Sánchez Flores supera su plebiscito ante el Athletic
Gerard Moreno y Williams firman el empate entre el Espanyol y el conjunto rojiblanco
Había expectación en Cornellà. El ruido, en cualquier caso, no estaba en el campo sino en el banquillo. Después de su semana —primero me voy al Stoke City, después me quedo en el Espanyol porque soy feliz—, Quique Sánchez Flores se exponía al veredicto de su hinchada. No hubo grima con el técnico, los tímidos silbidos cuando el locutor cantó su nombre se convirtieron en indiferencia. A Sánchez Flores lo salvó el Athletic, también Gerard Moreno. El 7 abrió un marcador que luego igualó Williams. Un empate frío, que dejó a todos mansos. El Athletic sumó su octavo partido seguido sin perder en Liga. El Espanyol suma confianza para medirse en la Copa ante el Barça.
Sin demasiado esfuerzo, entre Iturraspe y Mikel Rico le ganaron el pulso en el ecuador del campo al trivote formado por Darder, Víctor Sánchez y Granero. El problema, sin embargo, era que los rojiblancos no podían hacer despegar a Williams ni a Susaeta. En el partido no se adivinaba otra intriga que saber cómo reaccionaría la hinchada blanquiazul con Quique si el dominio del balón del Athletic se traducía en gol.
La suerte para Sánchez Flores es que sus muchachos despertaron tras el religioso aplauso a Dani Jarque. Pifió en el área chica Baptistao, también Duarte. Demasiados fallos para un equipo rematador por naturaleza. El equipo de Quique tiene un problema, si la pelota no aterriza en Gerard, no encuentra la llave para romper la portería contraria. Para suerte del Espanyol, sobre todo de Quique, eso pasó. Mikel Rico dudó entre despejar el balón o salir jugando. Y, como siempre en estos casos, la duda es sinónimo de ridículo. A Gerard le quedó el balón en el área y encontró mal parado a Herrerín para el 1-0.
Le duró poco la alegría al Espanyol. En el mejor momento blanquiazul, el Athletic le devolvió al marcador, lo que el juego le insinuaba al duelo. Apareció Williams. No fue para romper a algún zaguero con su regate, tampoco para desequilibrar en velocidad. El extremo vasco se vistió de Aduriz: se elevó más que nadie para cabecear como nunca el gran centro de Saborit.
El partido se volvió a apagar. Intentó Sánchez Flores romper el dominio del cuadro rojiblanco en la mitad del campo y dibujó un 4-4-2: Vilá por el intrascendente Jurado. Cambiar para que no cambie nada. El Athletic dominaba el balón, el Espanyol esperaba su oportunidad a la contra. El empate se adueñó del marcador. Un alivio para Sánchez Flores, que pasó en puntas de pie su plebiscito en Cornellà.
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