La caída de Froome acelera el relevo generacional en el ciclismo

En medio de la zozobra Froome se presentó el Movistar del tridente. Landa estrenó el maillot azul y posó junto a Valverde y Nairo. A su alrededor se hablaba de otras cosas. Las disputas de macho alfa en el mejor equipo español se quedaron dormidas ante las perspectivas que se abren de un Tour sin el ciclista que lo ha dominado esta década. Y no será Landa quien las despierte.

“No me interesa nada discutir sobre quien es el mejor del equipo”, dice Landa, quien, a sueldo del Sky hasta el 31 de diciembre, tiene permiso para lucir otros colores. “No he venido aquí a pelearme con nadie. No tengo tiempo para eso”. Para lo que tiene tiempo el ciclista alavés, de 28 años, es para pensar en el Tour, la carrera a la que quiere llegar al cien por ciento, como lo quieren Nairo y Valverde, que también lo correrán y que piensan, en palabras de Nairo, que Froome deberá ser juzgado y tratado como cualquier otro ciclista. Los italianos Ulissi y Petacchi, dos de los últimos positivos por exceso de salbutamol, fueron suspendidos nueve y 12 meses, respectivamente.

“Una vez que he conocido la parte dulce del Tour no quiero pensar en no repetir”, dice Landa, la gran esperanza española para el Tour, pensando en su 2017, cuando terminó a 1s del tercero y eso que su equipo le frenó. “Y hay que pensar que a Bardet, a Barguil, a Urán, les puedo tratar de tú a tú, los tengo más cerca que a Froome...”

El concepto que avanza Landa, un cambio generacional en el ciclismo marcado por la retirada de Contador y acelerado por la posible sanción a Froome, de 32 años, lo acoge con gusto su director, Eusebio Unzue, quien deberá decidir qué carreras correrá su ciclista antes del Tour. “Para Reyes, o así, decidiremos si corre el Giro”, dice Unzue. “Creo que antes del Tour Landa debe aprender a manejarse de líder en otras carreras, claro, pero en la decisión entran muchos más factores”.

Entra, claro, Froome.

Más allá del edificio de Telefónica en Madrid, el mundo del ciclismo se prepara para meses de turbulencias hasta la resolución del caso Froome, el ganador de Tour y Vuelta que dio positivo en un control antidopaje por un exceso de salbutamol en su orina tras una etapa de la ronda española.

El Giro, en el aire

El Giro, que debería ser la primera etapa del británico en 2018, ya ha hecho saber de manera indirecta que preferiría que el ganador de cuatro Tours no participara en su carrera en situación de libertad provisional como hizo Contador en 2011. El ciclista español fue desposeído de su victoria a posteriori, cuando fue sancionado con firmeza. Una repetición del caso con Froome, tan caro de conseguir, sería desastroso. Y sin Froome, el Giro, que contiene también la respiración por un posible conflicto con Palestina que impida su salida de Jerusalén en mayo, no sería lo mismo.

75 días después de notificarle su positivo, la UCI permanece a la espera de que los científicos y abogados de Froome presenten las pruebas de que el ciclista no inhaló más Ventolín del permitido como dosis terapéutica para su asma de esfuerzo (lo que le habría provocado un ataque al corazón, dicen), sino a algún problema de su metabolismo excepcional.

La gente del Sky, su equipo, guarda el secreto de su estrategia, pero han dejado caer que tratarán de reproducir en un laboratorio la farmacocinética del salbutamol en el organismo de Froome el 7 de septiembre de 2018 camino de Santo Toribio de Liébana, las circunstancias de deshidratación que pudieron conducir a una concentración de salbutamol en su orina el doble de lo permitido.