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Paulinho no engaña

El centrocampista se definió en el clásico, capaz de perder 22 balones al tiempo de amedrentar al Madrid con sus remates

Jordi Quixano
Marcelo y Paulinho disputan el balón en el clásico.
Marcelo y Paulinho disputan el balón en el clásico.OSCAR DEL POZO (AFP)

Aunque se fijaron en Julian Weigl, talentoso mediocentro del Dortmund, desde el área deportiva del Barça pronto lo descartaron porque se buscaba a un jugador de corte y confección que se pudiera desplegar unos metros por delante. Justo lo que ofrece José Paulo Bezerra, Paulinho, (São Paulo, Brasil; 29 años), tal y como explicó en el clásico, ya como un falso punta porque ocupa el lugar de Messi cuando baja a recibir. “Hay veces que participa en el juego, pero sobre todo sorprende con su llegada”, le elogió el técnico Valverde ante los micros del Bernabéu, satisfecho porque fue capaz de amedrentar al Madrid cuando mejor estaba jugando.

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Criticado por los medios antes de ponerse la elástica azulgrana porque se consideraba que no tenía el nivel al competir en la liga China —“en el Barcelona nos ponemos la venda antes de ver la herida”, lamentó Valverde—, Paulinho no perdió su sonrisa. “Ha demostrado ser un señor de los pies a la cabeza”, le reconocen en el club. También porque es incapaz de engañar con su fútbol, tosco en la elaboración y generoso en el esfuerzo, eficaz en la contención y brillante en la definición porque por algo suma seis goles en el torneo. “Cuando Paulinho jugó en Inglaterra, no estaba preparado. Pero hoy pasa por el mejor momento de su carrera y así lo enseña en el Barça”, expone el afamado técnico brasileño Muricy Ramalho. “Allá donde ha jugado siempre ha destacado por su regularidad, como en la selección”, se suma José Macía, Pepe, excompañero de Pelé en el Santos; “y como en el Barcelona”. Tostão, figura del Brasil del 70, añade: “No se le puede comparar con Xavi, Pirlo o Xabi Alonso. No hace grandes jugadas, pero sí es muy eficaz en la marca, para robar balones e ir al ataque”. Palabras que comparte Valverde: “Quizá no es un jugador que tenga un juego de posición como otros porque viene de otro fútbol, pero estamos encantados con él”.

Ante los arrebatos del Madrid, Paulinho reanimó al Barça con sus remates, por más que resultara torpe en el ataque estático hasta el punto de que hubo un momento en el primer acto que a cada ocasión que recibía, perdía el esférico por falta de línea de pase y su debilidad en el regate. De ahí que perdiera 22 balones —casi el doble que Leo (13), el segundo en la estadística—, que lograra un 75% de acierto en el pase [Rakitic alcanzó el 93%; Iniesta el 91% y Busquets el 90%], aunque también consiguiera nueve recuperaciones (por las seis de Rakitic y Sergi Roberto).

Poco ortodoxo para el exigente paladar del Camp Nou, Paulinho ha sabido sin embargo ganarse un sitio en un equipo que había sido impermeable tres temporadas. “El Barça es un súper equipo, de una calidad extrema. Pero las grandes formaciones requieren operarios”, recuerda Pepe. “Es fuerza y pasión”, le define Tostão. “Ha demostrado que no solo encaja en el Barcelona, sino que puede mejorarlo”, apostilla Ramalho. Porque Paulinho, como el algodón, no engaña.

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