El BMC derrota al Sky en una contrarreloj que deja a todos contentos
Un belga, Greg van Avermaet, maillot amarillo en Francia, con 55s sobre Froome, quien no logra adelantar a Valverde y Landa
Van Avermaet, líder; Froome, el sol del Tour, a 55s; todos los favoritos, girando a su alrededor. La contrarreloj por equipos ni eliminó a nadie ni consagró a ninguno. Dejó a todos esperanzados, a los más fuertes, confortados; a los menos especialistas, aliviados; y a alguno con el corazón agitado.
El presidente de Telefónica se baja blanco del coche de Eusebio Unzue, aún excitado como un niño que acabara de hacer su primer viaje en la montaña rusa del parque de atracciones, y la adrenalina aún bombeando. Ha visto de cerca, y ha sobrevivido, a toda velocidad, en manos de uno que al volante es capaz de hacer mil cosas aparte de girarlo increíblemente a tiempo, contra toda esperanza, una contrarreloj por equipos, corredores en fila trazando tangentes imposibles en las rotondas, relevos monstruosos de los más fuertes, espuma en la boca de los chavales, relevos concertados a 70 por hora, y el ruido al viento de las ruedas lenticulares girando pesadas. “¿A cuánto te ha subido el corazón?”, le pregunta después José María Álvarez Pallete a Marc Soler, el ciclista de su Movistar que tiene más cerca en la meta. “Bueno”, responde, tímido y orgulloso a la vez, el corredor catalán, joven debutante en el Tour, “190 pulsaciones máximas, pero de media son 180… He estado los 35 kilómetros esprintando, a tope, a tope a tope…”
No hay mejor descripción de una contrarreloj por equipos tan dura y sudada que ningún equipo, ni siquiera el gran Sky, derrotado por la mínima, llegó completo a meta. Derrotó a los favoritos de Froome su clásico rival en la especialidad, el BMC, un equipo suizo-norteamericano en peligro de desaparición que se permitió la provocación de colocar de líder de la general a Greg van Avermaet, un clásico belga, que seguramente verá de amarillo el Francia-Bélgica de fútbol, que apasiona a los dos países.
Los del Movistar convirtieron en deporte de riesgo para su presidente un lunes apacible en la campiña francesa, y, además del regalo de emociones fuertes, acabaron contentos con su actuación.
Habían perdido lo que esperaban, la carga en el llano de un equipo con varios corredores de 60 kilos ante conjuntos de pesadas locomotoras potentes a los que rodar a casi 55 de media, como el BMC, no parece suponerles problemas. Habían perdido lo justo que les permite aventurar que en la montaña los que hicieron sufrir en Cholet sufrirán el doble. Habían, sobre todo, conseguido que Landa y Valverde, dos de sus tres líderes, acabaran la jornada aún por delante (dos segundos, pero por delante) de Froome, el patrón oro de la carrera, pese a que tantos presuntos favoritos estén por delante de él como por detrás, media docena, más o menos por cada lado… Todos a distancias que se miden en segundos aún, salvo Nairo, castigado por tragarse un bordillo y romper dos ruedas en el momento más inoportuno, al fondo.
La situación aparente es consecuencia de su caída del primer día, de los 51s perdidos; la situación real, hombre referencia, se la debe a su magnífica forma, demostrada en un ejercicio devorador en la contrarreloj por equipos: hizo los relevos más largos, como siempre, y también los más intensos, y fue capaz de hacer que a todos los suyos les rechinaran los dientes y todos sufrieran para no perder su rueda, el beneficio de su rebufo tan poderoso.
En una clasificación específica de todos aquellos que aspiran a pelear por la general, el primero es Dumoulin, el rival de Froome derrotado en el Giro en la etapa única de Le Finestre. El gigantesco holandés, aventaja en 24s a Rigo Urán, el mejor colombiano, como el año pasado; en 40s a Fuglsang, el danés oculto, y a Richie Porte, el amigo australiano delgadísimo; a 41 está el tártaro Zakarin y a 42s Valverde-Landa, la pareja Movistar; a 44s, Froome, y más lejos, Adam Yates, el hermano salvaje de Simon, a 54s; a 55s, el tiburón Nibali; a 1m 4sm, el delgadísimo Bardet, y al fondo, a 1m 57s del holandés que le derrotó en el Giro del 17, (y a 1m 13s, de Froome), late Nairo, de alma guerrera.
“Habrá que ser muy agresivos en montaña”, promete el escalador de Tunja. “Habrá que llegar vivos a la montaña”, le corrige Unzue. “Hasta Roubaix no vale la pena hacer cálculos”.
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