La última gran camada se apaga en Argentina
La Albiceleste, con 30 años de media, no tiene recambio para una selección envuelta en una crisis deportiva e institucional
Sin más argumentos que un grupo de individualidades tan geniales como gastadas, Argentina se plantó agónicamente en los octavos de final de Rusia frente a Francia. La plantilla albiceleste promediaba los 30 años; la francesa, los 25. En un laberinto institucional que no parece tener fin, la selección sudamericana sigue bebiendo de la fuente que construyó José Pékerman cuando lideraba los juveniles en el Predio de Ezeiza. Seis de los que jugaron el sábado ante los bleus (Mercado, Fazio, Banega, Agüero, Messi y Di María) fueron campeones del mundo sub-20 con el actual seleccionador de Colombia, y otros dos (Mascherano y Otamendi) también habían trabajado bajo sus órdenes. “La base de la selección Argentina la formamos nosotros”, aseguran desde el entorno de Pékerman.
En petit comité, el técnico suele recordar que cuando se hizo cargo de la cantera de la Albiceleste, era un perfecto desconocido en el que nadie confiaba. “¿Y este qué sabe? ¿Con quién empató?”, le recriminaban a Pékerman. Ganó cinco Mundiales juveniles sub-20 y su mano derecha, Hugo Tocalli, se encargó de que un chavalín que despuntaba en la cantera del Barcelona no fichara por España. Desde el último campeonato conquistado en Canadá 2007 de la mano de Agüero y Di María, por el banquillo pasaron seis entrenadores (Sergio Batista, Walter Perazzo, Marcelo Trobbiani, Humberto Grondona, Claudio Ubeda y, el actual, Sebastián Beccacece). Argentina nunca volvió a competir por un título en categorías inferiores. Descalabro en las juveniles, también en la mayor (siete técnicos en 10 años), consecuencia de una AFA errática y debilitada, más pendiente del poder que de la pelota.
Entonces, en medio del caos, Argentina se encomendó a su última gran camada horneada, liderada por el fútbol de Messi y la voz de Mascherano. Un grupo de futbolistas que llevó a la Albiceleste a tres finales consecutivas (Mundial 2014 y Copa América 2015 y 2016), pero que se quedó sin gasolina en Rusia, caída ante Francia (4-3) en octavos. “Quizás algún día se pueda valorar a una camada de jugadores que, bien o mal, siempre dio todo”, expuso el Jefecito en Kazán, tras anunciar a los 34 años su adiós a la selección argentina. Cuando Sampaoli se hizo cargo de la Albiceleste, en junio de 2016, su idea era renovar a un vestuario muy al límite de su fecha de caducidad. “Para que haya una revolución tiene que haber cambios”, entendía en la intimidad el técnico.
Sampaoli tenía dos ideas: rodear a Messi de sangre fresca —quería mezclarlo en el ataque con Dybala e Icardi— y prescindir de Mascherano. Ni una ni otra. Dybala se asustó. Icardi no encajó. Mascherano se plantó. El 14 pasó de estar fuera de la convocatoria a ser tenido en cuenta como central, para, finalmente, jugar de pivote como él quería. Sampaoli se volvió más messista que Messi y perdió la autoridad, el respeto y la ascendencia frente a un vestuario curtido y difícil de gestionar. Se esforzó tanto en no incomodar al 10 que lo terminó aislando.
Los vaivenes tácticos de Sampaoli (una alineación distinta en cada uno de sus 15 partidos) terminaron por hartar a un grupo que ostentó todo su poder. “Son los jugadores los que deciden en el campo”, expuso el entrenador. Después de caer ante Croacia (3-0), consensuaron alineación y táctica. Los ánimos mejoraron tras la victoria ante Nigeria, una armonía ficticia en la que Sampaoli quiso volver a ejercer de entrenador ante Francia: Messi de falso 9. Un nuevo error. Argentina se deshilachó en Kazán y nada se supo de Dybala y Lo Celso, el supuesto recambio generacional, mirados con cierta desconfianza por los pesos pesados del vestuario.
No era la primera vez que el grupo imponía su criterio ante un entrenador. En Brasil 2014, le frenaron la línea de cinco defensores que quería Sabella y hasta le sugirieron el cambio de Agüero por Lavezzi en la final ante Alemania. A Sampaoli, en las eliminatorias, también le habían pedido jugar con cuatro zagueros y no con tres como quería el técnico. La relación entre el cuerpo técnico y el vestuario quedó rota.
El futuro de la Albiceleste es ahora un misterio. Sampaoli quiere seguir en el banquillo, mientras algunos de los pesos pesados del vestuario ya comienzan a perfilar su adiós. Mascherano (34 años) y Lucas Biglia (32) anunciaron que se iban, Agüero (30) afirma que quiere seguir, y Messi, Di María, Banega y Otamendi todavía no se han pronunciado.
El 10 quiere ser prudente. Sabe que todo está en el aire en la AFA, sobre todo la continuidad de Sampaoli. La última generación formada por Pékerman se apagó en Rusia, sin noticias todavía de la camada del futuro. La Albiceleste es una moneda en el aire, también la continuidad de Leo Messi.
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