Quino Colom, la leyenda del antihéroe
El artífice de la canasta ganadora ante Letonia y líder de la España de las ventanas juega en un recién ascendido turco tras un currículo marcado por la falta de oportunidades para sobresalir en la élite
El principal artífice de la clasificación virtual de España para el Mundial de China juega en un equipo de nombre impronunciable que se fundó hace dos años y ascendió de rebote a la primera división turca hace unos meses: el Bahçeşehir. Una parada incomprensible en la carrera de un genio incomprendido: Quino Colom. La providencial canasta que anotó el base andorrano de 29 años ante Letonia fue el último episodio reivindicativo de un jugador que, desde que en 2015 hiciera las maletas rumbo a la inhóspita Kazán, no ha encontrado hueco en ningún equipo español a pesar de su acreditada solvencia estos años en la Eurocup y la Euroliga con el Unics y en las ventanas FIBA con la selección. “Quino es la referencia de este equipo. Es un líder que sabe asumir la responsabilidad en los momentos importantes, que tiene talento para decidir o para dar un pase”, resumió Scariolo tras la exhibición de Colom en el WiZink Center (18 puntos, 4 asistencias y 3 rebotes en 20m 55s).
Letonia acababa de ponerse por delante por primera vez en el partido y faltaban poco más de 10s para el bocinazo final. Entre los suspiros de la grada, Colom agarró la pelota con determinación, cruzó la pista de punta a punta, llegó a la pintura rival, se coló entre dos defensores, se cambió el balón de mano, realizó un escorzo imposible y anotó a aro pasado una canasta que vale un Mundial. “No tenía mucho tiempo para analizar las opciones. Venía de una pérdida absurda y, en momentos así, tienes que olvidarte de los errores, seguir adelante y jugarte la última pelota. En mi carrera me la he jugado muchas veces en los últimos segundos y esta vez he tenido la suerte de que ha salido cara”, contó Colom tras la hazaña, sin atisbo alguno de engolamiento, ni siquiera a la hora de explicar su maniobra inverosímil. “Ese tipo de entradas me las enseñaba mi padre, que también era jugador de baloncesto, y lo he entrenado mucho para dar ese efecto cuando tiras un poco forzado”, señaló con su porte de antihéroe.
En noviembre, ante la ausencia de los jugadores de la NBA y la Euroliga, Quino Colom debutó con España en las ventanas de clasificación para el Mundial firmando 15 puntos, cuatro rebotes y cuatro asistencias ante Montenegro en Podgorica y, tres días después, en Burgos, multiplicó sus prestaciones con 25 puntos, tres rebotes y nueve asistencias ante la Eslovenia campeona de Europa. “Me alegro mucho por él", —dijo entonces Sergio Scariolo—. "Hace un año me la jugué un poquito y le dije: ‘Pase lo que pase, vas a ser el base titular del equipo en la clasificación para el Mundial’. Hay jugadores con los que el baloncesto y la selección ha sido involuntariamente injusto. Colom habría merecido jugar alguna competición, pero no ha sido posible por el nivel de competencia en ese puesto”, contó el seleccionador sobre el referente del equipo en estos meses. "Llevo varios años a buen nivel pero, de repente, muchos se han vuelto a acordar de mí”, espetó Colom tras su sobresaliente estreno. “Estaba en Rusia y siempre veía cómo entraban en las quinielas para la selección jugadores que habían hecho mucho menos que yo. A otros se les da bombo con cualquier cosa, a mí nunca me pasó. Nadie ayudó a contar lo que estaba haciendo en el Unics”, reclamó sin elevar demasiado la voz.
Siempre a la sombra de Calderón, Ricky, Llull, Sergio Rodríguez y Vives en las listas de España, Colom sigue relativizando su protagonismo y sus opciones de estar en el Mundial de China a pesar de su colección de méritos. “Todos sabemos el nivel de la selección y los bases que tiene. Son un espectáculo de calidad mundial, jugadores nba, es muy difícil entrar. De momento estoy muy contento con el rendimiento que estoy teniendo. El Mundial es otra historia. Sé que estar allí es muy difícil”, reconoció en las galerías del Palacio mientras atendía al tropel de felicitaciones.
Quino nació en Andorra la Vella, pero comenzó a competir con España con 18 años, y logró el bronce en los Europeos sub 18, en 2006, y sub 20, en 2008 —elegido en el quinteto ideal—. Sus compañeros de quinta, Alexey Shved, Antoine Diot o Sarunas Vasiliauskas, despegaron pronto rumbo a la Euroliga y la Eurocup, mientras Colom regresaba a la LEB Oro. Debutó en la ACB con el CAI Zaragoza en 2009, se curtió en el Fuenlabrada (2009-2013), probó suerte en el Estudiantes (2013-14), despegó en el Bilbao (2014-15) y, en 2015, se cansó de esperar y decidió emigrar a Rusia. Sus actuaciones con España le colocaron en el escaparate este verano para regresar a la ACB, pero se repitió la historia. “Las ofertas de Euroliga que me llegaron no acabaron de ser del todo fuertes, no solo a nivel económico sino en cuanto a la confianza que depositaban en mí. No me daban el papel que yo quería y aposté por la ambición de los turcos”, contó tras rendir a Letonia para intentar explicar su ostracismo.
“De muy pequeño mi ídolo era Reggie Miller, pero después comprendí que no era mi perfil. Empecé a fijarme en jugadores de mi posición y me quedé con Jasikevicius y Steve Nash. He intentado copiarles alguna cosilla porque eran muy talentosos y leían muy bien el juego aunque no destacaban físicamente. Sabían apañárselas. Eso intento yo”, confiesa al hablar de una lista de ídolos encabezada por su padre, exjugador profesional y entrenador de Quino con 14 años, antes de salir de Andorra. “Todo lo que sé de baloncesto me lo ha enseñado él”, reconoce. Todo, incluido la canasta que ha dejado a España a un palmo del Mundial de China. “Hay que ser fiel a uno mismo. Hice lo que me ha traído hasta aquí: ser valiente”, sentenció el antihéroe ante los focos.
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