión, alegría y lamento.

El Tour del 19 será como los Tours de siempre, pero diferente. Con un par de excepciones las etapas llanas, las llamadas de traslado maratoniano, serán larguísimas, de más de 220 kilómetros algunas, y las de montaña, que se quieren intensas, tirando a cortas, tres de ellas rozando los 100 kilómetros. Después de la experiencia de 2018, cuando la liturgia de llano, montaña, media montaña, contrarreloj, se llevó al extremo con 10 etapas de entrada sin un solo puerto de montaña que dejaron sin jugo a los pequeños escaladores, reforzaron a los corredores grandes y facilitaron el dominio aburrido y absoluto del Sky, en 2019, las fronteras entre llano y montaña serán menos nítidas, y ni Normandía ni Bretaña ni el Norte, los territorios históricos del ciclismo en Francia, figurarán en un mapa que se vuelca tremendamente hacia el Este.

En la quinta etapa se entra en los Vosgos y en la sexta, después de las cumbres esféricas del Grand Ballon y el Ballon, ya habrá final en alto, en la Planche des Belles Filles, un muro reciente (entró en la misa del Tour solo en 2012, con victoria de Chris Froome) junto a la capilla de Ronchamps que se ha alargado unos kilómetros para endurecerlo más aún. Después de atravesar la media montaña del Macizo Central por Saint Etienne y Brioude, el pueblo arverno de Bardet, a los Pirineos se llega desde Toulouse en la 12ª etapa. Serán cuatro días en la frontera sur de Francia, dominados por la llegada a la cima por Tourmalet (la última vez que se termino allí una etapa fue en 2010, cuando el falso varazo de Andy Schleck y Contador) e interrumpidos por una contrarreloj semillana de 27 kilómetros alrededor de Pau.

Desde los Pirineos se retorna veloz al Este hacia los Alpes, donde en tres días, jueves, viernes, sábado, uno largo, el de los venerables Vars, Izoard y Galibier, y dos cortos, Iseran-Tignes y Cormet de Roselend-Val Thorens, se decidirá el Tour antes de volar el domingo 28 de julio a París para el desfile por los Campos Elíseos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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