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Francia abandera la nueva moda del ‘fútbol hormigón’

El estilo de la conservadora selección de Deschamps se postula como tendencia pese a que Bélgica y Croacia rozaron el título con un juego elaborado alrededor del balón

Pogba lleva la voz cantante ante Deschamps y Macron durante la fiesta en el Elíseo.
Pogba lleva la voz cantante ante Deschamps y Macron durante la fiesta en el Elíseo.LUDOVIC MARIN (AFP)

Del toque al músculo. De Xavi y Kroos a Pogba y Kanté, del dominio apabullante con la pelota, al control exhaustivo de los espacios. Si los centrocampistas y la posesión marcan los paradigmas del juego, la Francia de Didier Deschamps (48% de tenencia del balón) ha quebrado la hegemonía estilística de España (65%) y Alemania (60%), las dos últimas selecciones que la precedieron en el trono del fútbol mundial. Las estadísticas también revelan que la nueva campeona fue la que menos jugó con el balón y menos remató a puerta de las tres semifinalistas: solo 67 veces. Croacia tuvo el 57% de la posesión y realizó 88 disparos; Inglaterra 54% y 71; y Bélgica 52% y 79.

El éxito del pragmatismo francés se basó en una defensa compuesta por cuatro centrales, aunque Lucas y Pavard ejercieran de laterales; tres de los mediocentros con más despliegue físico del mundo (Kanté, Pogba y Matuidi); un nueve guerrillero para ganar las segundas jugadas que no ha marcado un gol en todo el torneo (Giroud) y dos únicos talentos desequilibrantes en los últimos metros (Griezmann y Mbappé). También se vio favorecida por el viento de cola que arrastra siempre a los campeones. El VAR, las dos paradas antológicas de Lloris ante Uruguay y Bélgica, y el gol de Mandzukic en propia puerta, el primero en la historia de las finales.

“Francia es un campeón merecido porque se adaptó bien a la competición. Pusieron en problemas a todos sus rivales dejándoles el balón”, advierte Alain Giresse, componente de aquella selección de los años ochenta que practicaba el llamado fútbol-champagne. “Todo hombre tiene su propia filosofía y ellos ganan. No fue una selección que construye el ataque desde atrás, como hicieron los belgas y los croatas, o como hacían los españoles o nosotros en el Mundial 82 o en la Eurocopa del 84. El gran arquitecto es Deschamps, que desde el principio impuso disciplina y rigor táctico. Trabajó un sistema que le impedía jugar como Bélgica”, abunda Giresse.

“Hay dos posibilidades, una es la de controlar el juego y la otra es la de disminuir riesgos”, opina Andoni Zubizarreta. “Y eso es lo que hemos visto en la final. Griezmann habla de un ejército, de la lucha, mientras que los croatas apelaron al talento. Es muy difícil analizar el juego en un mundial. Porque el mundial son momentos. No se puedan sacar conclusiones absolutas. Y también lo muestra la final, un gol en propia puerta o un penalti pitado por el VAR”.

El triunfo de Francia abre el debate sobre si este es el fútbol que viene. Si es una vuelta a las líneas maestras de Italia —cuya prensa se apropió en sus portadas del éxito de Francia— o si supone el fin del estilo de toque que abanderaron españoles y alemanes en la última década, y caracterizó en parte a Croacia y Bélgica, que rozaron el éxito en Rusia al obtener el 2º y el 3º puesto con un juego que entusiasmó a todos los aficionados, no solo a los de nacionalidad francesa.

Al respecto, Jorge Valdano reflexiona en el diario británico The Guardian: “El campeón siempre marca tendencia y jugar como lo hizo Francia es más fácil que jugar a atacar. Dicho esto, conviene no bailar sobre la tumba del tiqui-taca, que a su vez tiene que pasar por el taller, porque no solo Francia encontró el antídoto, también otras selecciones menores como Rusia o Suecia bien organizadas atrás. Francia no es un equipo puramente defensivo, pero teniendo grandes jugadores optó por la ley del mínimo riesgo para ganar. Este es un espectáculo en el que es importante ganar, pero también no aburrir”.

A tres días de la final, en el simposio organizado por la FIFA para analizar tácticamente el Mundial, Marco van Basten observó: “Las líneas del centro del campo y la defensa estaban muy juntas. Incluso jugadores como Messi o Neymar tenían problemas para atravesar defensas tan organizadas. Normalmente, uno tiene buenos jugadores que se mueven entre líneas y tienen la creatividad o la técnica para marcar la diferencia, pero hoy es casi imposible meterse entre líneas porque hay diez jugadores muy juntos, que se mueven además de lado a lado o de arriba abajo. Es difícil encontrar espacios”.

Si las huellas del calcio, del que Deschamps se empapó en sus años en la Juve, están presentes en la radiografía de los nuevos campeones, también esta Francia destila la influencia del Atlético de Simeone, transmitida por Griezmann: “Le dedico este triunfo a todos los colchoneros que han confiado en mí. También al Cholo, que me ha hecho llevar a este equipo a defender como me gusta”. “Es un juego parecido al del Atlético. Somos un equipo muy sólido, nuestra virtud era cerrarnos atrás y salir al contragolpe. Arriba tenemos jugadores muy buenos y rápidos, con ellos ha sido más fácil”, apostilla Lucas Hernández.

Davor Suker, tiene claro cuál es el camino, al menos para Croacia: “Nosotros no hacemos futbolistas como si fuéramos una cadena de hamburgueserías, que salen todos iguales. Nosotros seguiremos enseñando que hay que mover la pelota y tocarla bien”.

Menos balón y menos remate que la Francia de Zidane y Jacquet

Aimé Jacquet dirigió a la Francia de Zidane hacia el título de campeona del mundo en 1998 al tiempo que inspiró disgustos. Malestar en un sector relevante de la crítica, los profesionales y la hinchada francesa, que observaron cómo la tradición de aquello que en la estela de Platini se llamó football champagne por su carácter exquisito, se convirtió en lo que muchos denominaron despectivamente "football béton", o fútbol hormigón. Si la Francia de Jacquet era deudora del fútbol italiano más primitivo, la Francia de Didier Deschamps exhibe estadísticas más áridas todavía.

La Francia campeona de 1998 ganó el título marcando más goles, rematando mucho más, teniendo más la pelota y dando más pases que la campeona de 2018. El equipo que presidió Zidane hizo 15 goles, disparó 119 veces, dio 3.295 pases y tuvo el balón un 54% del tiempo de acción. El equipo que dirigió Deschamps marcó 14 goles, disparó 67 veces, dio 3.057 pases, y tuvo la posesión un 48% del tiempo de juego.

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