Rafa Nadal, a la caza del gran monopolio

“¡Stop, stop!”, gritaba ayer un gendarme francés cuando un nutrido grupo de personas intentaban acceder a la pista 17 de entrenamiento de Roland Garros, donde peloteaba Rafael Nadal bajo un sol de justicia. Una mochila sospechosa, situada debajo una silla, a unos 30 metros de donde ensayaba el número uno con Pablo Andújar, hizo saltar la alarma durante unos pocos instantes. Fueron pocos, los que tardó en acudir un pastor alemán de la patrulla canina y olfatear el bulto. El perro se aproximó nervioso y la gente enmudeció hasta que el animal dio su ok, salió despedido y comenzó a mover el rabo. Luego recibió un premio por hacer tan bien su trabajo y la marabunta continuó intentando dar con un hueco para ver de cerca al rey de la tierra.

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Vía recta para Nadal

Ajeno a la escena, hiperconcentrado y sin escatimar una gota de sudor, Nadal prolongó la puesta a punto con el objetivo de llegar a tope a la defensa del trono que emprenderá esta tarde (hacia las 17.30, Eurosport), con el italiano Simone Bolelli como primer escollo. Por delante, un horizonte dorado que conduce hacia una cifra extraordinaria: si se proclama otra vez campeón en el Bois de Boulogne, el jugador mallorquín —a solo seis días de cumplir 32 años— lograría su undécimo título en el grande francés y por lo tanto agrandaría su leyenda en París, escenario de un monopolio abrumador y tiránico, fastuoso. Pero no único.

Existe una figura que, por difícil que parezca, luce un registro todavía más dominador que el de Nadal en su reino de arena. Es Margaret Court, la australiana ultracatólica que ganó en 11 ocasiones el Open de Australia: de 1960 a 1966, de 1969 a 1971 y en 1973. Ella, 75 años ahora, porta el récord de triunfos en un gran torneo, por delante de Nadal y sus 10 coronas en Roland Garros (de 2005 a 2008, de 2010 a 2014 y 2017) y de la estadounidense Martina Navratilova y sus nueve triunfos en Wimbledon (1978-1979, 1982-1987 y 1990).

Dice Nadal que hoy día no le interesan en exceso todo este tipo de cifras, los récords, y que a él lo que le mueve es la felicidad de estar sano y el poder seguir jugando al tenis. Sin embargo, el reto de cazar la plusmarca de Court añade otro aliciente a esta edición, a la que el español llega otra vez lanzado, en unos registros sobre tierra prácticamente idénticos a los del curso pasado, cuando arrasó en París. Y eso después de un primer trimestre astilloso, después de sufrir una doble lesión en el psoas-ilíaco que le detuvo durante más de dos meses.

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Otra vez, en un punto imperial

Trazando el paralelismo, Nadal ha jugado durante la gira de arcilla 20 partidos (19-1), dos más que en 2017 (17-1) por la serie de la Copa Davis que disputó en Valencia. Como hace un año, el balear cedió cuatro sets (121 juegos en ambos casos) y su estancia en la pista fue muy similar (29h 11m y 32h 51m). Y las dos veces, la recompensa de camino a Roland Garros fue de tres títulos. Se asoma, pues, con ese punto imperial que tanto intimida a sus adversarios. Solo el austriaco Dominic Thiem, de una temporada a otra, ha conseguido batirle sobre su superficie ideal, por lo que esta edición vuelve a reducirse a la siguiente idea: París se trata, una vez más, de un todos contra Nadal.

“Ganar sin que esté Federer aquí significa lo mismo, tendría el mismo valor”, afirmó el pasado viernes ante los periodistas, consciente de que para conservar el número uno deberá salir victorioso el 10 de junio. "Mi única motivación es ganar el título. Lo que me hace realmente feliz es sentirme competitivo, poder jugar todos los torneos que quiero jugar y tener éxito en este torneo tan importante", agregó el de Manacor, para el que no parece haber mayores rivales que Thiem, el emergente Alexander Zverev (6-1, 6-1 y 6-2 a Ricardas Berankis) y Novak Djokovic, que le tuteó durante una hora en Roma después de mucho tiempo desenfocado.

“Novak es uno de los mejores jugadores de la historia de nuestro deporte. No es que él haya vuelto, sino que siempre estuvo aquí”, remató Nadal, hoy sobre el escenario junto a otros 10 españoles: David Ferrer contra Jaume Munar, Roberto Bautista (Istomin), Guillermo García-López (Wawrinka), Roberto Carballés (Paire), Carlos Taberner (Tsisipas), Albert Ramos (Kukushkin), Carla Suárez (Konjuh), Lara Arruabarrena (Babos) y Georgina García (Jakupovic).