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Quico Cortés: “España ha vivido muchos años del talento, toca trabajar”

El portero del Egara de Terrassa y de la selección española, elegido uno de los cinco mejores del mundo, habla sobre los efectos del amateurismo y la expansión nacional del hockey hierba

Nadia Tronchoni
Quico Cortés posa en las instalaciones del Club Egara.
Quico Cortés posa en las instalaciones del Club Egara. Juan Barbosa

Para entender lo que significa el hockey en Terrassa –poco más de 200.000 habitantes, al norte de Barcelona– hay que hacer una visita a alguno de sus dos clubes de referencia. En las instalaciones del Egara una se encuentra grupos de niños y de niñas distribuidos por una decena de campos, gente jugando al tenis, un bar a rebosar (de padres, mayoritariamente) y hasta un (silencioso) club de bridge. De una punta a otra se mueve como Pedro por su casa Quico Cortés (Terrassa, 34 años). No es para menos: la primera vez que llegó apenas medía un metro. “Esto forma parte de mi día a día”, ríe. Es el portero del equipo y de la selección española de hockey hierba. Y ha quedado seleccionado entre los cinco mejores porteros del mundo en 2017, nominado por la Federación Internacional (FIH).

Pregunta. ¿Qué tiene que tener el mejor portero de hockey?

Respuesta. Supongo que es un tema de ganas. Quienes alcanzan la excelencia lo hacen porque disfrutan con lo que hacen. En mi caso, excelencia significa entrenarse bien y muchas horas. Los años y algún golpe de suerte en mi carrera me han ido llevando a jugar muchas ligas y muchos partidos internacionales, lo que también me da experiencia, que es un punto en un portero. He disfrutado y disfruto mucho haciendo lo que hago. Si no, no estaríamos aquí ahora.

P. ¿Ese dedicarle muchas horas en qué se traduce?

R. No somos profesionales, este es un deporte amateur y los jugadores estudian o tienen un trabajo. Con el club nos entrenamos tres días a la semana por las tardes. Y los que jugamos en la selección lo complementamos con otras dos sesiones a mediodía, así que te tienes que escapar un momento del trabajo. A eso añades actividad física extra: salir a correr, ir al gimnasio…

Soy un portero muy de estar bajo los palos, considero que ahí es muy difícil hacerlo muy mal

P. ¿Y por qué Quico Cortés es uno de los mejores del mundo?

R. Creo que la nominación me llegó porque llevo muchos años en la selección y los últimos diez he jugado como titular. No encuentro que mi último año fuera especialmente bueno, pero sí que hubo ciertos momentos en que el equipo necesitaba pasar rondas o sumar puntos, y mi rendimiento fue bueno. Técnicamente soy un portero muy de estar bajo los palos, considero que ahí es muy difícil hacerlo muy mal. Quizá en las jugadas en las que tengo que salir tendría que mejorar.

P. Fue a los seis años cuando decidió ser portero.

R. Cuando empecé había un campo menudo donde nos entrenábamos los más pequeños; y para llegar había que pasar por delante de los campos más grandes. En los equipos pequeños no había portero: esto es una escuela, se hace un trabajo de iniciación, corres un poco, te familiarizas con el stick… Pero yo un sábado por la mañana al pasar por ahí vi a unos porteros, y cuando llegué les dije: yo quiero eso. Me dijeron que no podía ser. Y dije: pues me voy. Pensé: me enfado, me siento en esta esquina y cuando me traigan las defensas vuelvo. Y así fue. Las protecciones no me las he quitado desde entonces.

P. Dicen que es de los que pone la calma en los partidos.

R. Intento imponer la calma cuando toca y acelerar cuando veo que el equipo está dormido. El portero es importante para organizar la defensa, más en el hockey, que es un deporte muy táctico. Si el equipo está bien colocado tienes mucho ganado. Intento mentalizarles mucho en este sentido. E insisto en los tempos del partido, según el resultado y el momento debemos saber qué necesitamos. No es premeditado, me ha salido así desde siempre porque en esta casa estamos acostumbrados a jugar muchas finales; durante muchos años, por desgracia, el hockey hierba ha sido muy desigual a nivel estatal.

Durante muchos años los rivales se acercaban poco a nuestra portería, por eso si no hablas con tus compañeros, te vas totalmente del partido

P. ¿Y eso cómo le afectaba?

R. Durante muchos años solo había dos equipos: el Atlètic y el Egara. En el resto de partidos de la temporada los rivales se acercaban poco a la portería, por eso si no tienes esa comunicación, si no hablas con tus compañeros, te vas totalmente del partido. Durante muchos años eso fue una herramienta de concentración. Porque siempre se dan uno o dos chuts por partido, aunque el rival sea menor, y en esos momentos tienes que estar preparado.

P. Seis de los 10 equipos de la División de Honor son catalanes, pero algo está cambiando en España.

R. Cada vez hay más sitios en España en los que se juega. Y cuanta más gente juega, más gente se interesa, también inversores. Y así, en las Ligas A y B se puede fichar y el nivel mejora. Ya no sería sorprendente que un equipo de Madrid como el Club de Campo, con un presupuesto bastante alto, gane una Liga. Hace unos años era impensable. Ahora puedes ir al Tenis de Santander o al Complutense de Madrid y perder. Son equipos que juegan bien, no se limitan a defenderse y salir al contraataque. Cada año están más preparados y eso es bueno para el deporte.

P. Es curioso, la selección española de hockey es una de las que más medallas tiene (Roma 1960, Moscú 1980, Atlanta 1996 y Londres 2008).

R. Es un milagro. En España tenemos unas 10.000 licencias. Y competimos contra Australia o Argentina, con medio millón de fichas, o contra Holanda, que tiene unas 300.000. Además, ellos son profesionales. Por ejemplo, para los Juegos de Londres los jugadores ingleses de la selección no pudieron jugar con sus clubes durante la olimpiada previa: vivieron juntos durante los cuatro años que precedieron a los Juegos, de lunes a viernes y el fin de semana, descanso.

El amateurismo a veces cansa. Aquí nos entrenamos a las 20.30 y estos meses lo hacemos a cinco grados; a veces, con el campo helado

P. ¡Y no ganaron!

R. No, quedaron cuartos. Y por un gol no entramos nosotros en semifinales. Por eso, lo que hacemos en España es un milagro.

P. ¿Y cómo se lleva?

R. Bueno, tenemos una ayuda de las becas ADO; quien tiene la suerte de jugar en el Club de Campo o en el Polo cobrará un sueldo y hay otros que se han podido ir a jugar fuera, a Holanda o Bélgica, y cobrar. En clubes como el Egara o el Atlètic te ayudan si haces de entrenador, aunque no tienes un sueldo. Si no trabajas o estudias, cuando se acabe la competición no tendrás nada. No te puedes plantar con 35 años y que te pregunten qué sabes hacer y responder: yo juego a hockey. Así que hay momentos en que te cansa, porque sabes que si cobraras y tuvieras una seguridad te podrías dedicar en exclusiva, entrenar mañana y tarde, descansar las horas necesarias, ir al gimnasio a horas prudentes, cuidar la alimentación, pagar un dietista si es necesario… Eso no pasa. Nosotros aquí nos entrenamos a las 20.30 y estos meses lo hacemos a cinco grados; a veces, con el campo helado. Por otro lado, tiene muchas ventajas: yo soy un personaje anónimo, voy donde quiero y nadie me molesta, pero además tengo la suerte de desfilar en una inauguración de unos juegos o colgarme una medalla al cuello. Mi vida, además, me obliga a aprender otras cosas y no apalancarme, a buscarme la vida.

P. ¿Cómo afecta a la competición este tipo de vida?

R. No nos afecta en la competición nacional, porque todos estamos igual, todos vamos a trabajar y luego a entrenarnos. Seguro que nos afecta a nivel internacional. Tener menos apoyo económico y en un país más grande que, por ejemplo, Bélgica u Holanda marca diferencias. Los jugadores de esas selecciones pueden entrenarse juntos cada mediodía, nosotros no. Hacemos dos grupos: los de Madrid y los de Barcelona nos entrenamos por separado entre semana. También afecta a nuestro rendimiento individual porque el desgaste físico es muy grande. Si trabajas ocho horas al día, te entrenas cinco, tienes que tener un poco de ocio y comer, te quedan cinco o seis horas para dormir. No es lo ideal.

Quico Cortés, en el Club Egara.
Quico Cortés, en el Club Egara.

P. ¿Se ha perdido España algún buen jugador por estos motivos?

R. Sí, hay muchos casos. Los hay que ni siquiera llegaron; les llamaron para la selección y dijeron que no, que tenían un buen trabajo. Los ha habido también que han hecho un ciclo olímpico y han dicho basta, porque tenían otros objetivos profesionales. Y otros que, después de un tiempo, no lo han podido compaginar.

P. ¿Cuál sería el modelo a seguir?

R. Ahora mismo, lo prioritario y obligatorio es el físico. Las grandes potencias como Argentina o Australia lo primero que han hecho es trabajar mucho físicamente, son muy fuertes. Y un jugador, por muy bueno que sea, si no cumple los mínimos físicos no entra en la selección. Ese es el camino a seguir. Luego, el análisis del rival es vital. Sobre todo, porque si nosotros entrenamos menos horas, tienen que ser más efectivas. Debemos saber dónde se marcan los goles o en qué situaciones nos crean más peligro.

Sé con seguridad que del 2020 no paso, pero no tengo claro si llegaré a los Juegos

P. Con la llegada de Frederic Soyez a la selección ya aumentaron las cargas de trabajo, pero desde la marcha de hombres como Pol Amat, Santi Freixa o Edu Tubau se está viviendo un cambio generacional.

R. Sí, y tenemos que ser conscientes de ello. Viene un relevo, pero tipos como David [Alegre], Manu Terraza o Roc [Oliva] en poco tiempo y con poca edad ya sumieron responsabilidades; pero después de los Juegos de Río, también por razones profesionales, lo tuvieron que dejar. Cambias unas piezas por otras, pero no hay un cómo. Solo intentamos buscar el máximo rendimiento del equipo. En España durante muchos años se ha vivido del talento, ahora hay que ponerse a trabajar. Hoy cada jugador se entrena con un GPS para medir sus cargas de trabajo y tiene sesiones extra para cuando no hay concentraciones. Además, nos hacen pruebas de fuerza. La exigencia física es alta.

P. ¿Ha pensado ya en su retirada?

R. Sí, hace tiempo. En los Juegos de Río ya sabía que podían ser los últimos. De hecho, después de haberme preparado tanto viví como un desengaño no poder jugar las semifinales. Así que, cuando terminaron, estuve hasta mayo del año siguiente sin ir a la selección. Me cogí un descanso. No quería ni pensarlo. Al seguir jugando la Liga nacional me motivé para volver el verano pasado. Y sigo disfrutando. Sé con seguridad que del 2020 no paso, pero no tengo claro si llegaré a los Juegos.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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