España retrata a Argentina
El equipo de Lopetegui, liderado por Isco, con más pegada que nunca, zurra a una albiceleste viuda de Messi y destartalada por completo en el segundo tiempo
Por mucho que apele a la ausencia astral de Messi, una Argentina destartalada se fue del Wanda con una zurra histórica. Para colmo, no se vio aplastada por esa España de frac de otras ocasiones. Frente a una albiceleste tan desmadejada a la Roja le bastó con media docena de crochés al frágil mentón argentino. En Argentina costará rumiar un repaso semejante. Un choque en el que la única respuesta de los de Jorge Sampaoli fue enturbiar el partido rasca que rasca las piernas oponentes.
A falta de Messi, Isco. Y algunas diabluras de Asensio, varios solos de Iniesta, el descorche de Iago Aspas... Más que suficiente para una España más gaseosa de lo habitual, pero contundente como casi nunca. Por una vez, el grupo de Julen Lopetegui tuvo más mazo que juego. Y buen ojo para penalizar los errores visitantes, que no fueron pocos. Pifias que se amontonaron en el segundo acto hasta retratar a una Argentina patética a poco más de dos meses para el Mundial de Rusia.
Sin un partido redondo-redondo, pese al estruendo del set, España tuvo atributos suficientes para sellar una goleada contra una Argentina viuda. Una albiceleste desamparada, no solo sin el diez, sino sin Agüero y Di María. Un panorama crudo para una Argentina que ya de por sí lo tiene peliagudo hasta con Leo y sus mejores camaradas. Tajo, mucho tajo tiene Jorge Sampaoli. Una selección que en el Wanda se limitó a intentar apañarse para dar una noche fastidiosa a España. Logró desteñirla solo durante el primer tiempo, cuando no fue el conjunto colonizador de la pelota que acostumbra. Ante un adversario muy agrietado, con una retaguardia tan adelantada como mal sincronizada, la selección española ni siquiera precisó de su principal sustento: el balón. De arreón en arreón dejó en la lona a los argentinos.
En el Metropolitano, una Roja blanqueada por decreto comercial de inicio no tuvo el poso acostumbrado. Un equipo impreciso, sobre todo en el sector de Thiago y Koke, el remiendo en la zona de Busquets. Demasiado en paralelo uno y otro, ninguno logró coser el juego adecuado. Tampoco servir de bloqueo por delante de la zaga. Ni doblando el puesto encontró España un rastro de Busi.
Sin ingenio y con una formación de poco vuelo, Argentina procuró que el duelo estuviera tieso, sin volumen. Lo consiguió de entrada y hasta dio el primer aviso en las áreas. Higuaín, tras una aventura de Meza, el mejor agitador argentino, tuvo el gol en la cara de De Gea. Pateó de mala manera. España no demoró la respuesta. Iniesta la robó, Asensio la ajustó y Diego Costa la remató. Un tanto muy de Costa, que sin titubeo puso en juego su tibia y la de Romero. El portero argentino no resistió y tuvo que irse a la enfermería.
En ventaja, la Roja siguió espasmódica. El chispeante Meza amenazaba hasta que Asensio se citó con Isco y el madridista enfiló hacia el primer hat-trick de su carrera profesional. Otamendi redujo la distancia y dejó un marcador más acorde con el juego desplegado. Nada que ver con la espantada albiceleste del segundo periodo.
Lopetegui dio entrada a Iago Aspas por Costa y el gallego paseó por el fango a la defensa visitante, a la que pilló una y otra vez la coronilla. Los goles comenzaron a caer como un chaparrón. Argentina ya era un guiñapo. Lo advirtieron los españoles, con Isco al frente. Y con De Gea sumado al festín, con una asistencia directa a Iago Aspas para el 5-1. De los muchachos de Sampaoli no había ni migas, solo de sus afilados tacos de sierra. Tan festiva estaba la noche para la Roja, que la gente despidió con honores a Piqué, silbado durante el discurrir del juego. Y también se celebró el debú de Marcos, la tercera generación de Marquitos. El primer caso de abuelo, padre (el Marcos Alonso de los 80) y nieto españoles que alcanzan la internacionalidad.
Todo buenas noticias para una España que va camino de Rusia con el viento a favor. Jugar ya jugaba bien casi siempre. Ahora resulta que también tiene dinamita. Nada que no sea Leo Messi tiene de momento esta Argentina escuálida, tan en los huesos.
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