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Leganés y Sevilla lo dejan para el Pizjuán

El equipo andaluz perdona en la primera parte y sufre un fallo de Rico en la segunda que deja la semifinal en el aire (1-1)

Alejandro Prado
Muriel y Tito pugnan por un balón aéreo
Muriel y Tito pugnan por un balón aéreoInma Flores (EL PAÍS)

De siempre un empate a uno en casa se ha considerado un mal resultado para el local en una eliminatoria a doble partido, pero este Leganés se ve capaz de todo tras haber eliminado al Madrid en peores circunstancias. Los pepineros dieron por bueno el marcador sobre todo porque el Sevilla fue muy superior en la primera parte, cuando pudo hacer un roto considerable. El gol del Lega tras un fallo grave del portero Sergio Rico puso unas tablas que hacen que la semifinal de la Copa del Rey se resuelva la semana que viene en el Pizjuán. Y ambos equipos tan contentos.

Durante buena parte del encuentro el césped de Butarque parecía inclinado a un lado, la banda derecha del Sevilla y la izquierda del Leganés. Casi todo se jugaba en ese flanco. Daba la impresión de que Garitano quería buscar las cosquillas a Jesús Navas en su nuevo puesto en el lateral, pero no era el día de Amrabat, que apenas pudo explotar su velocidad. Sin embargo, Sarabia, por esa misma parte del campo, era un incordio constante, aunque casi hacía más daño cuando se metía por dentro, indetectable para los medios defensivos locales.

Sarabia estaba dando un curso en la primera parte. Montella le ha otorgado toda la confianza que no tuvo con Sampaoli y Berizzo y el madrileño está respondiendo. Además, el italiano ha acertado con la posición que mejor le viene, tirado a un costado pero con mucha libertad para aportar en la mediapunta, y ahí su fina zurda luce. Como en el gol del Sevilla. Sarabia recibió en el último cuarto de la cancha y filtró un pase al hueco al que corrió y llegó Muriel, que definió con un tiro no demasiado fuerte pero sí muy cruzado.

Poco había hecho en ataque el Leganés en los 20 minutos previos al gol, aunque sí se estaba mostrando activo en la presión alta, imposibilitando la salida desde atrás del rival. Tras el mazazo, el equipo de Garitano se desinfló y posibilitó el dominio de un Sevilla cada vez más cómodo. Solo un susto sufrieron los de Montella, cuando Sarabia regaló un balón –el mejor escriba también hace borrones- cerca del área propia y Beauveu chutó fuerte por encima de la portería de Rico.

El Lega andaba medio sonado por el verde, esperando que sonase la campana del descanso sin sufrir más daño. El Sevilla había olfateado el miedo y vio la oportunidad de hacer un estropicio en la eliminatoria. A punto estuvo cuando Lenglet y Mercado obligaron a Champagne a realizar dos paradones consecutivos tras un córner.

Mucho trabajo tenía Garitano durante el receso para intentar levantar a su equipo. Para empezar metió a Eraso por Brasanac. El medio vasco, uno de los héroes del Bernabéu, comenzó en el banco porque el técnico pepinero prefirió reforzar la medular con Brasanac, Gumbau y Gabriel. No le salió muy bien el plan porque N’Zonzi se bastó para comerse a los tres. Pero el cambio le dio resultado a Garitano, más que por la presencia de Eraso, por la vuelta de Gabriel al doble pivote.

Al Leganés le valió con apretar un poco, con volver a ser el Leganés, para empatar. Un córner, un balón que rebota y sube como un globo para bajar suavecito hacia las manos de Rico, y un griego enorme llamado Siovas que se pone en medio y aloja el balón en la portería. Ese fue el cuento del tanto pepinero. Incomprensible el fallo del portero del Sevilla, que solo tenía que haber estirado más los brazos para blocar o despejar ese cuero.

El Sevilla se encontró con ese golpe, quizá inmerecido, y con un Leganés que se enrabietó durante unos minutos. Sarabia había desaparecido y N’Zonzi era devorado por la agresividad renovada del centro del campo pepinero. El ímpetu de los locales bajó al poco y el Sevilla recobró el mando, pero con bastante tibieza en su juego. Solo un centro-chut de Navas asustó de verdad a Champagne. Menos sufrió Rico en la otra portería. Los atacantes del Leganés solo probaron la minada confianza del meta hispalense con balones parados que colgaron al área que se quedaron en nada.

El último tramo fue de puro tanteo. Cierto que el Sevilla hacía un poquito más por atacar pese a que Montella no quería descubrirse atrás, temeroso de las contras del rival. El Leganés tenía claro que el resultado no era el mejor, pero también que es remontable, y optó por dejar pasar los minutos antes de recibir un segundo golpe que se lo dejase crudo. Y así acabó el partido, con ambos citándose dentro en una semana para resolver el primer finalista copero.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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