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Otro fiasco del Real Madrid ante el Levante

La primera unidad madridista, que acabó con Bale y Cristiano en el banquillo, especula demasiado ante un rival valiente en el segundo acto y no pasa del empate

FOTO: Boateng celebra el primer gol del Levante. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: Kai Försterling (efe) / atlas
José Sámano

A este Madrid no hay quien le entienda. Ya se trate del primer pelotón o del segundo. Unos se fueron por la gatera de la Copa. Otros, los de la primera pasarela, lo mismo encadenan dos goleadas en Liga que se esfuman ante el Levante con todo el panorama a favor. Frente a un adversario al borde del precipicio, el Madrid fue incapaz de revolver el choque cuando lo gobernó de forma absolutista en el primer tiempo. Tampoco cuando, pese a la valentía de los locales en el segundo tramo, tuvo de nuevo el marcador a su favor con el reloj ya menguante. Ante el Levante, otro fiasco al que finalmente asistieron como espectadores entre los suplentes tanto Bale como Cristiano, ambos retirados por Zidane con el partido aún intrigante.

Tan poco apego le tiene el fútbol al cientifismo que no son pocas las ocasiones en las que este juego solo se explica a partir del azar. Sucedió en este Levante-Real Madrid, con un primer tiempo enigmático. Lo controló a su antojo el equipo de Zidane, suelto, fluido y con empeño; pero lo empató el grupo de Muñiz por una chamba final de Boateng, en el primer peaje local en campo ajeno. Tan arcano resultó el discurrir del partido que se estrenaron en Liga como goleadores Sergio Ramos, que no deja de ser un central, y Boateng, que pasa por ser un ariete. Al primero le ayudó un amago de Benzema que despistó a Oier, portero granota, tras un cabezazo sin dinamita del capitán blanco. A Boateng le invitó todo el Madrid. En su única desaplicación, Lukic, en suelo propio, citó a Morales ante Keylor Navas con un simple pase. El portero rechazó el primer tiro, pero Boateng, en su primer chapoteo por el área rival, embocó el rechace con precisión. Por entonces ya calentaban dos delanteros de Muñiz, Pazzini y Roger. El Levante ni olía el balón ni divisaba a Keylor.

Hasta el tanto de los levantinos, el encuentro fue mecido por el Madrid. Sin mucho remate, cierto, pero el Real maniobró con una autoridad que pareció abusiva en muchas fases. Con el Levante a rebufo, el cuadro madridista articuló el juego con solvencia. Con Kroos y Modric de lanzaderas y los dos laterales en la escala de los extremos puros, el Madrid invadió a su adversario, refugiado en las cuerdas y sin la percha de la pelota.

Benzema, muy activo, se acostó en la izquierda, donde produjo la mejor sociedad con un Marcelo que ya no es el Marcelo postizo de hace unas semanas. Uno y otro descorcharon en varias oportunidades a la zaga local. Menos volumen tuvieron Carvajal y Bale por la otra orilla, pero nada inquietante para un Madrid con buen flujo. Incluso con mandíbula para ir al quite tras pérdida. Todo a merced hasta que llegó la pisada goleadora de Boateng. Hasta ese instante, como prueba del achique del Levante, la escena más relevante del único delantero local había sido una falta a Casemiro en el balcón del área de los azulgrana. Guiños del fútbol. Un gol tan inopinado y repentino alteró por completo el guion. Lo que parecía un trámite oficinista para los blancos se volvió un partido con curvas.

Con el empate, el Levante del segundo acto ya tuvo otro empaque y no regateó al Madrid un encuentro de ida y vuelta. Lo mismo flirteaba con el gol Cristiano que Lerma, al que Keylor frenó a costa de llevarse un balonazo en los morros. A la carrera, con Morales en los principales despegues, el Levante amenazaba. Al tiempo, el Madrid, salvo Modric, se fue diluyendo, sin peritaje en los últimos metros. Zidane optó por la chistera de Isco en detrimento de Bale, muy opaco. La entrada de Isco despertó de nuevo a Benzema, autor de un eslalon extraordinario que no derivó en gol porque Postigo metió la puntera a tiempo. Al instante, Oier, esta vez sí, respondió con acierto ante otro cabezazo de Sergio Ramos. Al Madrid le daba carrete Modric, un reloj con botas en todos los sectores del campo. Al Levante le daba hilo su técnico, que fue envidando con un delantero tras otro.

Con el duelo en el alambre, Zidane ordenó el cambio de Asensio por Cristiano. Cuesta recordar una cita en la que se fueran al banquillo Bale y CR. Máxime sin el Madrid en ventaja. Pero justo antes del relevo, Benzema, en Valencia de largo el mejor de la BBC, se aprovechó de la falta de contundencia de Postigo en un despeje. El francés, que no se inmuta donde otros tiritan, levantó las cejas y puso a Isco frente al gol. No falló el malagueño segundos antes de que CR se sentara en el banquillo y recomendara a los cámaras de televisión que enfocaran al terreno de juego no a su figura a la sombra.

Tan imprevisto es este Madrid que ni con el 1-2 y solo diez minutos por delante logró bajar la persiana. En el asalto final, Roger tuvo el empate con un cabezazo muy claro. No fue la última oportunidad. En otro desajuste madridista, Pazzini le pilló la espalda a Carvajal con una sencillez pasmosa. El debutante italiano no titubeó ante Keylor. Y hasta Morales tuvo el 3-2, lo mismo que Modric el 2-3. Ya fue tarde para todos. Pero brindó con motivos el Levante y los tuvo el Madrid para inquietarse de nuevo. Con todo a favor le faltó dictado. Y París está cada vez más cerca.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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