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El Real Madrid golea al Girona con un Cristiano Ronaldo nuclear

El equipo blanco, desatado en muchas fases de un partido muy atractivo, doblega a un valiente y pinturero rival con cuatro goles del portugués

Cristiano Ronaldo celebra un gol. En vídeo, las declaraciones de Zidane sobre el jugador.Foto: atlas | Vídeo: RODRIGO JIMÉNEZ (EFE) / ATLAS
José Sámano

Con Cristiano al gatillo dale que dale, Madrid y Girona despacharon un partido de lo más recreativo. Todos pusieron de su parte. El coro madridista tuvo fases de fútbol atronador, vertiginoso, preciso y precioso. El encomiable y descarado grupo visitante le llevó de cabeza con tres goles aéreos y no le perdió la cara ni siquiera cuando parecía que Chamartín se le iba a caer encima en el día de su novatada. Exigió al Madrid y el Madrid, que no se regateó a sí mismo salvo en las concesiones aéreas, tomó nota. A su empeño y pericia le puso cuatro guindas CR, pariente lejano del CR de la primera vuelta y gemelo del CR de toda la vida. Ya lleva 22 goles, a tres del pichichi Messi.

No solo Messi y Cristiano son el flechazo de una Liga tan distinguida. Hay más alicientes singulares, muy propios de este fútbol español en la que hace tiempo que prevalece el buen gusto sobre aquella monserga de la furia. Todo un ejemplo es el Girona, un debutante en la gran pasarela que no se amedrantó ni ante un magno adversario como el Real Madrid. Los chicos de Pablo Machín, entre los que hay algunos como Granell, su capitán, que saben lo que es el fango de la regional, no están en Primera para columpiarse un rato entre tanta celebridad. Están para competir. Y para hacerlo con gracia y gallardía. Nada de pasar por un conjunto a granel, como uno más. En el colosal Chamartín se plantó como es, un equipo pinturero, nada pacato, bien esculpido por su técnico y decidido al do de pecho. Por suerte para el fútbol español son muchos los modestos dispuestos a improvisar la gloria. Aunque ello les cueste una goleada como la que se llevó el Girona. La cicatería en nada le hubiera ayudado.

El buen montaje de los rojiblancos obligó al Madrid, que no vaciló ante el reto pese al poco dictado que le queda ya en este torneo. Orgullo al margen, la Liga ya solo es una selectividad para la Copa de Europa. El Girona propuso y el Real dispuso. Como resultado, un partido chisposo, ameno, con salero.

El grupo de Zidane, con el espinazo de París —salvo Nacho por Ramos y Kroos por Casemiro—, arrancó de maravilla, como una bandada en ataque. Ataques a todo volumen, con velocidad punta. Gente como Lucas y Asensio propician que el ritmo se eleve y los auxilios se multipliquen.

En plena invasión local, mientras los visitantes peritaban lo que es Chamartín, Cristiano decretó sin demora su guerra nuclear. El portugués está desatado. Tras probar a Bono con una falta, embocó tras una trenza de Kroos con Marcelo. Ramalho le dio una baldosa de ventaja, un océano para CR. Un gol muy del Cristiano actual, a un toque, como los otros tres de la noche. Hoy es más Hugo Sánchez que aquel CR de bicicletas y citas con el gol desde un extremo y a varias cuadras. Hoy es concreto como nunca, como pocos arietes lo han sido.

Enchufado todo el Madrid y con ventaja en el marcador todo hacía presagiar una tortura inmediata para el equipo catalán. Para nada. El Girona supo embridar el duelo y explotar las vetas que tiene. Por un lado, Portu, un polvorilla para cualquiera. Y Mojica por la orilla contraria, un lateral que enrosca la pelota en comba de maravilla. Y Stuani, que ha cogido el mejor vuelo de su carrera y llevó al Madrid de cabeza en cada acción aérea. En cuanto el Real bajó ligeramente de escala, su rival se descamisó hasta dar con el empate. Por supuesto, obra de Stuani de cabeza. Más que un cabezazo, un trueno. La jugada dejó un misterio, que fuera Carvajal el encargado de arrestar al uruguayo con el balón por el aire. No fue casual. Lo mismo sucedió en el 4-2, con Stuani dos pértigas por encima del lateral blanco.

Visto el pulso cerrado del primer acto, el Real se obligó aún más en el segundo. La noche no estaba para remolonear. Si en el madrugar del encuentro hubo un Madrid desenfrenado, tras el descanso irrumpió un Madrid en manada. Asensio metió la directa, Benzema tiró de escuadra y cartabón y CR se lio a tiros con Bono, meta rival. Los de Zidane abrumaron al Girona, vencido por un adversario con fuego en las piernas y por sus grietas más evidentes. Su macizo con tres centrales no es su mejor exposición. Lo adivinó Cristiano, tan feliz con su recuperada voracidad goleadora que hasta se ha vuelto altruista como nunca. Hizo bingo tras una asistencia deliciosa de Benzema y tras otro mensaje del galo cedió la gloria a Lucas. De nuevo con el francés por el medio rebañó un despeje de Bono a un disparo de Benzema, que una vez más jugó mejor de lo que goleó.

Frente a la tormenta CR, de nuevo no se hundió el Girona, que jamás perdió de vista a Keylor. Y mucho menos cuando tuvo opción de jugar sin techo. Por el aire retrató para mal al Madrid, que encajó los tres tantos con la pelota por los cielos de La Castellana. Pese a ello y el disgusto de Zidane, unos y otros, madridistas —incluido Benzema— y rojiblancos, se ganaron el aplauso general. El individual, para CR. Pura metralla.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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