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Croacia resiste a Rusia

La selección balcánica derrota al anfitrión en otra agónica tanda de penaltis

Croacia celebra el pase a semifinales del Mundial tras anotar Rakitic el último penalti de la tanda. En vídeo: Euforia en la calles de Croacia por la victoria de su selección ante Rusia.Foto: atlas | Vídeo: EFE | ATLAS
Ladislao J. Moñino

En los penaltis, encasquillada y atrapada en la misma tela de araña que mandó a España a casa, Croacia acabó con el sueño ruso. Veinte años después de que aquella generación de oro de los Suker, Boban y Prosinecki alcanzara el tercer puesto en el Mundial de Francia 98, la que encabeza y lideran Modric y Rakitic iguala ahora aquella gesta. Fue Rakitic el que lanzó el quinto penalti decisivo. Un disparo seco y frío como él mismo para noquear a la anfitriona rusa y sumirla en la cara amarga del drama que son las infernales tandas. La ruleta rusa que esta vez ganaron los croatas les enfrentará a Inglaterra en Moscú para tratar de alcanzar su primera final de un Mundial.

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Las estadísticas dicen que nadie ha corrido más que Rusia, pero también que nadie ha jugado menos de los que alcanzaron los cuartos de final. Le queda la satisfacción al pueblo ruso de contar con el equipo que con menos, llegó más lejos. Ninguna selección explica mejor que la de Cherchésov el triunfo de la defensa colectiva sobre la técnica individual que predomina en este Mundial.

Rusia tiene fuerza, resistencia, apenas media docena de jugadores potables y el empuje de un pueblo inflamado y entusiasmado por la gesta de haber dejado en la cuenta a España. No tienen más los rusos y con esos argumentos pretendieron someter a los croatas. Lo lograron durante la media hora inicial. En ese tiempo interpretaron un partido simple, pero valiente. Cubrieron el campo con una presión asfixiante, llena de duelos individuales que encogió a Modric y a Rakitic, las dos manijas que asistieron impotentes al incendiario despliegue local.

No era capaz de dar dos pases Croacia, que se vio obligada a recurrir al juego directo hacia Mandzukic para salir de su campo. Ahí, Rusia hizo valer su condición física. Vivió cómoda, ganó las segundas jugadas y le dio para asustar a Subasic con un par de acercamientos atropellados, uno de ellos una volea del corpulento Dzyuba que detuvo la espalda de Strinic para cortar una trayectoria que se antojaba definitiva.

Definitiva ya sí fue la conexión entre el tanque de área ruso y Cheryshev. La sociedad también es un compendio de simplicidad, pero también de eficacia. La enésima dejada de Dzyuba a Cheryshev se convirtió en un misilazo a la escuadra derecha de Subasic, que solo pudo escuchar el silbido de la pelota y su violento impacto contra las red. Con cuatro goles, definitivamente Cheryshev sale muy reforzado de este Mundial. En una selección en la que el brillo individual es una quimera, ha sido el ruso que partido a partido se ha reivindicado como jugador de nivel.

A la prórroga

El pepinazo de Cheryshev atolondró aún más a Croacia, que se encontró el empate por un despiste defensivo de los anfitriones. De repente, Mandzukic se vio en las inmediaciones del área con todo el carril derecho libre para ganar la línea de fondo y sacar un centro atrás que cazó de cabeza Kramaric. Un mazazo para Rusia, que vivió ya el segundo tiempo y la prórroga para jugar y llevar hasta el final el mismo partido que contra España. Un remate al palo de Perisic, tras otro regalo de la defensa rusa, en un despeje blando de cabeza fue lo más reseñable del segundo acto. De nuevo, como contra España, la estrategia de Cherchésov de llevar al límite de la paciencia a Croacia con una defensa numantina le sirvió para forzar la prórroga.

Un silencio sepulcral se apoderó de las gradas de estadio de Sochi cuando Vida, con un cabezazo manso que no vio Akinfeev por estar tapado, parecía matar a Rusia al borde del final del primer tiempo del tiempo extra. Sostenida en el coraje y el gen ganador de Modric, admirable en sus esfuerzos y en sus cambios de ritmo cuando la gasolina ya escaseaba, Croacia parecía tener las semifinales a tiro. Pero se encontró con un último arreón orgulloso de Rusia. Una lluvia de córners, de centros al área y de ataques sin control que levantaron a la grada, espoleada también por Cherchésov. Una falta lateral bien tocada por Dzagoev a poco menos de dos minutos para que concluyera la prórroga la cabeceó cruzada Mario Fernandes. El portugués nacionalizado ruso vivió esa versión perrera y puñetera del fútbol. Iba para héroe con su testarazo, pero falló su penalti con un golpeo deficiente que envió la pelota fuera. Akinfeev había corregido el primer error de Smolov, pero ya no pudo detener los de Modric, Vida y Rakitic. El sueño ruso acabó con el peor de los dramas.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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