Griezmann calienta al Atlético en Copenhague
La gran actuación del francés bajo la nieve liquida al conjunto danés
Al paso de un soberbio Griezmann, armador y definidor, y con más juego con balón del que acostumbra, el Atlético le dio una tunda al Copenhague en el que se presumía un incómodo duelo que medía la temperatura guerrillera del Atlético en su vuelta a la Europa League.
Frío polar, copos de nieve moteando el verde, el calor de 38.000 hinchas entusiastas y un equipo enfrente tan encendido como exige su protofútbol. El estruendo que emanaba de las gradas y el tifo pirotécnico que avisaba de que “nada puede con la luz de Copenhague por la noche” contrastaba con la solemnidad que en la fría mañana presidía las calles del centro de la ciudad. Con las banderas a media asta aún y desfiles de ciudadanos depositando coronas a las puertas del castillo de Amalienborg por el fallecimiento del príncipe consorte Enrique.
En ese caldeado Parken Stadion el Atlético se dispuso al embate de mucho juego directo, multitud de combates aéreos, y una querencia muy marcada por incendiar el juego por las bandas para potenciar el bosque de tallos que pone en liza. Un contexto que chivatea el estado competitivo de un conjunto. Un test más complejo de lo sospechado por la obligación del Atlético de ganar en un momento de la temporada en la que las mechas parecen muy cortas. El debate sobre el fútbol que practica está abierto en canal. Debía marcar diferencias por calidad, y Griezmann fue el que mejor lo entendió y lo ejecutó.
Nadie exponía más entre los futbolistas de Simeone que Godín por las trazas aéreas de la cita. Más allá de una temporada con buenas y no tan buenas actuaciones, su empeño por jugar pese al riesgo de poner en peligro su reconstruida dentadura fue el de un cacique de toda la vida. Cuando tuvo que ir a la disputa con el fornido Storaru no dudó. También se examinaba Moyá, con la eliminación de la Copa fresca, ante la baja de última hora de Oblak afectado por un proceso gripal.
El ejercicio viró pronto hacia la dificultad por el perdón que le concedió el Atlético al Copenhague al pricipio. En menos de cinco minutos, desperdició cuatro ocasiones. En dos de ellas a Griezmann le condenó lo que en el billar se conoce como pasarse de fino. En la primera, apuró demasiado para tratar de cruzar la pelota con suavidad sobre la salida de Robin Olsen. En la segunda quiso utilizar su pierna derecha como un putter de golf para esquinar la pelota con un golpeo delicado y enroscado que rozo el palo. En la tercera ocasión, un regalo de Lüftner, se le hizo muy grande Olsen, que le ganó el mano a mano con una manopla abajo. Por un momento, emergió el fantasma del portero que sacó a Italia del Mundial de Rusia.
Gol en contra
Esa cadena de errores ante el gol fue engarzada con el tanto del Copenhague. Una penetración por banda de Sikov, un centro atrás, un remate y un desvió con la espuela de Fischer, la estrella danesa venida a menos. Con los antecedentes del Qarabag en la memoria, el Atlético se recompuso a lomos de Griezmann y de la pelota. El francés convirtió un saque de esquina en corto en un centro cerrado para la impetuosa entrada de Saúl de cabeza. Griezmann, en ese plan de diez clásico, también armó la jugada del segundo gol con una pared de espuela con Lucas en el interior del área. Gameiro solo tuvo que empujar el pase atrás del anoche lateral izquierdo, que dio otra clase de polivalencia y fiabilidad. Gameiro también tuvo el tercero al borde del descanso, pero se enredó sin necesidad con un recorte de más tras otro pase con telescopio de Griezmann al espacio.
De Griezmann fue el partido y también la resolución final de la eliminatoria con un golpeo por bajo para culminar un pase filtrado de Carrasco, sustituto de Correa. Vitolo, que reemplazó a Gameiro, cerró el partido con un gol que le vendrá bien para tratar de concretar su crecimiento. Como el del equipo con la pelota.
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