Bautista, en la piel de Lorenzo
El toledano, que el año que viene cambiará MotoGP por una Ducati oficial del Mundial de Superbike, vive como un premio la oportunidad de sustituir al mallorquín en Australia
Álvaro Bautista está más en forma los últimos años que cuando debutó con una Suzuki en el Mundial de MotoGP. Era el año 2010 y pasó de ser un habitual en el podio de 250cc (fue subcampeón de la categoría el 2008, campeón de 125cc el 2006) a engrosar la parrilla de la categoría reina. En estos nueve años se le ha resistido la victoria, pero ha disfrutado de las carreras, especialmente los años en los que pilotó una Honda satélite, entre 2012 y 2014, cuando logró tres podios e incluso una pole. Luego, sufrió con una Aprilia muy verde. Y terminará despidiéndose del paddock de MotoGP a lomos de una Ducati. Y no una cualquiera. Este fin de semana en Phillip Island será el encargado de sustituir a Jorge Lorenzo, de baja después de haber sido operado de la muñeca. Por eso, ha llegado al circuito australiano vestido de rojo de pies a cabeza. Como piloto oficial de la casa italiana. Al menos, por cuatro días.
Y como premio a un año lleno de dudas. Premio, también, a una carrera en el Mundial. Porque con la desaparición del equipo de MotoGP de Jorge Martínez Aspar y con los múltiples movimientos en la parrilla, Bautista se quedó sin opciones de firmar contrato alguno para el próximo curso. Su futuro pasa por el Mundial de Superbike, donde será piloto oficial de Ducati, en este caso ya sí para toda la temporada. “Cada vez que lo pienso me gusta más la idea. Ducati está muy involucrada en el nuevo proyecto y quiere la Panigale V4 sea una moto ganadora. Tendremos muy buenas armas para disfrutar el próximo año”, afirma, por fin sonriente, después de meses complicados: “Al principio del año sufría mucho para intentar demostrar mi potencial, no ha sido una situación cómoda”, señalaba el piloto, que terminó quinto el último gran premio, en Japón, como antes lo había hecho en Alemania. Ha estado regularmente entre los diez mejores, pero el mundial no tiene sitio para él el curso que viene. “Es extraño verte a falta de tres carreras como piloto de Ducati y saber que el año que viene no vas a pisar este paddock”, concedía.
Asimilado el golpe, ahora solo aspira a disfrutar durante este fin de semana. Lo hará montado en una moto que será un híbrido de la moto satélite con la que ha corrido todo el año y la máquina con la que Lorenzo ha ganado tres carreras este curso. “Veo que Dovizioso y Lorenzo tienen más paso por curva y aceleran mejor, pero no sé si eso se lo permite la moto o lo consiguen ellos con su pilotaje. Solo sé que esta moto en la recta tiene mucha más potencia que la mía”, certificaba. Al montarse a la máquina este miércoles por vez primera en un box todavía sin acceso a la pista, Bautista se percató de las grandes diferencias entre su máquina, una Ducati del 2017, y la del tres veces campeón del mundo. Se adaptará a los grandes cambios en electrónica y potencia, al nuevo chasis, pero ha pedido que el depósito y el sillín sean más similares a los que lleva en su moto. Lorenzo insistió mucho este año en agrandar esa parte de la moto para mejorar la ergonomía y adaptarla a su pilotaje. Pero eso no le sirve a Bautista. “Mi depósito es bastante más estrecho que el que lleva Jorge, también el asiento. Él pilota más descolgado, pasa bastante tiempo así y seguramente necesita más apoyo en el asiento; él pilota más con las piernas, yo con los brazos; además, soy más pequeñito”, explicaba.
El toledano no sabe si repetirá como sustituto de Lorenzo la semana próxima en Malasia en caso de que el mallorquín no se haya recuperado de su lesión. “No depende de mí esa decisión. Tendrán que hablarlo Ducati y Aspar, y sé que para ellos es una faena. Pero, después de la carrera en Motegi me quiso dar la oportunidad, sobre todo porque ha sido un año difícil y por la comprensión que habíamos tenido con ellos. Es como un premio, un agradecimiento a como estamos trabajando este año”.
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