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LaLiga Santander jornada 33Así fue
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Vibrantes tablas entre Deportivo y Sevilla

Los coruñeses descuentan un punto y se quedan a cuatro del Levante en un partido que merecieron perder durante una hora y que al final pudieron ganar ante un rival que tiene Europa en duda

El sevillista Correa disputa la pelota ante Guilherme y Juanfran, del Deportivo.
El sevillista Correa disputa la pelota ante Guilherme y Juanfran, del Deportivo.Cabalar (EFE)

Sumaron sin marcar Deportivo y Sevilla y les supo a poco porque el empate solo reparte un punto. Merecieron más, igual no por finura y sutileza, sí por despliegue y corazón. Se acerca el final y es preciso sumar de tres en tres, pero también se hace necesario mirar hacia los demás. Si al final de la jornada los rivales directos tropiezan, la igualada de Riazor cobrará valor para ambos, para los coruñeses en su intento de echarle el lazo al Levante, que está cuatro puntos por encima y recibe el jueves al Málaga; para el Sevilla en su pelea por asegurar plaza europea.

Si hay una afición que necesita poco para entrar en efervescencia esa es la del Deportivo. Exactamente precisa dos victorias tras cuatro meses de sequía. Con esa maleta ha emprendido el viaje hacia lo que no hace mucho era una inesperada permanencia, pero la ilusión a veces se topa con las condiciones y las de la propuesta de Seedorf tienen bastantes limitaciones. Al menos tiene un plan, que no es poco, que puede no se muy lucido, pero que cerca estuvo de darle los puntos: para un partido que necesitaba ganar a toda costa se tapó atrás, se fajó para achicar espacios y, cuando lograba recuperar la pelota sin que el rival acabase jugada, buscaba el balón profundo hacia la carrera de Lucas Pérez. Con eso pudo ganar el partido en un final intenso ante un rival que se rompió.

Pero en esa idea al Deportivo se le hizo el partido muy largo porque el Sevilla, con una alineación plagada de futbolistas poco habituales, jugó desde el saque inicial en campo contrario y no dejó de sembrar el pánico entre la parroquia de Riazor. Perseguían los locales, que tenían agujeros sobre todo en los flancos porque Seedorf montó un rombo de centrocampistas con querencia a trabajar por dentro. Y Navas tuvo espacio y tiempo para desplegarse. Tampoco le aprovecharon mucho. Eligió demasiadas veces mal el Sevilla.

Mosquera se lamenta tras una oportunidad fallada por el Deportivo.
Mosquera se lamenta tras una oportunidad fallada por el Deportivo.Cabalar (EFE)

Si la referencia era el último partido, si el mapa de ese triunfo que revivió al Deportivo el pasado sábado en San Mamés es el adecuado para encontrar la salida del laberinto en el que está el equipo, Seedorf activó otra tecla del GPS. Removió todo para encontrarle sitio en el once a Guilherme, que no estuvo por sanción en Bilbao. Lo ubicó por delante de la zaga, desplazó a Mosquera hacia la izquierda, pasó a Borges de ese flanco hacia la derecha y a Krohn-Dehli lo movió de esa posición hacia la mediapunta. Emre Çolak empezó a ver el partido desde el banquillo. Ya es curioso que después de tantos meses buscando un engranaje se desmonte una vez funciona, pero igual eso importa poco a estas alturas. Se juega con el sentimiento, con la pasión que Lucas Pérez le pone a cada galopada contra el mundo, con el arrebato del finísimo Schär para romper líneas y provocar un innecesario penalti que se fue al limbo arbitral mediada la primera parte.

Algo rascó el Deportivo en medio de su padecimiento, abocado a la brega con el soporte de un estadio repleto después de que el club decidiese regalar una entrada a cada abonado que así lo solicitase hasta que se acabó el papel. Pero el control fue del Sevilla, que debió marcar antes del descanso. Tuvo el gol Banega, también el novel Carlos Fernández. Tal fue el susto que la grada acabó pidiendo la hora para que el árbitro mandase a todos al preceptivo descanso.

Poco antes había entrado al partido Emre Çolak porque Krohn-Dehli a duras penas se sostuvo algo más de media hora tras un encontronazo con Geis en el amanecer del partido. En realidad los equilibrios en el alambre del noqueo los hacía todos el Deportivo, permeable, superado durante la primera hora de partido. Correa tuvo el gol en la frontal y lo dejó escapar por un palmo, Rubén se lo negó a Sandro y Schär se puso ante la línea de gol para repeler un remate de Banega. Pero el partido no tenía pausa ni rienda, iba y venía y eso en cierto modo le dió aliento a los chicos de Seedorf. Se lo otorgó que el marcador, sorprendentemente, siguiese a cero mientras el bombardeo llegaba a su meta desde todos los flancos. Porque entre tanto trajín hubo un equipo que llegaba, el Sevilla, y otro que moría más a menudo en la frontal.

Llegado ese punto se abocó a la tremenda el Deportivo, a sacar provecho de su codicia y su necesidad más que de su fútbol. Al entrar en el cuarto de hora final Adrián y Mosquera pudieron marcar en una acción que desató al estadio, donde esta vez se olvidaron litigios de mentirijilla para atender a lo que importa.

Y lo que importa es salvar el pescuezo, tantas veces amenazado para el Deportivo en los últimos años por la guillotina del descenso. La última maniobra de Seedorf fue buena, pasó por rearmar al equipo con un doble pivote para hacerse fuerte, cerrarse y buscar el gol a la contra, que las tuvo Lucas Pérez en esos pelotazos que convierte casi en una asistencia. Tres se le fueron en un frenético final. Tuvo también la victoria Borges sobre la hora en una doble maniobra excelsa en la frontal que acabó con un remate a la cepa del palo. Poste a poste se desangra el Deportivo porque nadie tiene más puntería en toda la liga para golpearlos. Pudo ganar un partido que durante bastantes minutos debió perder. Se firmaron tablas, peleadas y trabajadas hasta la extenuación. Como en los pacientes delicados, las próximas horas serán decisivas para saber si son buenas tanto para unos como para otros.

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