Willy Hernangómez: “Doy el máximo cada día para no defraudar a Pau Gasol”
Con la determinación bien afilada, un intenso trabajo personal, físico y técnico, y una lustrosa aparición en la Summer League de Las Vegas, el pívot, de 24 años, busca relanzar su sueño en la NBA
Con 24 años y solo seis de carrera profesional, Willy Hernangómez (Madrid, 1994) presenta una cronología mucho más intensa que extensa. Debutó en la NBA en 2016 con los Knicks integrando el quinteto rookie, pero el curso pasado su impulso se quedó sin minutos y buscó salida en los Hornets de Michael Jordan. Con la determinación bien afilada, un intenso trabajo personal, físico y técnico, y una lustrosa aparición en la Summer League de Las Vegas (cuatro partidos, con 18,3 puntos y 12 rebotes en 28 minutos de media) busca relanzar su sueño de destacar en la meca del baloncesto. Mientras repasa su álbum y currículo demuestra que le sobra carácter para lograrlo.
Pregunta. ¿Ha tenido muchos ídolos o los referentes están en casa?
Respuesta. Yo siempre he sido de LeBron [James] y mi hermano de Kobe [Bryant]. Después teníamos pósters de Saquille O’Neal, Barckley, alguno de Jordan… Y también estaba en casa el típico póster de Pau [Gasol] a tamaño natural sobre el que iba marcando mi altura según crecía.
P. Mucha NBA, ¿no?
R. Bueno también tenía pósters de la selección española campeona del mundo y de Felipe Reyes, que le he tenido de vecino y de referente desde pequeñito.
P. ¿Cuál es su primer recuerdo de la selección?
R. Mi primera gran imagen de baloncesto en general fue la semifinal del mundial de Japón. Aquel España-Argentina con el tiro que falló Nocioni. Fue impactante.
P. En aquel 2006 tenía 12 años. Llegó al Madrid con 16 y debutó con Laso a los 18. ¿Cómo lo recuerda?
R. Fue la toma de contacto con lo que implica ser un profesional. Aprendí de primera mano esas lecciones. Todavía comento con Rudy un codazo que me metió en un entrenamiento, como prueba de madurez, ¡y no me achanté! Siempre tienes que dar guerra y agradecer la exigencia si quieres llegar a algo.
P. Luego hizo la mili en Sevilla.
R. Sí. Estuve dos años de formación allí con Aíto y Luis Casimiro, que son ejemplo de la apuesta por los jóvenes. Con Aíto aprendí a competir y con Luis exploté como jugador, con aquel partido ante el Barça… Pero de esa etapa me quedo también con entrenadores como Diego Ocampo y Javi Carrasco. Han sido piezas clave para que Satoransky, Porzingis o yo estemos en la NBA.
P. Tras aquello, ¿fue frustrante su segunda etapa en el Madrid?
R. En aquel momento tuve mucha rabia por creer que podía haber jugado más minutos y haberme ganado el puesto, sí. Pero visto en perspectiva y con madurez pienso que entonces no habría estado preparado para ser el pívot referente del Madrid como lo podría ser ahora. Aun así, podía haber tenido más oportunidades de las que se me dieron. Aquello me hizo más duro para superar los malos momentos que he tenido después. Cuando jugué menos en Nueva York pensaba ‘esto ya lo he vivido y ya lo he superado’.
P. ¿Cómo se pasa de esa decepción en el Madrid a la NBA?
R. Con convicción y ganas. Cuando trabajas, los resultados llegan. La ambición de ser mejor cada día es la clave. Tienes que salir de cada entrenamiento sabiendo que lo has dado todo, con la certeza de que eres mejor que ayer, pero peor que mañana. Ya no soy el chavalín de 18 años.
P. ¿Cómo es la NBA?
R. A mí me encanta. Es una liga durísima y físicamente tienes que dar tu máximo nivel. O trabajas o te comen. Es un reto mejorar constantemente para que no venga un jovencito del draft y te quite el puesto. Jugar 82 partidos en cinco meses es duro, pero muy bonito. Es una experiencia única… vivir en Nueva York, jugar contra los mejores del mundo, tener un dueño como Michael Jordan… son cosas únicas.
P. ¿Valora volver a Europa?
R. No hago esa reflexión. Estoy muy a gusto en Estados Unidos y estoy cumpliendo un sueño. Tengo muchos objetivos que cumplir antes de pensar en otras cosas. Mentalmente tienes que ser muy duro para no pensar en volver. A mí ni se me ha pasado por la cabeza. En los momentos malos la salida es trabajar y ser paciente, no volverte.
P. ¿Cuáles son sus objetivos?
R. Mi reto es llegar a ser uno de los mejores pívots de la NBA. Espero estabilizarme en Charlotte y convertirme en uno de los pívots dominantes de la Liga. Es complicado, pero en tres o cuatro años espero llegar a mi mejor nivel y entrar entre los 10 mejores pívots de la NBA. Sería lo máximo.
P. ¿Cumplir ese reto depende de la determinación, del físico…?
R. La determinación viene de familia, todos somos muy exigentes y competitivos. Todo lo que hemos conseguido ha sido a fuerza de trabajo. Nadie nos ha regalado nada. Tenemos la suerte de tener grandes consejeros y espejos en los que mirarnos como Pau Gasol. Nos quiere muchísimo y nos da muchos consejos. Nos llama, nos juntamos a cenar muy a menudo… Pau hace eso con muy pocas personas y que lo haga con nosotros es impresionante. Confía mucho en nosotros. Al día siguiente si no lo doy todo y Pau se entera, me echa la bronca. Doy lo máximo cada día para no defraudarle.
P. ¿Con qué momento se quedaría de Pau sobre la pista?
R. Con la semifinal ante Francia en Lille en el Europeo de 2015. Fue alucinante ver como se encarnaba en Dios con 30.000 personas en contra.
P. ¿La etiqueta de los nuevos Gasol que se les pone a los Hernangómez es una motivación o un peso?
R. Para nosotros es una gran motivación. Hay muchas semejanzas y ojalá nos podamos parecer en al menos cien metros de la kilométrica carrera que están haciendo ellos. Pero no queremos ser los nuevos hermanos Gasol. No queremos que nos comparen sino convertirnos en otra referencia para los que vengan detrás.
P. ¿El relevo generacional está garantizado?
R. Es un reto complicado pero muy ilusionante. Está claro que no tenemos el mismo talento que ellos pero hemos aprendido junto a ellos. Hay que disfrutar del tiempo que nos quede de Pau, Rudy y compañía en la selección y luego intentar mantener el listón competitivo. El problema es que nos han malacostumbrado. Un bronce, como el que ganamos en el pasado Europeo, apenas se valora, y nos costó mucho sacrificio. En los años venideros cada medalla debería valer como un oro.
P. ¿Cuál es el principal legado de los júnior de oro?
R. La mentalidad sobre todo. La fuerza y el deseo de ganar. La idea de ayudar siempre al equipo cuando te necesite. Transmitir esa concentración individual para endurecer al grupo. Ese es uno de los objetivos que Pau me está ayudando muchísimo a aprender. De cara al futuro con la selección, toda esa transmisión de consejos y experiencia de Pau o Felipe va a ser esencial.
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