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El Atlético ralentiza su transformación

Griezmann entrega la victoria al conjunto rojiblanco, plano en la parcela creativa, ante un Rayo que lo mantuvo en vilo hasta el final

GORKA PÉREZ
Griezmann protege el balón ante Advíncula y Trejo.
Griezmann protege el balón ante Advíncula y Trejo.GABRIEL BOUYS (AFP)

Con los mimbres en la mano y el cesto en la cabeza, el Atlético continúa mirando las instrucciones. Por el momento los cimientos de su nueva obra le bastan para mantenerse estable, aunque los plazos de su transformación sufran de vez en cuando algún parón. No fue el Rayo un observador pasivo, sino todo lo contrario, capaz incluso de silenciar a un estadio poco dado a la mera observación. Cayó, sin embargo, derrotado gracias a un tanto de Griezmann en la única ocasión de peligro en la que se vio envuelto el francés, todavía lejos de su mejor configuración.

A pesar de las nuevas prestaciones del Atlético, más técnicas y calibradas para ejecutar un juego de dominio a partir de la posesión de la pelota, la mezcla con sus raíces naturales todavía no ha alcanzado el cuajo necesario. Saúl y Rodrigo, pareja creativa titular en el Wanda Metropolitano, sintonizaron en el centro del campo, e incluso Lemar ejerció más de interior que de extremo para abrir pasillos por el centro y agilizar la salida de balón. Pero la conexión de todos ellos con Diego Costa y Griezmann quedó absorbida por la atmósfera defensiva del Rayo. No hay cobertura a la hora de encontrar un camino de doble banda por el que conseguir un enganche estable. Mucho menos ante una defensa adelantada, firme en la marca, tremendamente sólida en el juego posicional. Ba no se separó de Costa y se impuso en el duelo físico sin necesidad de recurrir a él. Algo más exigente fue el baile con Griezmann, aunque el francés tampoco encontraba la forma de bailar en el centro de la pista.

Sin un control de balón agobiante, los primeros minutos del encuentro se repartieron con cierto sosiego para desaliento de Simeone, que se echó las manos a la cabeza cuando una secuencia de resbalones generó situaciones de peligro de esas que desmantelan cualquier plan preestablecido. Sin Koke sobre el campo, solo Correa se mostraba dispuesto a algo más. A tratar de romper tanto por dentro como por fuera, convertido como está ya el argentino en un extremo con alma de delantero. Se quedó pronto sin el auxilio de Juanfran, sustituido a la media hora por problemas en los gemelos.

Limitado ante un Rayo ordenado, el Atlético minimizó daños aunque eso le exigiera rebajar pulsaciones, algo extremadamente difícil de entender en el ideario de un club enamorado de las revoluciones. El conjunto de Míchel, bien remachado a partir del temple de Trejo y de los intercambios en el costado derecho entre Kakuta y Advíncula, se liberaba no solo de la presión, sino que comprometía con frecuencia a los rojiblancos. Embarba se convirtió en un verso demasiado libre entre Savic y Godín, sorprendidos por su movilidad.

No encontraba el Atlético una velocidad que le permitiera no solo mantenerse activo sino adelantar al Rayo, intenso en todas sus líneas. Ni siquiera cuando Griezmann comenzó a asomar con mayor frecuencia pareció estar a punto de salírsele la cadena al conjunto vallecano. Elustondo socorría a sus centrales y generaba un vórtice de seguridad por el que caían muchos de los intentos del Atlético. Tampoco el juego por banda le permitía al Atlético encajonar a su rival y el balón aéreo no funcionaba como válvula de escape. Sin embargo, el balón parado es un buen cajón en el que buscar soluciones cuando el tiempo pasa sin remedio y en un córner peinado por Savic llegó hasta las botas de Griezmann, que sin tener que moverse de su sitio empalmó la pelota con tino y lo envió al fondo de la portería de Alberto García.

Todo ocurrió mientras Koke aguardaba su entrada en el campo, decidido Simeone a romper ese juego horizontal que de nada estaba sirviendo a su equipo. El tanto descargó al Atlético pero no aturdió lo suficiente a un Rayo que no perdió las formas y continuó avispeando el área de Oblak. No encontraba un remate claro el equipo de Míchel y asaltar la colmena del Atlético no es precisamente algo que pueda realizarse con tibieza.

Con un centro del campo reforzado y más participativo, Simeone dio entrada a Martins para situar a Koke por detrás de Costa y tratar así de que el hispano-brasileño sintiera algo de compañía. Cuando la presencia física no se basta por sí misma para imponerse en el duelo, las carencias técnicas de Costa afloraron. Sin ese punto de habilidad necesaria para girarse en espacios cerrados Costa se convirtió en una boya a merced de la corriente.

Tuvo que aparecer por dos veces Oblak en el tramo final del partido, ante Pozo y Moreno, para contener a un Rayo volcado al ataque, tan enérgico como equilibrado en la toma de decisiones. La fiesta posterior por la consecución de la Supercopa de Europa fue un analgésico para el aficionado rojiblanco, que observó a su equipo muy lejos de convertirse en cisne.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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