Entre el Getafe y el Leganés, gana el frío

Nevó en Getafe en una de esas mañana de manta eléctrica, termo de café y abrigo de lana. Muchos de los asistentes al Coliseum Alfonso Pérez parecían esquimales sin caña de pescar, pero con un ánimo encomiable. Algo ha cambiado en el Getafe, y pocos en la ciudad quieren perdérselo. El partido ante el Leganés, un derbi sureño, el primero en la máxima categoría con los azulones como locales, fue entretenido por el burbujeo constante de pases e interrupciones tan propias de un espectáculo sobre hielo. No es que el verde dejase de serlo, pero el frío, que nubla las ideas y acelera las carreras, es mal consejero. Si bien el catálogo de ocasiones no fue extenso, Antunes y Jorge Molina, con dos remates al palo, pudieron decantar la balanza en favor del equipo de Bordalás, que sigue sumando como local (seis victorias y tres empates en 12 encuentros) y aspirando a alcanzar una plaza europea que aunque visible todavía le queda lejos de los dedos.

Enfrente tuvo a un Leganés reconstruido tras el desafío de Copa, voluntarioso como es habitual y generoso en un esfuerzo que desgasta cualquier musculatura. Impone el equipo de Garitano aunque al fútbol se juegue con los pies y ahí hay menos carne que cuantificar. El Getafe, más fiel a su estilo habitual, con dos filas de cuatro bien repartidas, trató de atrapar en la red del centro del campo a un rival que se resiste a jugar encadenado. Con Fajr y Arambarri en el centro del campo solo Portillo, el jugador más habilidoso sobre el campo, ofreció algún regate digno de mención. Ángel y Jorge Molina, dos soldados, se fajaron ante Mantovani y Muñoz, que aguantaron el envite con energía.

Si bien el toma y daca de recuperaciones y salidas disparadas al campo rival (el frío te lleva a correr sin masticar) entregaba al partido un carácter volátil, el Getafe siempre pareció más cerca del gol. Pudo lograrlo Antunes con un disparo de falta que tras golpear en el poste izquierdo de Cuéllar rebotó en el cuerpo del portero del Leganés para salir disparado lejos de la meta pepinera. No sería la única vez que la madera contendría a los azulones, pues Jorge Molina, de cabeza, encontraría en el larguero poco después la misma respuesta.

Aunque tan solo lleve dos temporadas en Primera al Leganés se le advierte una calma inusual en momentos de tensión. Con la entrada de Amrabat y El Zhar en el último tercio del partido Garitano lanzó un mensaje a los suyos: la mejor manera de defender un empate es buscar la victoria. Y así fue, el Getafe, derretido (qué ironía) en los últimos instantes se quedó con la miel en los labios. El gesto de los jugadores tras el partido era similar al de sus aficionados. Y es que a pesar del frío el derbi había sido suficiente para mantener el ánimo caliente, y ante eso no hay termómetro que valga.