San Mamés pone en alerta al Madrid
El 1-1 preocupa en el seno del club, prevenido de que el equipo no remonta al Barça en la clasificación desde la Liga 2006-07
Presas de un constante sentimiento de amenaza, los futbolistas de primer nivel han fabricado un caparazón de códigos, subterfugios, evasivas y camuflajes, que solo son capaces de abandonar, si acaso, fugazmente. Lo hizo Marcelo en San Mamés sometido a las preguntas de los reporteros, cuando este sábado le recordaron que el Barcelona volvía a ponerse por delante en la clasificación de la Liga. El segundo capitán del Madrid, que venía de empatar 1-1 contra el Athletic, hizo una mueca de abatimiento y liberó las palabras como quien suspira: “No queríamos que pasara esto”.
Era una noche tibia de septiembre en Bilbao. La clase de atmósfera que, en tiempos históricos, indicaba que la Liga estaba recién nacida y que nada se resolvería verdaderamente hasta mayo. Esos tiempos y esas percepciones, sin embargo, se han trastornado como el clima desde la aparición de Leo Messi. Pocos lo saben mejor que Marcelo, testigo desde 2006 de lo que ocurre cuando el Barça se pone por delante en la clasificación, por mínima que sea la desventaja y por temprano que se produzca en el calendario. Septiembre también puede ser el mes más cruel.
Marcelo debutó en el Madrid de Capello en el curso 2006-07. Justamente la última temporada que el equipo de Chamartín jugó con viento de cara y levantó una clasificación desfavorable respecto al Barcelona para acabar conquistando la Liga. Desde entonces se han sucedido 11 temporadas más, el Barça ha sido campeón en siete y el Madrid solo en tres. Revertir esta deriva fue el gran empeño de Zidane, que se confesó “jodido” cuando perdió el último título nacional después de dejarse siete puntos entre agosto y septiembre de 2017. Su sucesor en el cargo, Julen Lopetegui, se presentó confesando que su misión primordial sería recuperar la hegemonía en España. “Cada partido en la Liga es definitivo”, alertó, desde hace dos meses. No es extraño que el empate en San Mamés dispare las alarmas dentro del club. Por más que de puertas afuera se difundan mensajes de esperanza. Ganan peso los datos sombríos.
El hecho más notable es la ausencia de Cristiano y su repercusión en el equipo, evidente en el declive del promedio de remates por partido. Es mérito de Lopetegui haber dotado a este Madrid de un orden más acorde a la calidad de sus futbolistas, en donde se conceden menos ocasiones y se elabora mejor el juego, con un total de 2.965 pases frente a los 2.253 que dio al cabo de las cuatro primeras jornadas del campeonato anterior. Solo falta mejorar el último toque, el que suele determinar el genio antes que el adiestramiento. Ocurre que el año pasado, a estas alturas, el Madrid sumaba 11 tiros más que ahora, y que en toda la temporada Cristiano registró un promedio de siete disparos por partido jugado. Bale (cuatro tiros), Benzema (2,5) y Asensio (3) no consiguen acercarse a esas cifras, de momento. Como dijo Lopetegui cuando le preguntaron qué faltó para ganar en San Mamés: “Nos ha faltado meter un gol más que el rival; es algo de perogrullo pero evidente”.
La actividad expresada en remates no es, sin embargo, el único factor que ha declinado con la marcha de Cristiano. Los analistas que trabajan para el Madrid señalan confidencialmente que el portugués era más decisivo por su carácter contagioso que por sus goles. Estos expertos advirtieron a la directiva que el intangible del fuego competitivo ha mermado en la plantilla con la salida de Cristiano y es preciso buscar estímulos. El debate interno ha sido intenso durante el verano en una organización especializada en preverlo todo, especialmente, los escenarios adversos. A falta de fichajes refrescantes, queda por descubrir el poder de persuasión de Lopetegui y su complicidad con futbolistas como Isco.
“La competitividad está intacta”, declaró Isco, autor del 1-1, su segundo gol de cabeza en 234 partidos de Liga. “No se puede dudar por un empate. Veníamos de tres partidos seguidos ganando”.
Tres partidos contra el Getafe (2-0), el Girona (1-4) y el Leganés (4-1) ampliamente conquistados en el marcador y exhibiendo fases espectaculares de juego, sin embargo, no impidieron que algunos de los técnicos del club detectaran síntomas inquietantes en el funcionamiento colectivo. Estos analistas indican que contra el Girona el Madrid rozó el 2-0 en contra cuando Muniesa y Pons cometieron dos penaltis consecutivos difíciles de justificar en profesionales y propiciaron la remontada (1-2); mientras que contra el Leganés advirtieron de que el equipo no se encontró cómodo hasta que Dimitrios Siovas, el central que debía marcar a Benzema, se descolgó en el minuto 48 en un ataque inopinado y perdió la posición en la jugada que desembocó en el 2-1 de Benzema. El Madrid, concluyen, solo brilló a partir de errores extraordinarios del adversario. En San Mamés estos errores no se produjeron.
“Hemos tenido el control del partido, hemos tenido el balón, hemos creado más y hemos hecho más ocasiones”, explicó Isco, muy tranquilo. “Pero el balón no ha entrado”.
Si el fútbol fuera tan sencillo como contabilizar estadísticas, remontar dos puntos al Barça en ocho meses no debería suponer una tarea que preocupe tanto a los jugadores expertos como Marcelo, ni a los técnicos astutos como Lopetegui, ambos muy contrariados en San Mamés.
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