Javier Guillén: “La Vuelta es innovadora, intensa, impredecible…”
Se presenta el sábado en Málaga el recorrido de la Vuelta de 2018, fiel a sus señas de identidad: la épica y las llegadas en alto
Se supone que Javier Guillén se encuentra tan a gusto en un vestíbulo de hotel, en una estación de tren o en un aeropuerto que en el salón de su casa. Al menos, su trabajo le obliga, pasa tanto tiempo de trasiego por toda España como al menos en su oficina de Madrid. Tiene 46 años, es abogado y es el director de la Vuelta. Come y cena dos o tres días a la semana con alcaldes y presidentes de Diputación de media España. Negocia y construye. Hoy, sábado, presenta la Vuelta de 2018, pero en su cabeza, junto a la ilusión de enseñar sus novedades al mundo, como un modisto en un desfile, ya bullen los recorridos de 2019 y 2020. Y la preocupación por cuestiones muy negativas que no puede controlar pero que afectan a su marca, La Vuelta, que es su tesoro. “El salbutamol de Froome fue todo un palo para nosotros”, dice, recordando que el último ganador de su carrera dio positivo en un control en una etapa. “Solo deseo que se tome una decisión cuanto antes y que no esté el tema colgando todo el año”.
Pregunta. Se dice que en Francia hay colas de varios años con las ciudades que quieren una etapa del Tour. ¿Se llega a ese nivel en España?
Respuesta. Nosotros pensamos en un lugar para una etapa por su atractivo deportivo y vamos luego a la institución a pedirles que acojan la etapa, y no tenemos que pelar tanto como antes para convencerlos.
P. ¿Vuelven los ayuntamientos y las diputaciones a querer pagar por tener la Vuelta?
R. Se ve que estamos en un cambio de ciclo económico, sí. Las instituciones púbicas vuelven a invertir en la Vuelta. Cubrimos con ellas cerca del 15% de nuestro presupuesto, y son un buen colchón de seguridad. El resto de los ingresos nos llegan por la televisión y los patrocinadores.
P. La Vuelta despierta últimamente una expectación que nunca había atraído… La gente dice que ha logrado, por fin, tener una personalidad propia, diferente a la del Giro o a la del Tour…
R. Estamos convencidos de que lo que más atrae a los espectadores son los finales en alto, que no tienen que ser montañas largas, y no tienen que concentrarse en la última semana. Pensamos las etapas también para hacerlas lo más atractivas posibles para los minutos televisados, con lo importante siempre al final. Nos atrevimos a meter llegadas en alto desde el segundo día y hemos tenido éxito. Hemos puesto en el mundillo del ciclismo algunos nombres como El Mirador de Ézaro, El Caminito del Rey o Valdepeñas de Jaén… Hemos roto con el tópico aquel de una primera semana siempre aburrida, con etapas al sprint interminables. Desde el segundo viernes la intendidad aumentará y no decaerá hasta el final. Y es muy importante el concepto de que la penúltima etapa sea la decisiva por su recorrido.
P. ¿Cuáles son las señas de identidad de la Vuelta?
R. La gente asocia al ciclismo a la palabra épica, y nosotros la tenemos que buscar. La Vuelta es intensidad, etapas que intentamos sean cortas y muy disputadas; es también innovación y queremos que sea siempre impredecible, que es el gran valor de toda competición, que el resultado no se conozca hasta el final y que pueda cambiar de un momento a otro.
P. Este parece ser el ciclismo que quieren ahora todos los organizadores… ¿Hay una estrategia común de todos? ¿Se ponen de acuerdo?
R. No, no. Cada uno pensamos nuestra carrera independientemente, pero sabemos que él éxito de uno es el éxito de todos, el éxito del ciclismo.
P. A veces es tan importante hasta el más mínimo éxito en una carrera como el Tour, que los aficionados se quejan de un ciclismo de control, aburrido, sin riesgo… Los equipos serán de ocho corredores a partir de este año. ¿Cambiará la forma de correr?
R. Es lo que se intenta con esa medida, lograr que no todo esté bajo control, que las carreras sean impredecibles. Y también, claro, se busca reducir el pelotón [pasará en las tres grandes de ser de 198 a ser de 176 corredores] para mejorar la seguridad, disminuir las caídas.
P. También la espectacularidad de la Vuelta, su resurgimiento deportivo, estuvo ligada la pelea de una serie de corredores españoles que se están retirando o envejeciendo: Purito, Contador, Valverde…
R. Pero la Vuelta no es solo de corredores españoles, es una carrera global que se ve en todo el mundo, en todas las televisiones, no tiene por qué depender de los ciclistas españoles…
P. No, pero ha dependido. La última Vuelta se recuerda tanto por los ataques de Contador como por la victoria de Froome…
R. Evidentemente que me gustaría que siguieran en activo Carlos Sastre, Óscar Pereiro, Óscar Freire, Purito, Contador… Y me preocupa un poco el relevo, pero también confío en la nueva generación española, en su tirón. Landa está llegando, y detrás vienen los jóvenes a los que apadrina Contador, Marc Soler, Enric Mas… El futuro está garantizado.
P. El ciclismo femenino está reclamando su territorio…
R. Estamos a favor de la igualdad y hay que apoyar su crecimiento, que no tiene que depender de subvenciones o de ayudas, que cuando desaparecen se llevan consigo todo. Ahora no es factible una Vuelta femenina de tres semanas, y puede que nunca, quizás sí de dos semanas dentro de unos años. Nosotros hacemos con la Vuelta una carrera de un día el último día, en Madrid, y vamos a intentar que este año sea de dos días, aunque nuestra intención es que se consolide como una carrera de viernes a domingo.
P. ¿De todas las etapas de 2018, cuál le gustaría que fuera la más importante, la que decidiera la carrera?
R. La última antes de Madrid, claro, porque eso significaría que se ha mantenido el suspense hasta la última subida… He leído por ahí que será una etapa en Andorra…
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