Kroos juega con calculadora
El medio alemán del Madrid, de regreso a Múnich, es el mejor pasador de las últimas Champions gracias a su estilo sobrio y sin complicaciones
“Toni es un estratega, ha mejorado mucho en el Real Madrid y juega al fútbol como cualquier entrenador querría que jugasen sus jugadores”, dice Jupp Heynckes, uno de los técnicos más importantes en la carrera del centrocampista alemán, al que dirigió en el Bayer Leverkusen y en el Bayern Múnich. Aunque Heynckes asegura también que Kroos es de esos jugadores que de vez en cuando necesita una patada en el trasero. No por falta de disciplina ni eficiencia sino porque, considera el entrenador del Bayern, cuando al equipo le van bien las cosas, Kroos tiende a relajarse. El miércoles serán rivales en Múnich, la vieja casa del centrocampista alemán, en la ida de las semifinales de Champions.
Toni en el Madrid es Toño, Antoñito, Don Antonio o Toñín. Así le llaman sus compañeros. No hay centrocampista en Europa con mejor porcentaje de acierto de pases que el suyo. Desde que llegó al Madrid en verano de 2014, Kroos siempre ha terminado la Champions como el mejor pasador. En 2015 cerró el torneo con un 95% de acierto (fue también el futbolista con más pases completados, 810); en 2016 lideró la misma estadística con 777 y un acierto del 94,5%. El año pasado, más de lo mismo: 906 pases completados (compartió liderazgo con Motta) y un porcentaje de acierto del 93,3%. En lo que va de Champions está en un 94,7%, y solo le supera John Stones (95,5%), defensa del City.
Kroos tiene 28 años y dos hijos. Implicado en varios proyectos solidarios, es también hombre de rutinas. No solo en la precisión de sus pases en corto y en largo y en los centros milimétricos, sino también en el recorrido —que nunca cambia— que le lleva cada mañana a Valdebebas, la ciudad deportiva del Madrid. También lo es en el cuidado de sus botas. Los utileros saben que las quiere siempre húmedas antes de los partidos y de los entrenamientos y se las meten en remojo. Lo lleva haciendo desde que era un niño. En Adidas se sorprenden cuando atienden sus pedidos: “Diez pares de los míos de toda la vida, de los sencillos, de cuero y sin estridencias”. Cuando le responden que ya no se fabrican, él dice que no quiere otras. No quiere modernidades ni fórmulas revolucionarias.
Los rondos
Kroos, amante de la lectura, apasionado de la NBA y fan de Roger Federer, es apreciado en el vestuario por su fina ironía. Tiene una conexión especial con Lucas Vázquez para las bromas. Entiende perfectamente el castellano, aunque todavía no se atreva con ello en público. Siempre dice que no le gusta cometer errores y por eso prefiere expresarse en su idioma materno. Desde su llegada al Madrid, pidió compartir rondos con los españoles para que el aprendizaje fuera más rápido. Cuentan en Valdebebas que aunque no tenga alma de entrenador, sí le gusta hablar de fútbol para encontrar soluciones a los problemas tácticos y que cuando lo hace da gusto escucharle. Dicen también que no pierde un segundo en nada que no tenga que ver con hacer lo correcto y lo útil y que en ese sentido a veces recuerda al personaje del Señor Lobo de la película Pulp Fiction, experto en solucionar conflictos.
Crecido en la cantera del Bayern, equipo del que se marchó en verano de 2014, Kroos siempre ha dicho que no se ve jugando muchísimos años. Su contrato con el Madrid, que renovó en 2017 hasta 2022, terminará cuando cumpla 32. Y puede que ese año decida colgar las botas. “Siempre he tenido mis planes e ideas para el futuro, debuté en el Bayern con 17 años, mi carrera empezó relativamente pronto y hay que trabajar mucho para mantener el nivel. Por eso, por lo que cuesta mantenerse, no me veo jugando con 35. Pienso retirarme cuando esté a un nivel muy alto”, dijo el día de su renovación.
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