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El Sevilla, con lo justo, alarga la condena del Málaga

Sufrido triunfo de los de Montella, que se vieron dominados por el colista y solo respiraron con un buen gol de Correa

Rafael Pineda
Ignasi Miquel se lamenta tras el partido.
Ignasi Miquel se lamenta tras el partido.JORGE GUERRERO (AFP)

El Sevilla ganó en Málaga al colista. Su fútbol, sin embargo, deja mucho que desear. Las bajas prestaciones de un equipo que aspira a la cuarta plaza se deben a diversas causas. En especial, a la diferencia que existe en su plantilla entre los titulares y los que completan el grupo. Montella salió en La Rosaleda con seis caras nuevas y al Sevilla lo salvó una gran acción entre Nolito y Correa en el primer tiempo que le acabó dando tres valiosos puntos. Además, los jugadores del Sevilla parecen cansados, sin la chispa necesaria ni la contundencia debida ante un rival inferior. Por eso, a pesar de su triunfo, el partido de los de Montella fue muy malo. Esencialmente, por la ausencia de instinto matador en un equipo preparado para altas cotas. La inocencia del Sevilla es incompatible con la elite. El problema es que esa virtud no se fabrica de una semana a otra. Es un defecto de serie en un grupo que dejó vivo al Málaga después de hacerle un buen gol. Jamás huele la sangre el Sevilla, que con un segundo tiempo frío y casi pasota jugó con fuego, aunque no se quemó.

El Málaga, todo corazón, acumula ya su quinta derrota seguida y ofrece unas sensaciones lamentables. No tiene gol ni apenas calidad. Encima, todo le sale mal porque padece las enfermedades de los equipos condenados al descenso. Por más que lo intenta, nada le sale al colista. Es un equipo que ha marcado solo 13 goles en lo que va de curso, una cifra ínfima, que señala muy claramente una planificación delirante. La vida se le escapa a un Málaga que no tiró entre los tres palos de la portería defendida por Sergio Rico. Eso sí, peleó hasta el final por amarrar al menos un punto, pero su falta de talento es tan evidente que solo con empujar no vale. Y eso que se encontró con uno de los peores Sevilla que se recuerda en la última década.

Un soberbio pase de Nolito, muy bien finalizado por Correa, fue el único acto de fútbol del primer tiempo de un derbi regional pasado por agua, donde el Sevilla, con muchas caras nuevas, apenas fue un reflejo de un equipo que aspira a la cuarta plaza. Es cierto que mereció el segundo tanto en un gol mal anulado a Ben Yedder, pero el paso atrás dado por el equipo en la segunda mitad fue lamentable. Sin capacidad para controlar el balón ni asociarse, y descolocado en la mayoría de las zonas del campo, fue dominado por un Málaga de escaso nivel, que se limitó a meter balones en el área sin resultado, pero que vendió cara su derrota. El Sevilla sufrió demasiado para ganar y no fue capaz de hacer un segundo gol que hubiera acabado con todo debate.

Pelea en tantos frentes el conjunto de Montella que la irregularidad preside sus actuaciones en la Liga. El Málaga, mientras, es un auténtico lío, con sus jugadores hechos un manojo de nervios y un entrenador, José González, que alinea a futbolistas fuera de forma, caso de Success, para meter en el campo a En-Nesyri a los 34 minutos. La salvación se antoja complicada para un equipo que ha perdido la confianza y que incluso se ha despojado del carácter competitivo que le mantuvo vivo en las últimas cuatro jornadas a pesar de que las cuatro se saldaron con derrota.

El tanto de Correa hirió de muerte al Málaga, que solo encontraba salida a su fútbol en las incursiones de Castro por la banda izquierda. El Sevilla, por su parte, apenas carburaba. Con seis jugadores nuevos con respecto al once que naufragó frente al Atlético, incluido el estreno de Arana, los de Montella nunca fueron capaces de controlar el encuentro. La defensa, inédita, sufría demasiado ante los ataques de un rival con poca pólvora. En ataque, además, tampoco encontró la fluidez necesaria ni el juego entre líneas que activara a Sarabia o Correa. Eso sí, en el minuto 41 se le anuló de forma injusta un gol a Ben Yedder, puesto que Diego González habilitaba al francés en su remate casi debajo de la portería. Casi por inercia, el Sevilla se iba al descanso con un triunfo que no administraba demasiado bien a pesar de la impotencia del Málaga. La falta de contundencia para hacer el segundo lastraba las aspiraciones del conjunto de Montella.

El segundo tiempo del Sevilla fue muy flojo. Rolan empezó a incordiar a Layún en la izquierda y el Málaga buscaba el gol con insistencia. Su ausencia de talento le impidió marcar. El Sevilla dimitió, sin ganas de tener el balón, con Banega impreciso y Pizarro perdido. Los cambios no activaron tampoco a los de Montella, que volvieron a jugar con fuego, como en Las Palmas. Nuevamente, sin embargo, volvió a ganar, aunque el triunfo, necesario e importante, no debe taparlo todo.

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