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Muguruza patina ante Kasatkina

Tras un arranque prometedor, la número tres desaprovecha tres bolas de partido ante la rusa (3-6, 7-6 y 6-1, en 2h 34m) y se queda a las puertas de la final de Dubái. Indian Wells y Miami, próximos destinos

Alejandro Ciriza
Muguruza, durante las semifinales del torneo de Dubái.
Muguruza, durante las semifinales del torneo de Dubái.Francois Nel (GETTY)

Garbiñe Muguruza estaba sobre aviso. Los silencios de Daria Kasatkina siempre suponen un mal presagio, la señal de que algo malo se viene encima, y el presentimiento negativo que desprende ese juego aparentemente inocuo e inofensivo de la rusa se transformó en una notable decepción. Después de que la española la desarmase en el primer parcial, Kasatkina se quitó el camuflaje y actuó como tantas otras veces lo hace, de forma puñetera para darle un vuelco al partido (3-6, 7-6 y 6-1, en 2h 34m) y alcanzar de la final del torneo de Dubái.

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Una derrota que duele a la tres del mundo, y no tanto porque la apartase de la lucha por el título como por el fondo y la forma, porque no consiguió liquidar a una adversaria aparentemente moribunda ni cerrar una noche en la que el viento se le había puesto completamente de cara. Garbiñe arranque como los ángeles, pero no remató tres match-points y poco a poco se fue diluyendo como un trozo de hielo expuesto al sol. No atinó en el loco tie-break de la segunda manga (13-11) y se marchó del emirato con un sabor agridulce.

“No es agradable perder cuando has tenido bolas de partido”, admitió, “pero han sido dos buenas semanas. El balance es positivo porque he podido jugar partidos [7], y he llegado a una final [Doha] y una semifinal”, valoró Garbiñe, que se fue de Dubái con un pequeño botín de 185 puntos para garantizarse así la tercera posición en el ranking.

Mantuvo el control mucho brío, sobriedad y una cadencia férrea de juego, hasta que Kasatkina dispuso trampas por toda la pista y replicó cuando parecía ya abatida. A pesar de haber cedido el primer set y de nadar a contracorriente en el segundo, la rusa (20 años y 24ª de la WTA) neutralizó dos roturas de Muguruza y se levantó martillo en mano. Devolvió todo lo que se podía devolver y desmoralizó a la española, poco a poco decolorada, cada vez menos hiriente con el servicio y apesadumbrada porque su rival contestaba a pelotas que otras no hubieran contemplado pelear.

La rusa, empujada por la adversidad

Había avisado Kasatkina ante Johanna Konta, a la que le anuló dos bolas de partido en la ronda previa, y se reafirmó otra vez. Conforme más complicado se le puso, mejor jugó y más se creció; cuanto más cerca estuvo de la derrota, mejor reaccionó. Se agarró al duelo con una resistencia fabulosa, y una vez que equilibró el marcador asestó un golpe seco con un break de arranque en el tercer parcial, un segundo crochet (para 4-1) y la sentencia final. Muguruza, fatigada y definitivamente entregada, patinó en una noche que había tenido resuelta y tenía muy de cara; no supo cerrar y cedió cuando podía enlazar su segunda final consecutiva, tras la de la semana pasada en el cemento de Doha.

Toda la fe y el coraje que expuso una le faltó a la otra. El tenis premió el ejercicio de supervivencia de Kasatkina y penalizó la fragilidad anímica de Muguruza. Con el equipo técnico ya reunido (Sam Sumyk se incorporó al banquillo esta semana, aunque fue Conchita Martínez la que bajó a pista), Garbiñe encara ahora las atractivas citas de Indian Wells y Miami. Durante este mes en el Golfo Pérsico ha adquirido rodaje, pero el circuito no admite una sola tregua ni las alturas un solo respiro. Respiró antes de tiempo contra Kasatkina y la conclusión fue de lo más contundente: cualquier victoria exige al límite, de principio a fin. Que se lo digan a la rusa.

Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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