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La pretemporada de McLaren: “mucho riesgo”, pocas vueltas y el tercer mejor tiempo

La Fórmula 1 se cita en Australia tras otro invierno convulso para McLaren en el arranque de su alianza con Renault

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso, durante los entrenamientos del viernes en Montmeló.
Fernando Alonso, durante los entrenamientos del viernes en Montmeló.Mark Thompson (Getty Images)

Terminaron los ensayos propiamente dichos, y la próxima vez que los Lewis Hamilton, Sebastian Vettel y Fernando Alonso se suban a sus monoplaza será ya en Australia, el viernes 23 de este mes, en la primera sesión de ensayos de la cita que abrirá el Mundial de Fórmula 1 de 2018. Kimi Raikkonen se fue este viernes de Montmeló al frente de la tabla de tiempos, seguido por Alonso y por Carlos Sainz, en un orden de lo más engañoso si prestamos atención a lo sucedido en la pista a lo largo de las últimas dos semanas. 

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McLaren se pasa de frenada . Cuando uno escucha a Alonso en según qué momentos, puede llegar a dudar de todo. En la segunda y definitiva tanda de pruebas en el Circuit, el español solo se puso delante de los periodistas el miércoles. El día no fue bueno después de que el MCL33 se pasara destripado en el taller durante casi siete horas por culpa de una fuga de aceite que terminó cargándose el motor. “Hemos probado todo lo que queríamos probar, llegamos preparados a Australia”, dijo entonces el asturiano ante el alucine generalizado de los allí presentes. El discurso de Alonso cuestiona la importancia de hacer kilómetros en pretemporada, incluso cuando se trata de incorporar un propulsor (Renault) con el que McLaren nunca antes había trabajado. Su equipo ha sido el que menos vueltas ha dado en Montmeló estos ocho días (599), casi la mitad que Mercedes (1040), que son los que más han rodado, y bastante por detrás de Toro Rosso, heredero del motor Honda (822).

El hecho de que Mercedes, Red Bull y Ferrari se vayan a presentar en Melbourne con alguna que otra incertidumbre lleva a pensar que el ovetense tira de estrategia una vez más, como ya lo hizo los tres últimos años. Más aún si tenemos en cuenta la retahíla de averías que ha acumulado el bólido de Woking, con dos motores rotos en los tres últimos días, al margen de una tuerca que arrancó una rueda en su estreno, y del sobrecalentamiento. “Hemos arriesgado mucho en el diseño del coche, y hemos sufrido algunos problemas menores que demuestran que no hemos hecho el trabajo suficientemente bien”, resumió este viernes Eric Boullier, el director de la escudería. “Es mejor no juzgar el coche por esos problemas menores y esperar unas cuantas carreras”, añadió el francés. 

Mercedes, sin alardes. Esta ha sido una pretemporada de lo más plácida para la estructura hegemónica de los últimos tiempos, que ha pasado por Montmeló sin alardes. Aunque la mayoría de titulares se los ha llevado Red Bull y Ferrari, la impresión es que Mercedes sigue un paso por delante , aunque ahora falta saber el margen que tiene a su favor. La tropa de Brackley ha afilado el prototipo y todavía ha comprimido más su trasera, algo que podría comprometer a cualquiera pero no al equipo de la estrella. El paso del monoplaza plateado en las curvas lentas es, probablemente, el coche más equilibrado de toda la parrilla. Los récords en Montmeló se los repartieron Red Bull, primero, y Ferrari, después. Si uno se deja guiar por lo ocurrido en los últimos tiempos, a Mercedes le sobra músculo a una vuelta y seguramente tenga clarísimo que cuando lleguen los sábados, podrá exigirle a su bestial unidad de potencia ese plus que ofrece. El hecho de que Valtteri Bottas terminara el sexto el último día, a más de un segundo del más rápido, no es más que la prueba de lo poco significativos que pueden llegar a ser los tiempos a estas alturas de la película. 

El Red Bull vuela de nuevo. La mayoría de escuderías se alinea en una idea: Red Bull parece haber recuperado esa pegada que tuvo años atrás. Llevada en volandas por el grupo de trabajo capitaneado por Adrian Newey, el mago de la aerodinámica, la estructura energética encadenó cuatro dobletes entre 2010 y 2013 con Sebastian Vettel como buque insignia, antes de que Mercedes cogiera el relevo aprovechando la entrada en escena de la tecnología híbrida. Como ya ocurrió en el pasado, el monoplaza del búfalo rojo sacrifica músculo para ganar agilidad, y es en los tramos revirados donde se nota el trazo de Newey. A la espera de comprobar la diferencia de rendimiento del motor Renault respecto de los demás, la compañía de Milton Keynes, que ya se impuso en tres ocasiones el curso pasado, tiene toda la pinta de haber crecido un poco más, circunstancia que de confirmarse la situaría a un paso de poder volver a optar al título. “Red Bull será una amenaza real este año para nosotros. Eso es bueno para el campeonato”, sostiene Lewis Hamilton, que se ha encasquetado tres de las últimas cuatro coronas. 

Ferrari, en modo carrera. La Scuderia completó un invierno de manual, en el que se hartó de dar vueltas y fue capaz de cumplir con el programa. En la segunda semana de entrenamientos, los de Maranello se pusieron en modo carrera y simularon un gran premio completo, sesión por sesión y cada una a su hora real, para concluir finalmente, al menos en opinión de Vettel, que el SF71-H tiene pegada –el jueves, el alemán reventó en dos segundos el récord de la pole del trazado– pero va un pelín escaso de ritmo. “Hay que seguir trabajando en la prestación del coche y las sensaciones que transmite. Sería un error darle demasiada importancia al tiempo”, convino del tetracampeón del Heppenheim, que en 2018 afrontará su cuarta temporada como estilete de Il Cavallino Rampante. 

Renault, en progresión. Desde su regreso al campeonato como marca en 2016, el fabricante francés es, probablemente, el que más ha progresado. De la novena plaza en la tabla de constructores que ocupó en su reentrada pasó a la sexta en 2017, a la espera de ver si los de Enstone son capaces de replicar una vez más ese salto mortal. Según Carlos Sainz y Nico Hulkenberg, el RS. 18 da señales positivas, y el rearme del equipo del rombo parece comenzar a dar sus frutos. En condiciones normales no sería de extrañar volver a ver pronto a uno de los coches amarillos en el podio, algo que no ocurre desde 2015 (Grosjean, en Bélgica), cuando la formación era todavía Lotus. “Nuestra preocupación no es Mercedes, Ferrari o Red Bull, sino estar cerca de ellos. Terminar como el cuarto mejor coche es posible aunque no será fácil porque en la zona media habrá mucha competencia”, resume Sainz.

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