Llega el mundial
El mundial es un regalo: fútbol de alto nivel cada día; cenicientas que se cuelan en la lista de favoritas; héroes y villanos
Sucede cada cuatro años y es, junto a los Juegos Olímpicos, la cita deportiva que más pasión e historias genera. Llega de nuevo el Mundial de fútbol, que constata el inicio del verano en el hemisferio norte y alegra el invierno en el sur. Un regalo para los amantes del balompié: fútbol de alto nivel cada día; partidos de los que nadie espera nada y que se tornan apasionantes; cenicientas que se cuelan en la lista de favoritas; héroes y villanos; jugadores que pasarán a formar parte del vocabulario popular y de los recuerdos del aficionado; partidos que se quedarán ahí, en la retina, dispuestos a aparecer cuando se evoquen momentos únicos.
Los Mundiales de fútbol son una fábrica de narrativa épica. Hay partidos que siempre sonarán, y serán apasionantes aunque los equipos no estén en su mejor momento. ¿A qué hincha lo no le apetece ver un Alemania-Inglaterra, o un México-Francia, o un España-Brasil? Todos esos lances vienen cargados con décadas de historia, de rencillas deportivas pendientes. De aquel gol en el último minuto, de aquel gol que tuvo que subir al marcador o de aquel gran partido que no sirvió para nada.
En Grandes citas mundialistas (Bookland), Brian Glanville, John Ludden, José Sámano, Santiago Segurola y Juan Tejero ofrecen una selección de 135 encuentros que pasaron a la historia de los campeonatos. Arranca con la final del primer Mundial, el Uruguay-Argentina de 1930. 80.000 almas en las gradas. En la semana previa hubo manifestaciones en Buenos Aires demandando más barcos. Algunas de las embarcaciones se perdieron por la niebla y llegaron tarde al partido. Pese a irse al descanso perdiendo, los uruguayos vencieron por cuatro goles a dos.
El Brasil de 1958, la final del gol fantasma de 1966... y así, hasta llegar a citas más recientes, evocando a la selección de Camerún de 1990, con Milla pasando a ser eterno. O aquella semifinal de 1994. Tuvo tres goles y dos nombres: Baggio y Stoichkov. Senegal destronando a Francia en 2002. O el verdadero maracanazo, el de las semifinales de 2014. Y así pasan los años, de cuatro en cuatro.
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