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Ni el sortilegio le ayuda a Bouhanni a derrotar a Viviani

Segundo triunfo al sprint del italiano una etapa marcada por la grave caída de Simone Petilli

Carlos Arribas
Viviani se impone en la décima etapa, con final en  Bermillo de Sayago (Zamora).
Viviani se impone en la décima etapa, con final en Bermillo de Sayago (Zamora).MANUEL BRUQUE (EFE)

Le dicen en la salida a Lombardi que en Bermillo de Sayago habría sprint pero que no lo ganaría su Viviani, sino Bouhanni. “¿No te fijaste que en La Covatilla, el domingo, el francés quedó el último aposta? Como ganó en Roquetas después de quedar el último el día anterior, seguro que está convencido de que el truco le va a funcionar siempre”. Oye el mánager italiano la explicación y se echa a reír, y no necesita que le preste conocimiento la Universidad de Salamanca, que atraviesa todo el pelotón antes de tomar las carreteras hacia los Arribes y la meseta, para saber que esa afirmación es una bobada.

“Ganará Viviani”, asegura Lombardi, que fue sprinter y lanzador de Cipollini y Zabel y ahora vive de negociar los contratos de algunas figuras, como Sagan o el mismo Viviani, quien no le decepciona y, por supuesto, gana la etapa más llana de la Vuelta. Segundo quedó Sagan de nuevo, a quien Viviani, que se lanzó antes, le forzó a cambiar de trayectoria al cerrarle la puerta junto a las vallas.

Y de Bouhanni no se vio ni la sombra. Terminó 13º, aprendiendo, quizás, que para ganar a Viviani (intocable este 2018, con 17 victorias, incluido el campeonato de Italia y cuatro etapas en Giro, aparte de las dos que lleva en la Vuelta), los sortilegios forzados no son suficiente.

En los Arribes, donde el Duero traza profunda la raya con Portugal, los puertos se suben después de tomar impulso. La carretera desciende de la meseta al río y vuelve a subir hasta Fermoselle, y, ante la mirada indiferente de las vacas del Aliste, el pelotón se enfrenta acongojado a la tarea, con el corazón en un puño y con uno menos de los que salieron felices de Salamanca, donde el tiempo refresca, y temiendo, qué será de él. En ambulancia los médicos han evacuado a Simone Petilli, un escalador italiano de 25 años que se ha caído él solo en mitad del pelotón y se ha dado tal golpe en la cara que ha quedado tendido inconsciente en el asfalto, donde tropieza con su cuerpo el belga Jelle Wallays. Algunos compañeros del pelotón vieron que antes de caerse, Petilli pedaleó unos metros con los ojos cerrados, como si se hubiera desmayado sobre la bici.

“Solo minutos después de la caída, en la ambulancia, ha recobrado la consciencia, se ha identificado y ha hablado con normalidad”, dice el médico de la Vuelta Mikel Martínez, que le atendió del fuerte traumatismo craneoencefálico. “Los síntomas son positivos, pero hasta que no se le haga un escáner en el hospital de Zamora no podremos estar seguros de nada”.

Petilli ya sufrió otra grave caída, con varias fracturas, en el Giro de Lombardía, en octubre pasado.

Junto al temor por el compañero, a los favoritos lo único que les puso nerviosos en la etapa más tranquila y relajada fue la oleada de pinchazos que sufrieron en los últimos kilómetros, uno tras otro, Pinot, Nairo, Kelderman y, este por dos veces, el líder de rojo, Simon Yates, cuya jerarquía respetó Valverde. No buscó el murciano una bonificación para quitarle el segundo de diferencia.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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