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El Celta pone en problemas a la Real Sociedad

Tercer triunfo a domicilio consecutivo para los gallegos ante un rival que apenas ha ganado en una de las últimas nueve jornadas y que además falló un penalti

Maxi Gómez celebra el segundo gol del Celta en Anoeta.
Maxi Gómez celebra el segundo gol del Celta en Anoeta.Juan Herrero (EFE)

Hay partidos que dignifican la Liga española, que le dan carácter a la competición, que le otorgan un sello. Real Sociedad y Celta le dan vuelo al campeonato y a su extensa clase media. Más allá del fulgor de quienes acaparan cámaras o titulares se trata de dos equipos que demuestran que hay una periferia futbolera que también demanda foco. Cabía alguna sospecha previa porque la clasificación, ambos iniciaron la jornada en la segunda mitad de la tabla, les delataba en apuros, pero depararon un partido bello, a ratos muy bien jugado. Lo ganó el Celta, que mira hacia arriba con tres triunfos en sus tres últimas salidas ligueras. Y se queda dañada la Real porque apenas ha ganado un partido en las nueve últimas jornadas.

Los resultados están por debajo del despliegue del equipo que prepara Eusebio Sacristán, pero su pelaje se mostrará ahora que se ve en problemas, con el resquemor de un sector del graderío que saludó con algún silbido las primeras evoluciones de alguno de sus hombres, cerró con más tras las últimas y cuestiona abiertamente el trabajo de su entrenador, que obviamente tiene cuestiones por resolver. Seguramente también es el más cualificado para encontrar soluciones para el equipo que arma desde hace varias temporadas. La memoria en el fútbol es chata y los resultados ayudan a potenciar olvidos.

La Real marcó de inicio y eso fue lo mejor que le pudo pasar, obviamente porque le puso en ventaja, pero sobre todo porque evitó algún atisbo de nerviosismo o de duda. La Real acalló el ruido inicial de fondo con el gol de William José, un testarazo de delantero fetén, una nueva alerta sobre los problemas defensivos del Celta. No logró emparejar el cuadro que prepara Unzué a un central con el rematador brasileño. que superó al lateral Hugo Mallo en el segundo palo para validar un centro desde la banda derecha local. Esa veta le dio juego a la Real porque por allí apenas se hacía fuerte Jonny sin que le sobrasen las ayudas.

El gol acabó de abrir un partido que seguramente tampoco iba a estar muy cerrado. Invitó al Celta a buscar la meta de Rulli, pero la Real tampoco tuvo dudas ante ese escenario y se aprestó a devolver cada golpe. Durante bastantes minutos el partido se convirtió en un festival de transiciones, desapareció el centro del campo, pero no lo hicieron los centrocampistas, casi todos cómodos al galope, con apenas Zubeldia o Lobotka con querencia por temporizar. Hasta Illarra, que operó como interior ante la ausencia por lesión de Zurutuza, se animó a descolgarse. El Celta buscó las espaldas de los laterales locales, pero estos se defendieron con la pelota y cambiaron el jaque de terreno con cierta asiduidad. Todo ese trajín estuvo bien jugado, con excelentes ejecuciones técnicas.

El Celta apenas estuvo diez minutos en desventaja en el marcador. Empató tras un penalti de Juanmi, que paró la pelota con el brazo en un intento de taponer una subida de Hugo Mallo al ataque. El partido tenía esa exigencia, zagueros que se desdoblaban y delanteros a los que se les requería ida y vuelta. Marcó Aspas, que había marrado su último penalti, pero no solo regresó a su infabilidad anterior en esa suerte sino que volvió a ser un futbolista deslumbrante. Y respondió, casi de inmediato, la Real Sociedad, que volvió a desnudar al Celta por el flanco de Jonny para fabricar un penalti sobre Canales que William José estrelló con estrépito en el larguero.

En esa esgrima de mamporros no se sintió incómodo el Celta porque con ella lograba activar a sus mejores futbolistas, nutría a Aspas o Sisto, que tuvo un mano a mano ante Rulli para poner en ventaja a su equipo. Pero la Real, que también pudo marcar en la última acción de la primera parte, se corrigió tras el descanso. Minimizó las pérdidas, ajustó la presión en las situaciones en las que se vio abocado a recuperar la pelota y tapó los caminos del Celta hacia sus delanteros. Le dejó sin pelota, pero no encontró la profundidad. La faltó colmillo durante esos minutos a la Real y lo buscó Eusebio con un doble cambio. Januzaj salió por Juanmi, algo que podría considerarse como un hombre por hombre, pero un poco antes, a la hora de partido, Canales dejó su sitio a Oyarzabal. El reemplazo estaba justificado por esa búsqueda de capacidad resolutiva, pero la solución acabó por dañar a la Real más de lo que la benefició porque Canales estaba dominando el partido y le daba un dictado a su equipo en un terreno que justo después de su marcha empezó a controlar el Celta.

El equipo de Unzué pasó de perseguir la pelota a manejarla. Lo hizo durante un pequeño tramo de partido que resultó decisivo, que cercenó la reacción local y acabó de poner en desventaja a la Real porque tras un par de posesiones eternas un córner botado por Wass lo cabeceó de manera excepcional a la red el uruguayo Máxi Gómez. Había tiempo para la enmienda, pero fue ahí donde se mostró que la Real, que tiene fútbol, igual no anda sobrada de fiereza para sobreponerse a los golpes.

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