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El Leganés sonroja al Real Madrid

Un histórico y valiente equipo pepinero da la campanada en el Bernabéu y elimina con méritos a un rival destartalado y rutinario, sin otro recurso que el juego aéreo

Ramos lamenta la derrota ante el Leganés. En vídeo, declaraciones de Zinedine Zidane, entrenador del Real Madrid.Foto: atlas | Vídeo: JUAN MEDINA
José Sámano

Histórico. Lo del Leganés en el Bernabéu fue todo un pepinazo. Una noche que los pepineros se contarán durante generaciones. Porque el heroico relato lo merece un equipo del sur de la capital que alcanzó la primera semifinal copera de su vida a costa del campeón de Liga y Europa. Y con remontada en un santuario como el de La Castellana. Casi nada para este modesto y ejemplar club que rema desde la periferia en un territorio vedado por el Madrid y el Atlético.

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Para el Real, un varapalo considerable, de aquellos que dejan eco. Una Copa tirada con tal impotencia que en Chamartín no fue capaz de vencer al Fuenlabrada, al Numancia y al Leganés. Y los tres anotaron dos goles en feudo blanco. Por más que la Copa no fuera la prioridad madridista, a estas alturas era el trofeo más al alcance. Ni en la ida ni en la vuelta el Madrid tuvo mejor escala que el Leganés, lo que amplifica el descalabro de los de Zidane, despedidos por los suyos con la primera bronca del curso. Un curso tan opuesto al anterior que ese segundo pelotón graduado con honores la pasada temporada ha resultado un fiasco en esta edición de la Copa.

Tres días después de zurrar de lo lindo al Deportivo con una notable actuación gremial, el Madrid, que solo repitió con Nacho como titular, volvió a ser un espanto. Un equipo rutinario, previsible, sin chicha ni volumen alguno, limitado a un bombardeo aéreo en el arreón final. Un conjunto mal cosido, demasiado estirado y muy cuarteado, con muchas grietas. Como prueba elocuente, sin avisos en el área del Leganés, ni una ocasión o algo que se le pareciera en todo el primer acto. Un tiempo para el olvido madridista, ulceroso. Todo lo contrario para el Leganés, que ya desde la alineación advirtió que la Copa le iba. Nada de ceñirse al papel de resistente sin más. Asier Garitano envidó con tres atacantes —El Zhar, Beauvue y Amrabat—, un enlace ofensivo —Eraso— y un pivote central con alma de media punta —Gabriel—. Con tal disposición y mucho más ánimo, el cuadro pepinero no solo se sacudió a su rival, sino que le rebajó a la nada sin perder la vista al frente.

Entre la trama de camisetas blancas las pérdidas se sucedieron. Cuesta creer que en un Madrid hubiera tanto pie dislocado. El primer señalado, el joven Achraf, muy confuso y protagonista de varios enredos. Lo mismo que Kovacic, empecinado en conducir la pelota y desperdigarse por zonas inapropiadas. Tampoco Asensio tuvo peso, lo mismo que Llorente o Theo. Solo Isco pedía carrete, pero nadie le daba una mísera puntada.

Bien apañado y sin alertas, el Leganés se movió con toda la soltura que le concedió su heráldico contrario. Beauvue, con una falta directa al poste derecho de Kiko Casilla, dio pista de las intenciones del gallardo equipo de Garitano. Los visitantes no estaban de mirandas. Con Gabriel al mando, un futbolista con mucho cuajo, con estupendo manejo para articular el juego con sentido y con flirteos frecuentes con el gol, los visitantes merodeaban por campo madridista. Hasta que del errático transitar local se contagió incluso el infalible Nacho. Achraf le tiró un pase con tirachinas, Nacho, con Eraso en el cogote dudó en el cruce y el jugador del Leganés se encontró con la portería de frente, aunque a varias cuadras. Pudo avanzar, pero armó un disparo tremendo. Golazo.

Al gol no reaccionó el Madrid hasta el primer parpadeo del segundo acto, precedido por la arenga de Sergio Ramos a sus reclutas, sabedor del mal trago al que se enfrentaban. Rumbo al vestuario en el intermedio, la hinchada ya había despedido al equipo con pitos. Tan inmediata fue la respuesta que antes de los dos minutos empató Benzema, al que la zaga pepinera desatendió dos veces. Tanto cuando el galo dejó el área para combinar con Lucas Vázquez como cuando el gallego percibió el desmarque del francés. Benzema, con la clase que le distingue, picó la pelota sobre Champagne como el que afina un violín. Ni así, con la igualada, aprovechó el Madrid la ola buena. Una vez más en esta Copa, salvo el remar de Lucas Vázquez, no hubo quien se rebelara entre los de la segunda unidad.

Un par de saques de esquina del Leganés encendió de nuevo las alarmas en Chamartín. Una suerte, las de los córneres, que domina muy bien el equipo de Garitano. Lo evidenció Gabriel, con un cabezazo atómico tras un lanzamiento de Eraso desde la esquina.

Con el Bernabéu con la nuez retorcida, Zidane recurrió a Modric y Carvajal. Con éste por Achraf, la banda derecha blanca se convirtió en la mejor hoja de ruta para el Madrid. Lo vio Garitano, que echó el lazo a Raúl García, un centinela para tapar la sociedad Lucas-Carvajal. Sorprendió Zidane al retirar a Isco, por más que el discurrir de la jornada precisara de su único punta en el banquillo, Borja Mayoral. Ya con Mayoral anidando en el área, lo que fortaleció el juego aéreo local, Raúl García acabó como tercer central. Por entonces, ya en el último tramo, Sergio Ramos también oficiaba de ariete. El Madrid se descamisó en el perímetro de Champagne, que hizo su primera parada en el minuto 80 tras un tiro de Benzema. El Real iba de cabeza. Uno se le escapó por poco a Mayoral y Champagne acertó en otro de Sergio Ramos. Ya no hubo más. Solo truenos para este Real Madrid tan poco fiable y bendiciones para un Leganés de época.

Declaraciones de los jugadores del Real Madrid tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: atlas

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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